Capítulo 10.

Había huido hacía mucho tiempo de la verdad tintando su camino con mentiras, había abandonado toda expresión de humanidad con una sonrisilla bandida. Había huido, y eso no la hacía ni cobarde ni mezquina, no la hacía erudita ni adivina, la hacía una sobreviviente y por eso relucía. Resplandeciente era el velo escarlata que sobre su rostro yacía, manos sucias como si hubiese indagado en una alcantarilla, ella era la dueña de toda pesadilla y a la vez sonreía con ilusión ante la nueva vida, como si los cambios fueran reales en tal epifanía, como si los recuerdos fueran moldeados con arcilla. Inclusive en aquél vehículo se sentía vacía, rodeada por personas con máscaras negras, sintiéndose prisionera eterna de la crueldad en su máxima expresión.

No sabía a dónde iba. No sabía si quería saberlo.

¿Qué importaba el lugar a dónde se dirigía si se encontraría con su familia? O eso al menos había sido prometido ante sus oídos que con cautela había escuchado a un fantasma del olvido. El tiempo había sido doblado con rapidez en cuanto sus manos tocaron aquellas del contrario, era alguien que conocía, alguien con quién había compartido risas, alguien con quien de forma inadecuada siempre quedaba con deudas marcadas. Familia, eso era lo que la otra figura inmaculada había prometido, en conjunto con una paz indefinida y un lugar a salvo de las mentiras, a salvo de sí misma.

Y todo aquello por el hecho de que le perseguían. Le perseguían sombras en forma de personas, sombras cuyas manos tangibles eran colocadas en gatillos para luego desatar una oleada de destrucción sin honra. Sombras que anhelaban sentir como humanos, demonios que perseguían un camino sin huellas que desencadenaba un agujero de gusano. Paradojas escritas en seda figurando ideas extrañas, palabras inciertas formando mil y una figuras aladas y en su cabeza solamente un pensamiento se recitaba, decía a sí misma que ella no quería ser otra tragedia mal desarrollada.

El arquero iba al mando de la situación, conduciendo sin objeción, esquivando autos como si en una carrera se encontrara, como si la muerte de frente le interceptara. Era inexplicable la reacción tallada en aquél rostro tostado de forma falsa, ella estaba completamente sin palabras, su corazón latía sin parar mientras que su mirada se perdía entre los colores pulcros de la sobriedad. Él lo sabía y la pelirroja no tenía idea alguna de cómo lo había logrado, cómo se había enterado de que la maldición de su vida había sido disuelta cuando del precipicio había caído envuelta. No había tenido tiempo para abrazarle o decirle tantas veces cuánto había lamento irse, cuánto había lamentado el hecho que por las ojeras del chico ya sabía, la culpa había arañado aquél corazón púrpura que solamente se dedicaba a lanzar flechas en busca de emoción en forma de chispas.

Se encontraban en un vehículo con dos personas más cuyos rostros no lograba ver con intensidad, máscaras cubrían los rasgos de las personas que le acompañaban en los asientos de atrás. Notaba por la anatomía de cada uno que se trataba de una mujer y un hombre, ambos fornidos, ambos equipados de forma gradual con armas de todo tipo. Inclusive podía notar el pequeño cuchillo escondido en la bota de la chica, o la forma en la que el chico permanecía todo el tiempo tocando su cinturón, seguramente tenía su arma de pequeño calibre apretada entre su cuerpo y vestimenta. Parecían criminales pero no desconfiaba de ninguno puesto a que Clint depositaba confianza en ellos al ni siquiera verlos por el pequeño espejo que sobre su cabeza colgaba.

Por una vez en mucho tiempo, debía confiar y ser recompensada con buenos corazones siendo ablandados al alba, con personas de carne y hueso que intentaban proteger a un simple fantasma. Eso era ella, un espectro, un monstruo, un cristal resquebrajado, muerte en otoño. O quizás no lo era del todo, quizás podía soñar con ser vida en toda instancia y sanación que llega al alma, pero la verdad jamás llegaba a sumirse entre sus labios y ser devorada por su garganta, siempre había algo que no le permitía purificar su alma, como una mentira atrapada entre sus cuerdas vocales, como una mancha aferrada a todas sus condiciones.

BLUE STORM─ Romanogers.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant