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—Comienzo a sospechar... —Pronunció de repente el Dios de brillante cabellera castaña a sus espaldas —Que tus visitas, si bien son de mi agrado, no son sinceras.

El semidios albino, quien se encontraba en el gran vestíbulo y mirando por el amplio ventanal, se giró sobre sus talones para admirarle y, con el ceño ligeramente apretado, le preguntó —¿A que te refieres Cernnunos? Somos grandes amigos, que dudes de mi amistad me ofende.

El aludido sonrió de lado, cruzándose de brazos, para luego suspirar —Se honesto conmigo, Belenus... No es a mí a quien quieres ver.

Había sido descubierto por su amigo y confidente pero su verdadera razón era vergonzosa, incluso para sí mismo, como para confesarse. Era algo incomprensible... ¿Cómo un semidios, con todo el poder que él sostenía entre sus dedos, podía sentirse atraído por un simple sirviente? "No es un simple sirviente... Hoseok es diferente", intentó acallar sus oscuras acusaciones con ese suave pensamiento.

Las diferentes deidades se observaron por un instante, eran tan cercanos que podían leerse como un libro abierto.

El Dios mayor, Cernnunos, gran deidad celta de la Abundancia y protector de los animales salvajes, de cabellos suavemente curvos y castaños, sonrisa de afilados colmillos y sus pómulos bien marcados en su perfilado rostro, de piel como el mármol y con delicados destellos oscuros que lo decoraban, se acercó unos pasos y le dedicó una juguetona mirada al más alto, sus suaves orejas de ciervo se removieron en su cabeza, rozando sus amplios cuernos.

—Has venido de visita para observar a uno de mis siervos, ¿es así? — Pronunció convencido.

Frente a él, Belenus, un semidiós regional de extraña procedencia quien era el protector de la agricultura en los diferentes pueblos, desvío su oscura mirada bufando para disimular el suave arrebol que se presentaba en sus bronceadas mejillas. Sus ojos pestañearon lentamente, mostrando una leve diferencia en ellos, y sacudió sus dorados, casi blancos, cabellos en una negación.

—¿Estás hablando figurativamente o literalmente cuando te refieres a ellos? —Intentó distraer al castaño con su comentario.

Cernnunos río bajito, llevando una de sus inmaculadas manos a sus rojizos labios, y se encogió de hombros —Ingenioso, pequeño sol, muy ingenioso de tu parte.

Belenus sonrió al escuchar el ridículo pero agradable mote que el más bajo había utilizado para referirse a su persona, sobrenombre que había conseguido de su parte varias décadas atrás.

—Bien, me has atrapado. Es por él que he venido, pero...

—Pero ambos sabemos que es imposible su encuentro... —Terminó su oración mirándole con un leve brillo en sus ojos, un brillo característico que bien conocía ya.

Belenus dejó salir el aire acumulado en sus pulmones, girando nuevamente para admirar el paisaje más allá del cristal.

Ciertamente, el Dios mayor poseía en sus terrenos un amplio prado, colmado de todas las especies animales del mundo, incluso las más exóticas, y entre ellas se encontraban los sirvientes de Cernunnos, seres de gran belleza, sonrientes y protectores, quienes portaban con una cornamenta similar a su amo. Hoseok era uno de ellos, pero para el dios rubio no era uno más, para él ese dulce siervo era importante y único.

Él era quien, tiempo atrás...

—Debes respetar a la naturaleza, mi pequeño sol, va más allá incluso de mis poderes —El castaño se aproximó a su amigo, admirando el paisaje a su lado.

Myths || Mx OneshotsWhere stories live. Discover now