II

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La noche fue pesada, bastante, el daba vueltas y vueltas sobre la cama, aunque se movía de un lado a otro y cerraba los ojos un millar de veces, no se quedaba dormido, hasta que en una de esas, el rubio logró viajar al reino de los sueños, cuando los rayos del sol se colaban por el cristal de su cuadrada ventana cayendo sobre su cara blanquecina, fue que empezó a abrir los ojos lentamente, soltó un pequeño bostezo y terminó de abrir los ojos, puso una mano sobre su cabeza, suspiro y amaneció con un dolor de cabeza que ciertamente no podía aguantar, en cuanto se "Despertó por completo" se le vino a la mente esa sonrisa de aquel ser al que había ayudado la noche anterior, no podía evitar recordar esos ojos tan bellos, cristalinos y profundos, sus cabellos negros como si de un pedazo de obsidiana se tratará, sus labios rosados y finos, y ese cuerpo delicado, odiaba recordar como parecía ser que alguien intentaba abusar de... ¿Ella o el? Aún no se podía creer que fuera un hombre, ahora estaba algo fastidiado, el sólo hecho de pensar que pensaba tanto en un hombre, el hecho de pensar más en un hombre que en el beso de una hermosa mujer, de las más populares en cuanto a amigos se refiere. Tock Tock el sonido de la puerta sonaba y sonaba varias veces, después de un "Pase" por parte de Fugo, Abbacchio abrió la puerta y se adentro a cuerpo medio mostrando así sólo su cabeza asomada, el rubio lo vio y el albino separó sus labios para enfatizar.

-Buenos días, Fugo. -Comentó el de cabellos plateados.

-Buenos días, Leone, ¿Buscas algo?

- No, no es eso, Verás, creo que deberías disculparte con Bruno, ya sabes, tú tono y palabras le dolieron bastante.

- Yo... lo haré, gracias Abbacchio.

-Y tú desayuno está abajo, te recomiendo disculparte ahora temprano, el y yo saldremos de compras en la tarde y tal vez volvamos en la noche.

-Esta bien... -Comentó Fugo viendo como el albino salía de su habitación.

Sabía que debía se disculpar, pero realmente no quería hacerlo, los motivos eran variados, no tenía cara para hacerlo, seguro Bruno lo castigariá por no respetar, aunque todo eso eran excusas para no decir que la verdadera razón era su mugroso orgullo. Apartó su sabana morada y la dejo a un lado de si mismo, salió de la cama y se puso sus pantuflas moradas, aún con su pijama blanca de rayas moradas, salío de la habitación y bajo las escaleras, se fue hasta la mesa del comedor y ahí observó, le habían preparado un sándwich, chocolate caliente y adentro del líquido, pequeños malvaviscos, pegada a la taza blanca con el líquido caliente en su interior, se encontraba una pequeña nota.

"Hola, Cariño, espero y amanezcas bien, hoy tuve que ir al trabajo un poco más temprano de lo habitual, sabes como es mi jefe, no olvides que te amo, te hice este desayuno con todo el cariño, de mi trabajo saldré con Leone a comprar unas cosas, lamento no estar presente hoy, nos vemos, cuidate y no olvides bañarte temprano, hacer la cama y organizar tú cuarto, ¡Te amo! ♡"

Al lado del pequeño corazón había un dibujito en miniatura de la cara de Bruno, el rubio sólo río en voz baja y soltó un "Tan infantil como siempre..." se sentía realmente mal por haberle comentado lo de aquella noche, guardo la pequeña nota el bolsillo de su pantalón, agarró la comida y se dirigió al sillón, luego de 20 minutos en los que tardó sólo 8 en terminar de comer, se levantó del cómodo mueble de tono azul marino, estaba pensando en que palabras usar para disculparse, dejo el pequeño plato y la taza en el fregadero, las lavo, luego de eso, se dirigió al cuarto de baño donde guardaba su toalla morada con rosado, se desvistio con normalidad y rapidez, se adentro a la ducha, giró la llave de baño, provocando así que el agua cayera de la ducha, el rubio metió primero su cabeza, luego ambos brazos y por último, el resto del cuerpo. Dio su baño por concluido cuando después de 25 minutos, salió de la ducha, puso su toalla por su cintura y se retiró del cuarto de baño para ir ahora a su habitación, se cambió con una camiseta roja y un pantalón de tono amarillento pero bastante Claro. El tiempo pasaba y ya eran las cinco de la tarde, su lectura se vio interrumpida por el teléfono vibrante que se posaba a un lado de su pierna derecha, la cual estaba junta a la izquierda con las rodillas levantadas y el libro posado en sus piernas y pelvis. Dejó el objeto de pasta dura a un lado y agarró su teléfono notando un mensaje de su amigo, Mista, el cual, solía usar "Emoticones" tontos pero que debía de admitir que en ciertas ocasiones le causaban gracia.

Volare Contigo... [FugoNara]Where stories live. Discover now