c a p í t u l o III

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     —Hija... ¿no comerás tu cena? —cuestionó Cloudy Quartz fijando la mirada en su hija de rosado pelaje. Estaba algo preocupada por el muy bajo estado de ánimo que la pequeña presentaba desde hace días, pero esta vez, era aún más evidente que los anteriores. Su padre y hermanas también lo habían notado, pero prefirieron no decir nada al respecto y solamente guardar silencio.

     Pinkamena casi todo el tiempo estaba desanimada, sin embargo trataba de alegrar un poco el ambiente, intentando hacer sonreír a los demás, pese a que continuamente fallaba en su propósito y eso la entristecía. No obstante, llegaba a ser extraño el hecho que no comiese y mantenga su mirada perdida por demasiado tiempo.

Al no hallar respuesta de la aludida, su madre insistió al preguntarle —Pinkamena ¿te encuentras bien?

     —¿Qué...? —contestó la potrilla un poco exhaltada, inmediatamente notó que los demás la observaban angustiados —Yo... s-sí mamá, sólo... estaba algo distraída, comeré mi almuerzo ahora —dijo fingiendo una expresión de entusiasmo al mismo tiempo que se disponía a degustar la sopa de roca, la cual era la receta que su familia cocinaba constantemente por tradición.

     Pero en realidad, ella se sentía bastante confundida y desconcertada, desde hace unos días no dejaba de cuestionarse sobre su futuro, pues al ver que sus hermanas habían descubierto el suyo, era imposible no interrogarse el porqué ella no lo había hecho. Siempre ha vivido en este lugar, pero ¿era esto lo que realmente quería para ella misma?

     Trabajar toda el día en una sombría granja que lo único que tiene son rocas. No veía nada de malo si otros ponies, o en específico los demás miembros de su familia les agradaba el lugar y su destino sea laborar allí, puesto Maud, Limestone y Marble ya habían conseguido sus cutie marks, las cuales estaban completamente relacionadas con rocas, estaba más que claro lo que las tres querían y estaban destinadas a ser, excepto por Pinkamena, no sentía que su "talento especial" fuera parecido al de sus hermanas, le parecía aburrido y monótono vivir allí, comprendió que no era feliz.

     Claro que amaba a su familia y haría cualquier cosa por ellos, pero su estilo de vida la agobiaba y abatía. Debe haber algo más afuera de este sombrío lugar para una pequeña pony cuyo propósito es muy diferente al de sus padres o sus tres hermanas.

     Posteriormente de la cena, todos siguieron con lo suyo, sin embargo Maud, sabía muy bien que algo le inquietaba a su hermana.

     Caída la noche, la pequeña potranca fue a revisar el correo postal que llegaba, solía hacer eso todos los días, pero regularmente no encontraba nada interesante, la mayoría de veces sólo eran facturas, contratos, recibos o ¡una carta de su abuela!

     Emocionada, la sacó del sobre, la carta estaba escrita con una delicada caligrafía y junto a esta, había una fotografía de la localidad que siempre había escuchado hablar de parte de su abuela: Ponyville. En la postal se podía observar lo que parecía ser un pequeño pero bonito estanque con algunas casas alrededor. Leyó el escrito, resulta que la carta fue enviada dos días atrás, su abuela vendría de visita el jueves por la tarde, ¡eso quiere decir mañana!

A Pinkamena le contentó la noticia de la llegada de su segunda figura materna, pero al mismo tiempo, no quería que supiera lo que le preocupaba o que la viera de esa manera.

     Entró a su hogar para contarles a sus padres y hermanas sobre la carta, Igneous estaba emocionado (a su manera) de volver a ver a su madre y ambos progenitores esperaban que dicha visita pudiera animar a su hija.

     Como ya era tarde, todos se dispusieron a acostarse para poder levantarse mañana temprano, pero Pinkamena quiso primero llevarse un poco de agua, así que fue a la cocina. Tomó la jarra de porcelana y sirvió el líquido incoloro en un vaso de vidrio. No faltaba demasiado para que el otoño llegara, observó por la ventana el oscuro cielo nocturno veraniego, al sólo mirar la luna creciente, a pesar de que no fuera tan visible por la grisácea nubosidad, sentía que la tristeza la invadía. Era algo singular que aquel astro fuera capaz de transmitir toda la melancolía e impotencia con solamente mirarla, como si fuera algún pony real que te transmite su pena, demostrando su debilidad pero al mismo tiempo trata de empatizar contigo, comprendiendo tus problemas haciendo que te desahogues junto a ella.

Love in War (Pausada)Where stories live. Discover now