CAPITULO ÚNICO

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Para una chica, tener quince años es todo un acontecimiento. Muchos lo toman como ese pequeño paso para dejar de ser niña y convertirse en mujer. Recuerdo mi fiesta de quince con gran sosiego, había sido hace un mes y mamá no había escatimado en gastos, papá por su parte no estaba de acuerdo en gastar una cantidad exagerada de dinero para una fiesta que duraría solo un día; sin embargo, ambos llegaron a un consenso y el evento fue digno de admirar. Para ese día, mamá había contratado a un diseñador para que confeccionara el vestido, la parte del pecho era en pedrería azul marino que caía en cascada formando en la parte baja unas puntas que parecían espinas que descansaban sobre el tul blanco; también, había ido temprano en la mañana al salón de belleza, mi pelo lacio terminó ese día en ondas que descansaban sobre los hombros, incluso escoger los zapatos fue todo un desafío. Mamá se aseguró de que fuera el mejor cumpleaños jamás visto. Y así fue.

Cuando tienes quince años, comienzas a descubrir muchas cosas; la visión del mundo comienza a emerger dentro de ti, de tal forma, que no solo descubres cosas, si no que comienzas a entender la razón de ser de algunas que ya sabías. Había un sinfín de ideas, tradiciones por descubrir, cosas por aprender, etc. Soy una chica curiosa y siempre estoy día a día enriqueciéndome de conocimiento. El sexo no se hizo esperar; tan pronto como cumplí los quince años, papá y mamá decidieron darme "esa charla" y es lo más vergonzoso que un niño o una niña puede percibir, la incomodidad que sientes cuando ellos te hablan sobre los preservativos y como llegan los bebés al mundo, sobre los peligros de la sociedad: las violaciones, embarazos no planeados, enfermedades venéreas, las drogas. En fin... Fue incómodo, por el simple hecho, de que en la escuela recibía clases de educación sexual. Una gran idea de nuestra locuaz directora. Y tener que ver a mis padres avergonzarse en explicar cosas de las cuales tenía una ligera idea, no solo fue embarazoso; sino también, gracioso.

Es marzo y las lluvias no han cesado en Tallin, las noticias aseguran que este mes cesaran, lo cual me parece maravilloso pues han sido días bastante fríos. Llevo un año viviendo en Estonia, mi padre consiguió un trabajo en este país con un gran canal de televisión y tenemos un hogar acomodado. «Nada nos falta». Asegura mamá. Y es cierto. Vivimos muy bien.

Llegar al país implicó no solo acostumbrarte al clima; de igual forma, un nuevo colegio, hacer nuevos amigos y ni hablar del amor. Los chicos son guapos, algunos son divertidos, pero no quisiera llegar a enamorarme de alguien sabiendo que en cualquier momento nos marcharíamos de vuelta a Rusia. Aunque papá repite cada día que no regresaremos en un buen tiempo.

Me encanta ir a la biblioteca, el silencio que se respira mientras aprendes y cultivas tu mente de conocimiento; es fabuloso. No ocupo el primer puesto en las clases, pero sé destacarme. En algunas ocasiones, opto por leer algunas novelas; sobre fantasía y aventuras son mis favoritas, uno que otro misterio también llama mi atención.

Cuando termino de leer, o incluso antes de comenzar me cruzo con Lucas. Y no, no es un novio, ni un crush. El tipo es gay. Entre los dos logramos una química divertida, y una gran confianza, al punto de un día decir a viva voz: «¡Soy gay!». Además, tiene veintisiete años. Admito que es guapo, alto y con facciones que cualquier chica o chico se derretiría al verlo. De ojos marrones y una gran melena negra que se abulta con productos para el cabello y cuando sonríe, revela unos hoyuelos que sin duda; hacen que también sonrías. Y hasta donde tengo entendido tiene novio.

Lucas se sienta tras un computador y te autoriza prestarte los libros para sacarlos de la biblioteca y recibirlos cuando debes devolverlos. Es un trabajo genial, o eso creo. Qué daría yo por trabajar en una biblioteca. Asimismo, es muy respetuoso y tiene sentido del humor.

–vienes temprano, Ivana –me dice Lucas sin despegar los ojos de la pantalla.

– ¿Tienes visión de Rayos X? –le pregunto recostándome sobre la gran barra donde reposa el computador.

Una dosis de realidad © [relato corto] ✅Where stories live. Discover now