Prólogo.

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Siendo el silencio lo único que pareció acompañarlo mientras caminaba por los pasillos rumbo a su habitación, sus ojos semejantes al zafiro se mostraron perdidos en algún punto fijo aunque siguió su camino

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Siendo el silencio lo único que pareció acompañarlo mientras caminaba por los pasillos rumbo a su habitación, sus ojos semejantes al zafiro se mostraron perdidos en algún punto fijo aunque siguió su camino. Estando tan sumido en la tranquilidad tardó un poco en darse cuenta de la suave pero melodiosa voz proveniente de afuera. Se detuvo antes de siquiera tener en mente a donde se dirigía y giro sobre sus pies abriendo la puerta que daba hacía el jardín : el mismo que ya conocía, ese plagado de tantos recuerdos. La voz junto a la melodía se hicieron mucho mas fuertes a medida que se acercaba, fue entonces cuando sus pasos ya no continuaron y pudo oírlo con mayor intensidad.

Fue allí, cerca de los rosales donde logro verla. Una pequeña figura tarareaba una hermosa melodía aunque para sorpresa del niño de aparentemente unos ocho años, la figura que era femenina se volteo casi como si hubiese sentido su presencia. Con un cabello rubio claro y ligeramente ondulado parecía brillar bajo la luna, por otro lado, sus ojos rosas eran puros e inocentes. Ella simplemente le había sonreído pero para el niño era extraño y a su vez confuso.

—¿Quién eres tú?— se atrevió a preguntar, la niña que se encontró a escasos metros de distancia lo miro por breves instantes en silencio antes de acercarse dando algunos pasos hacia el frente.

El pequeño rubio al mirarla con mas detenimiento fruncio el ceño casi con incredulidad : un fino vestido blanco cubría su cuerpo por encima de sus tobillos y sus pies estaban descalzos. No pudo evitar preguntarse si no tenía frío con aquella vestimenta tan ligera.

—¿Si te digo mi nombre, me darás el tuyo?

Ella se lo preguntó ignorando esa mirada de extrañeza que le daba el niño. El asintió con lentitud, aunque era cierto que nunca antes la había visto, sin contar lo extraña que era esa niña sin importar por donde lo mirara. Ella pareció animada ante su respuesta afirmativa, entrelazando las manos frente a su pecho se acercó mas al niño. El dio un paso atrás por la sorpresa ocasionada.

—Me llamó Dalia ¿Cuál es tu nombre? —El de orbes zafiros se mostró un tanto confundido pero atino a murmurar.

— Claude. — La de cabellos rubios volvió a sonreír asintiendo.

Siempre estuvo vagando sin algún rumbo aparente. Sus memorias seguían estando intactas y sus momentos de soledad se volvieron una canción. Cuando él escuchó su voz, pensó que ya no podía sentirse tan sola. Se alegró tanto de encontrarlo, pero se sintió muy desolada cuando notó que parecía sucumbir en la oscuridad. Todos necesitamos una luz que nos guíe en el camino, ella quería ser quién lo ayudara. Hasta sus catorce años permaneció a su lado como su amiga. Pasando momentos agradables mientras se conocían el uno al otro descubriendo así los diferentes lados de cada uno, pero ese día donde la desgracia se mostró como un suceso que estaba previsto solo logró observar su espalda.

Sus manos ahora manchadas de sangre y su mirada zafiro oscurecida la entristecieron terriblemente pero no se apartó. Se quedó allí, de pie con una muy suave sonrisa cargada de pena. Tampoco se acercó, sabiendo cuán inoportuno sería. Cerró los ojos antes de hablar ya que el momento que más temía llegó a ella : Su presencia estaba desapareciendo.

—Estoy satisfecha al saber que ya escogiste tu camino.

— Serás un buen Emperador. —Su triste sonrisa le hizo saber que era una despedida aunque en realidad era un hasta luego.

— Tu también te irás. —-Expresó el joven con recelo pero su expresión cambio a sorpresa cuándo ella tomó su manga.

— Creeme, no lo haré. —-Hizo una pausa.

—Permaneceré contigo incluso si mi cuerpo no esta presente. —-Los ojos del joven rubio mostraron por primera vez algo de angustia observando la silueta de la fémina alejarse.

Se estaba desvaneciendo frente a sus ojos y el no era capaz de hacer nada para evitarlo.

—Recuerdelo bien, su Alteza.

Cuando su figura despareció por completo, su mirada volvió a oscurecerse. Ya no importaba lo que decía, todos en algún momento lo abandonaban. Dalia no mentía y cuando le tocara regresar, salvaría a su corazón de esa oscuridad que lo aprisionaba.

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Editado : 13.07.2021

Publicado : 13.07.2021

La Dama del Emperador «P.E»Where stories live. Discover now