𝘥𝘪𝘦𝘤𝘪𝘴𝘦́𝘪𝘴

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Disculpen los errores.

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MinGyu ha acompañado a WonWoo hasta su casa.

Es domingo y el mayor había invitado al pelinegro a salir. Todo el día en el centro comercial, entrando a tiendas, comiendo deliciosa comida, viendo una película en el cine y finalizando con un helado de fresa... se habían llevado todo el día fuera y en este momento, ambos se encuentran a unos pasos del pórtico de la casa del menor, cubiertos por el manto nocturno del cielo.

—Gracias por acompañarme hasta acá, Minnie. Aunque no tenías que hacerlo.—las mejillas de WonWoo están pintadas de un lindo rosa.

—Sé que no tenía que hacerlo, pero quería, bonito.—dice MinGyu con una sonrisa en su rostro.

La luz de la luna cae como un precioso manto sobre WonWoo, y la forma de ésta se refleja en sus ojos, haciendo destacar aún más ese característico brillo en ellos.

La sonrisa en el rostro de WonWoo es tan bonita, haciendo que su nariz se frunza y que sus ojitos felinos se vuelvan chiquitos.

MinGyu siente que puede echarse a llorar en cualquier momento.

—Bueno, pues aún así gracias, Minnie. Y gracias por el día de hoy.

—¿Te la pasaste bien?

—¡Síp!—exclama, abriendo sus brazos enfatizando su afirmación.—Todo fue muy divertido y muy lindo. Excepto la película.—comenta haciendo un puchero.

—¿No te gustan las películas de terror?—WonWoo niega efusivamente y MinGyu abre su boca fingiendo, exageradamente, sorpresa.—¿Y por qué no me lo dijiste?

—¡Te lo dije antes de que compraras las entradas, Minnie mentiroso!—exclama cruzándose de brazos y pronunciando su puchero.

MinGyu no puede dejar de ver ese puchero.

Ha estado tentándolo demasiado todo el día, y él no puede ser fuerte todo el tiempo; hay momentos en los que es débil.

Como ahora.

—Bonito, quiero darte un beso...—dice mirando los labios rosados del contrario.—¿Puedo?

—Minnie, ni siquiera tienes que preguntar, bobis.—dice con una risita tierna que manda azúcar al sistema de MinGyu.—Hazlo.—dice cerrando sus ojitos.

El mayor sabe que WonWoo no ha entendido el tipo de beso que está pidiéndole, pero ha estado demasiado tiempo restringiéndose a sí mismo y ya no puede más.

Es como una necesidad enfermiza.

Así que, con un nudo en la boca del estómago y el corazón a punto de salirse de su pecho, se acerca lentamente al contrario, dejándose marear por ese aroma a lavanda que WonWoo desprende.

Sólo cuando sus narices rozan, el menor abre sus ojos, notando a MinGyu a centímetros de su rostro.

—Bonito, perdón, pero cada vez me haces más y más difícil poder controlarme.—dice quedamente.

—Minnie...

—Por favor no me odies...

Y después de decir aquello, termina con la distancia entre sus bocas, uniendo por primera vez sus labios con los ajenos, saboreando la fresa del helado que le había comprado a WonWoo hace un ratito.

Los labios del menor son suaves, carnosos y esponjosos.

Unos cuantos segundos y MinGyu está por separarse, pero sin que lo vea venir, WonWoo rodea su cuello con sus brazos, enredando los dedos de su mano en su cabello.

Y profundizando el beso.

Sus bocas se mueven en sintonía, sus narices chocan ligeramente entre ellas cuando cambian el ángulo de sus cabezas. Ambos pares de ojos cerrados perezosamente, las manos de MinGyu en las caderas ajenas.

Puede que sean sólo segundos o quizás sean minutos, MinGyu no lo sabe y tampoco es como que le interese mucho, porque sea el tiempo que sea, él se encarga de grabar en su memoria cada detalle de aquel beso.

Sus pulmones comienzan a suplicar un poco de oxígeno, pero ellos se rehúsan a separarse, como si se necesitaran más que al aire.

Finalmente, es WonWoo el primero en separarse, no sin antes arrancarle un quedo gemido a MinGyu al morder, un tanto rudo, su labio inferior y tirar de él al alejarse.

Sus respiraciones están jodidamente agitadas, sus corazones laten tan rápido en sus pechos que comienza a dolerles.

Cuando MinGyu abre sus ojos de vuelta, WonWoo tiene un brillo peculiar en sus ojos, sus mejillas sonrojadas y una bonita sonrisa en el rostro.

—Regresa con cuidado, Minnie.—le dice simplemente y se aleja, caminando hasta el pórtico para llegar a la puerta y adentrarse a su casa.

MinGyu está tenso en su lugar, mirando aquel rectángulo de madera por donde ha desaparecido su pequeño, preguntándose qué jodidos acaba de pasar.

Porque está un ochenta y cinco por ciento seguro de que la manera en la que WonWoo movió sus caderas al caminar no es jodidamente normal.

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akfuqbdbajdfuwbfklp memocioné tanto escribiendo br0 aaaahh

esta historia ya tiene +1k de lecturas y yo-

son los mejores, siempre lo digo y siempre lo diré :((

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son los mejores, siempre lo digo y siempre lo diré :((

los amo milinfinito♡

𝖲𝖮𝖥𝖳 ↬ 𝐌𝐄𝐀𝐍𝐈𝐄Where stories live. Discover now