Flores para Tanjiro

867 106 41
                                    


Inosuke había escuchado una vez que las flores siempre habían sido una buena manera de mostrar agradecimiento, lo que se solía hacer cuando las personas eran amables contigo. Tanjiro era sencillamente la persona más amable que había conocido Inosuke, siempre sonreía, siempre intentaba ayudar, aunque no fuera necesario, siempre estaba cuidando a su familia y era bueno motivando a la gente a ser mejor.

Inosuke creía que sí alguien merecía flores era el pelirrojo, pero Inosuke nunca había pensado en darle alguna, él creía que podía darle las gracias de maneras menos extrañas.

Cuando él tenía doce años había conocido a Tanjiro en un parque, aunque su primera interacción fue una pelea, la cual comenzó porque Inosuke había golpeado a un amigo de este que defendía a la hermana del pelirrojo, Inosuke podía recordar que solo había roto un juguete que esta tenía. Esa había sido la primera vez que él perdió, por alguna razón Tanjiro parecía tener una cabeza tan dura como una roca.

Luego de despertar en su casa con su madre a un lado mirándolo con preocupación, comenzó a seguir al chico a todas partes, este solía pasear junto a un chico rubio llorón que Inosuke recordaba, era el que golpeó anteriormente y su hermana pequeña. Aunque había estado buscando maneras de comenzar una nueva pelea con el otro chico, este no parecía caer en sus provocaciones e incluso comenzaba a incluirlo en su grupo de amigos.

Así fue como Inosuke, empezó a conocer más cosas sobre Tanjiro, supo que tenía muchos hermanos, el pelinegro nunca pudo recordar el número exacto... Y aunque intentó contarlos, se perdió en el número dos. Supo que Tanjiro iba a la única secundaria que el pueblo tenía, Inosuke había preguntado a su madre si también podía ir, Kotoha le había dado solo una negación junto a una excusa que no supo entender en ese momento.

Pues resulta que Kotoha, su madre, era parte de un culto, vivían en una cabaña situada dentro de un gran terreno y en él había muchas cabañas como la suya, pero en su gran mayoría eran habitadas por personas solas. Por esa misma razón no había más niños con los que compartir, él no iba con su madre a las reuniones con el líder, solía aburrirse demasiado y no entendía nada de lo que decían allí.

Inosuke nunca aprendió a leer ni escribir, Kotoha tampoco sabía y aunque algunos ancianos que vivían cerca de ellos se habían ofrecido a enseñarle a Inosuke, este era tan terco y problemático que todos desistían después del segundo intento, así fue como Tanjiro se autoimpuso el trabajo de ser su tutor personal... Funcionó, al menos Inosuke podía escribir su nombre y el del pelirrojo, y aunque lo escribía correctamente, seguía sin llamar a él correctamente, Tanjiro dijo que tomaría eso como una victoria.

Inosuke tenía una percepción distinta del afecto y las relaciones humanas en general, era bastante torpe socialmente, razón por la que su relación con Zenitsu, Tanjiro y Nezuko era bastante peculiar, Inosuke era un chico bruto, sin una crianza decente y con poco conocimiento sobre la sociedad, pasaba peleando con todas las personas, pero Tanjiro de alguna manera lo había "domesticado", o eso era la palabra que Zenitsu siempre ocupaba para definir la relación de sus dos mejores amigos.

A medida de que iban creciendo y cerca de los quince, Inosuke logró entender algunas cosas más, seguía sin estudiar, pero había comenzado a trabajar con la gente del culto en una nueva construcción que hacían dentro del terreno, aquello le había hecho perder bastante tiempo para jugar con Tanjiro y Zenitsu, pero él lo compensaba llevándole regalos a estos, creía que los apreciarían bastante, y al menos por la cara del pelirrojo al recibirlos, Inosuke sentía que lo hacía bien, del rubio realmente no le importaba.

Fueron algunos meses después de que cumplió quince que Inosuke aprendió más cosas sobre él mismo y sobre sus amigos, o al menos las notó, aprender era un poco más complicado para Inosuke.

Flores para Tanjiro [TanIno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora