Odio

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En una amplia y cómoda casa reposaba un pobre hombre que llevaba casi todo el día acostado sobre su suave sillón. 

Su rostro estaba adornado con varios moretones, sin mencionar que algunas zonas de sus brazos y parte del abdomen parecían estar vendados. 

Con cuidado, el mayor se giró tratando de encontrar una mejor posición, para que sus heridas no le molestaran tanto. 

-Mis bomboncitos de chocolate por poco me mandan al otro mundo- dijo el jashinista sintiendo como ahora lo invadía un gran cansancio. 

Estaba a nada de quedarse dormido, cuando escucho un ruido que provenía de su celular. Con calma, se llevó la pantalla al rostro para ver que tenía dos mensajes. Y al abrirlos, una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro, ya que se trataban de sus lindos hijos. 

El primero era de Hidan, pero como nombre de contacto, Ren lo había registrado como: "Mi dulce angelito". 

*Papá, ya estamos saliendo del bar, yo pienso que llegaremos al hotel un poco después de las 4. Ni se te ocurra seguirnos, porque si veo tu cara por aquí, juro por Jashin-sama que te pateare* 

El mayor soltó una risita divertido por las ocurrencias del pequeño religioso. Y sin perder el tiempo decidió leer el texto del rubio, que tenía como nombre: "Mi muñequito de porcelana". 

*Ya estamos tomando yendo a las montañas, cuando nos instalemos te volveré a mandar mensaje. Pienso hacer varias esculturas con la nieve, al regresar te mostraré las fotografías. Te quiero, maldito acosador* 

Una vez que terminó de revisar la información, el creyente dejó caer su teléfono al suelo. Un sentimiento de soledad se había apoderado de él. 

-No puedo creer que hayan organizado un viaje como ese sin mí, y lo que es peor, se llevaron a esos estúpidos paganos amantes del dinero, juro por el todopoderoso Jashin, que un día los haré pagar- soltó Ren apretando sus puños.

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Al caer la noche, el mayor decidió tomar una taza de café y vagar un rato por la sala. 

Ren pasó por el lugar contemplando varias fotografías que yacían en un mueble antiguo. Pero entonces sus ojos se posaron en aquella imagen que tanto amaba. 

Con su mano derecha sujetó aquella preciada posesión y la elevó hasta su rostro. 

En la imagen se podía ver al padre del año abrazando con mucho amor a sus pequeños. Los tres sonreían divertidos y al fondo había una especie de feria. 

-Como pasan los años, parece que fue ayer cuando decidí adoptar a un pequeño angelito que soñaba con ser músico, y casi como un milagro, la vida me dio la oportunidad de tener como hijo a un tierno bebé que tenía como meta convertirse en un gran artista- sonrió Ren recordando aquellos difíciles tiempos, en donde la pequeña familia tuvo que acoplarse a todo tipo de cambios. 

Estaba tan hundido en sus recuerdos, que por desgracia para él jashinista, su mente viajo más atrás, llevándolo a ese pasado que tanto odiaba y que por décadas había tratado de sepultar. 

Los nervios eran más que evidentes, de pronto una ola de preocupaciones surgió, haciendo que imaginará escenarios catastróficos. 

-¡NO, NO, NO, BASTA, CALLATE, MIS HIJOS ESTARÁN BIEN, KAKASHI ESTA CON ELLOS, MIS BEBES REGRESARAN SANOS Y SALVOS!- Ren azotó con fuerza su cabeza contra la pared, notando como aquellas voces se iban silenciando. 

Entonces un hilo de sangre atravesó su frente, comprendiendo que de nuevo su ansiedad había liberado lo peor de él. 

"Tengo miedo de que otra vez pase, de que la vida me vuelva a quitar a las personas que más amo, no podría soportar perder a alguien más, no podría soportar perder a mis hijos, sin ellos, no tendría ninguna razón para permanecer en este mundo" pensó el creyente, mientras retrocedía hasta caer nuevamente en aquel cómodo mueble. 

Aun con el marco en sus manos, alzó la mirada hacia la ventana, en aquella oscuridad lo único visible era la enorme Luna llena, que por alguna razón siempre le había brindando al mayor una sensación de paz. 

-Mis niños ojala pudiera contarles todo sobre mi, pero si lo hiciera, ¿me seguirían amando? ¿todavía sería digno de ser su padre?, ¿O acaso me verían como todos los demás ,como un horrible demonio que no merece tener felicidad?- esos miedos azotaban con fuerza en lo más profundo de su corazón y sin dar aviso unas pesadas lágrimas recorrieron sus blancas mejillas. 

"Me odio tanto, jamas borrare lo que hice, pero por ustedes juro que seguire cambiando y me transformaré en el padre que siempre debieron tener y que yo hace bastantes años quise ser" 






















Espero les guste esta pequeña historia nwn ️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️✨️❤️✨️❤️✨️❤️




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