reino perdido

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La cuarta gran guerra se encontraba llegando a su final, las fuerzas del emperador arrasaban con el reino enemigo.
El emperador era conocido por crear a grandes guerreros, cada uno con una clase diferente de habilidad que le posibilitaba derrocar a todo reino que se encontrara en su camino.
El primero, excelente negociante, no hubo reino alguno que no cayera ante el encanto alegre del primer hijo, lo cual le permitía infiltrarse donde más le placiera sin temor alguno.

El segundo hijo era un guerrero nato, sus estrategias en batalla hacian caer a sus pies hasta al más fierro enemigo al cual no dudaba en despedir con una sonrisa socarrona. Todos lo conocían como la muerte, si el llegaba al campo de batalla la guerra ya estaba acabada.

El tercer hijo era un genio, se encargaba de la economía y de hacer los tratados políticos entre su reino y los reinos vecinos, era el que emitía si era o no era necesaria una guerra.

Esos eran los maravillosos hijos del rey, los perfectos herederos al trono, aquellos que nunca bajarían la mirada ante nadie, ¿entonces porque uno de ellos se encontraba desaparecido?
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En una celda fría y obscura se podía escuchar el goteo del agua corriendo por los oxidados barrotes, las pequeñas gotas caían como lluvia en un rostro durmiente que se encontraba en el suelo tratando con toda su voluntad de abrir los ojos.

La figura trato inútilmente de pararse más siempre terminaba cayendo nuevamente de cara al piso, después de unos cuantos intentos más logro recuperar la conciencia total de su cuerpo notando la presencia en la celda vecina, un joven pelinegro, se veía de unos 16 o 17 años, se notaba algo de musculatura pero sin exagerar con pantalones rasgados y sin camisa, visibles tatuajes se acomodaban en su espalda brillando de un verde cegador del cual si no lo estuviera viendo, no lo creería.

El verde y los tatuajes cubrían sus heridas envolviendolas y cerrandolas un espectáculo alucinante y hubiera seguido observandolo fijamente si una voz no hubiera interrumpido sus pensamientos.

-¿no tienes otra cosa que mirar?

Busco de donde provenía la voz hasta caer en cuenta que venia del joven al que miraba con tanta intensidad momentos antes y por un momento se sintió avergonzado. (Claro que no lo demostraría, pero se sintió como un niño atrapado en medio de una travesura)

-no fue mi intensión molestarte, pero tampoco es muy común ver un foco de navidad andante, además por la tranquilidad en que te tomas estar brillando me imagino que lo hace seguido, por lo que supongo deberías estar acostumbrado a que la gente te mire.

El chico lo miró directamente mostrando las gemas que tenía por ojos, unos brillantes ojos verdes cautivadores, su expresión delataba interés mal disimulado y se acerco lo más rápido que sus heridas aun en proceso de sanar le dejaban.

-La mayoría ya estaría lloriqueando por estar encerrado en un calabozo desconocido junto a alguien que brilla. (Le miraba penetrante con una ceja alzada)

-llorar no es lo mio, ¿que eres? Pareces un humano pero estoy completamente seguro que las personas normales no podemos brillar.

-¿porque se lo diría a un completo desconocido?

-buena jugada, bien me presentare
Mi nombre es Jason, soy un campesino del reino de Gotham, bien vas tu.

-eres un príncipe, ¿cierto?, tu forma de hablar, de moverte, la gracia real es imposible de copiarse y menos por un campesino, eso me hace pensar que eres Jason Todd, el segundo hijo del emperador Wayne. Si yo fuera tu estaría preocupado por mi cabeza, además no te hagas el idiota, todos hablan de lo magníficos y gloriosos que son, podría jurar que ya sabes quien soy. De echo estoy seguro que lo supiste apenas me viste de frente

- vaya, no puedes culparme, es raro que el príncipe heredero de un reino este encerrado en su propio calabozo, ¿como debería llamarte? Nadie conoce tu nombre

-Damian, llámame Damian y no soy el heredero, por lo menos ya no lo soy,
yo fui creado para ser un arma, un asesino maldito que destruiría reinos con solo su presencia.

-pero no les salió bien, ¿cierto?

La luz del joven se fue apagando poco a poco hasta extinguirse y mostrar su tercia piel, tomo una manta del piso y se la ajusto para cubrir su cuerpo mientras regresaba a su sitio frente a las rejillas laterales donde se encontraba su espectador, se quito los guantes y extendió la mano hacia el joven que lo veía impaciente.

-toma mi mano

- no me vas a embrujar o algo por estilo ¿cierto?

-querías respuestas ¿cierto? Toma mi mano y las tendrás.

Jason acerco su mano lentamente y con desconfianza hasta por fin tomar la pequeña mano entre la suya.

Al tocarla el brillo verde lo cubrió y sintió como poco a poco las heridas que cubrían su piel se cerraban lentamente.

-soy vida........

-Jason, si yo te puedo llamar Damián tu puedes llamarme Jason.

-soy un error Jason, una maquina de matar que solo puede crear vida y sanar, soy una falla en toda la regla. No soy su heredero, jamas pude serlo y jamas podre, no pertenezco a este lugar.

La platica de los jóvenes se vio interrumpida por estruendos provenientes de la parte alta, la caballería había llegado, los guerreros wayne habían llegado para salvar a su hermano y no se irían sin el.

El joven se levanto y miro a su acompañante el cual se despidio con la mirada y volvio recostarse en la pared contraria, Jason ya con su fuerza renovada y sin ninguna herida rompio el candado con facilidad y camino a la puerta de la celda contraria repitiendo la accion, camino hacia el muchacho que lo veia expectante y le extendio la mano.

-si no perteneces aquí, ¿porque no vienes conmigo?

El joven lo miro analítico hasta que suspiro y tomo su mano dejando escapar una pequeña risa que resonó en todo el calabozo.

-como usted ordene príncipe

Los dos se sonrieron mutuamente y escaparon, llegaron con sus hermanos rápidamente gracias a que Damián conocía perfectamente el castillo, cuando se juntaron los ayudo a escapar por una compuerta secreta para evitar a los guardias, ya afuera y lejos de la base enemiga se dieron tiempo para respirar y por primera vez los tres hermanos observaban bien a aquel que los ayudo a escapar.

Dios, el parecido a su padre era notorio, no fue sorpresa para ellos cuando al llegar su padre lo reconoció como su hijo, producto de una aventura con la princesa del reino vecino, tampoco fue una sorpresa cuando el chico se integro al área medica del reino haciéndolo más próspera, lo que si fue una sorpresa fue cuando años después descubrieron la relación que tenían el y Jason.

Pero quien podría culparlos ese fue un encuentro que no se da todos los días, además que mejor complemento para la muerte que la vida.

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