Capítulo 0

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Son las cuatro de la mañana. Estoy en medio de una carretera, sacando el cuerpo muerto de

Harvin del maletero de un Volkswagen antiquísimo. Noto su piel fría y el color morado de su

cuello penetra mis ojos. Siento como se anulan todas mis capacidades. Escucho a Nick gritando

que me de prisa pero no puedo hacerle caso, estoy paralizada. No me importa en absoluto la

muerte de este chico, de hecho, nunca me llegó a caer del todo bien. Yo no la maté, pero estoy

cubriendo a su asesino.

Diez horas antes, estaba tirada en mi cama mirando el techo decorado con poemas de Lorca.

Odio esta parte de mi habitación. La primera vez que vi esas pinceladas azules escurrirse por la

amplitud de la pared me provoqué. Me gusta el azul, pero no la poesía. Cuando por fin pienso

que puedo evadirme del surrealismo, cruzo la puerta de mi dormitorio y absorbo de manera

involuntaria todos los sentimientos que Lorca no se supo guardar. Aún así, admiro

plenamente al señorito andaluz. Retorciéndome sobre la adorable colcha de algodón que me

hizo mi tía, escucho a mis padres reír mientras ven la comedia machista y racista de turno. Me

pongo los auriculares pero sin conectarlos a mi iPod. Cierro los ojos unos segundos que

pasaron a horas. Son las doce de la madrugada, mi casa está oscura pero no todos están

durmiendo. Puedo oler el café que está haciendo mi madre en la cocina. Bajo las escaleras

chirriantes de mi casa y, escabulléndome, tomo la puerta principal para salir a pillar una buena

hipotermia escocesa.

La acera está mojada por las últimas gotas de lluvia que aún caen del cielo. Un cielo oscuro.

Miro un momento mi móvil y veo los absurdos mensajes de mi grupo de clase. Al parecer,

están discutiendo por las fechas de examen. Cinco segundos después escucho el insoportable

ruido de notificación tras haber desactivado el modo silencio sin querer, es Lisa diciendo lo

siguiente (cito textualmente) "los k no responden nada es pk les da igual no? @Dora". A lo que

yo respondí (vuelvo a citar textualmente) "No me toques el coño Lisa, que no es lo tuyo". Lisa

intentó ligar conmigo hace dos años y, sin duda, darle una oportunidad fue la peor de mis

decisiones. No penséis que soy mala persona, simplemente la simpatía no es mi más destacada

cualidad. Apago mi móvil y camino unas cuadras más. Huelo la tierra mojada. Detesto ese olor.

Subo la cremallera de mi sudadera rosa palo hasta que cubra media cara impidiendo así que

tenga contacto con el medio increíblemente mojado. Cojo lo auriculares, esta vez conectados,

y comienzo a escuchar música. Saco los papelillos, la maría y me lio un porro. Justo antes de

encenderlo y en el silencio típico del cambio de canción escucho gritos de auxilio. Corro

desesperadamente siguiendo la intensidad de las ondas acústicas hasta que llego a la fachada

del la casa más fea del barrio. Toco a la puerta ignorando que probablemente dentro haya un

asesino que quiera desgajar mis tripas para luego hacerse un puchero. Toco tres veces más.

Cansada de dejarme los nudillos en el arce grito "ábreme la puta puerta que se me están

congelando los pezones aquí fuera". Lo sé, es desde la inconsciencia pero, no debería bromear.

Entonces alguien gira el pomo de hierro con matices dorados. Es Nick. No me apetece una

mierda explicar cómo fui una inmadura con él. Sus pupilas están más dilatas que nunca. El

interior de la casa está completamente oscuro, pero emana un olor a sangre fresca que para

cierta criatura ficticia sería irresistible. No le iba a preguntar que qué había pasado, no porque

no me interesara sino porque desde que nos enfadamos no hemos vuelto a hablar y sería muy

incómodo no introducir nuestra monótona vida, actuando como si fuera nueva. Entonces le

dije "Hola, Nick.". Me respondió "¿Qué haces aquí?". Joder Nick, ¿qué haces tú con las manos

manchadas de sangre? No respondí, le empujé suavemente para abrirme paso a esa casa

horrenda. Intento encender la luz pero no encuentro el interruptor por ninguna parte. Sigo

caminando y mis pies se topan con algo. Nunca llegué a mencionar que salí de casa en

sandalias, porque mis tenis favoritos estaban llenos de barro y no soporto la sensación de

materiales nuevos sobre la piel de mis pies. Sentí la sangre ardiente bailar entre mis dedos. Se

me revuelven las tripas. Me aparto rápidamente mientras escucho a Nick decirme entre

sollozos que necesita mi ayuda. No estoy enamorada de él. No me da pena. No soy una

persona empática. Tardé 6 meses en saber por qué lo hice, pero le ayudé.

Enciendo mi móvil, pongo la linterna sobre rostro del muerto y descubro a un Harvin

palidísimo. Un escalofrío recorre cada célula de mi tembloroso cuerpo. Miro a Nick. Cojo una

manta, la tiendo sobre Harvin y le pregunto " Y ahora, ¿qué coño quieres hacer?". Me

responde "No lo sé".

Nick, tenemos que ser más fríos que las sombrasWhere stories live. Discover now