Capitulo 13

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Me llevo una gran sorpresa al ver que no hay nadie en la sala de estar ni en la cocina cuando me voy a desayunar en la mañana. Todo está en completo silencio. Miro mi comunicador nuevamente para asegurarme de que la hora es la correcta. Lo es. Decido prepararme un café, en silencio, y saco un yogurt. Cuando termino mi pequeño desayuno, lavo lo que he ensuciado y me dirijo al ascensor. Al llegar al vestíbulo, que se encuentra vacío, estoy pensando seriamente si en realidad estoy soñando. Sin embargo, veo a Val saliendo del comedor, sola, y me acerco para preguntarle qué es lo que está sucediendo. Val tiene bajo los ojos unas medialunas moradas que la hacen ver cansada, creo que le llaman ojeras. Al verme sonríe, pero noto que se parece a mí cuando no logro dormir bien.
-¿Qué haces despierta a esta hora Leah?-me pregunta. Me detengo a unos pasos de ellas y la miro confundida.
-El entrenamiento inicia a las ocho ¿no?-le digo confundida. Val me sonríe y suspira.
-Oh, lo siento Leah. Se me ha olvidado decirte que, cuando hay una celebración las actividades se retoman a mediodía-me dice Val apenada.- Anda a descansar. Por cierto, me gusta mucho tu ropa.
Asiento con la cabeza y sonrío avergonzada durante un segundo antes de poner nuevamente mi careta inexpresiva. Me volteo y comienzo a caminar de vuelta al ascensor. Por las grandes puertas de vidrio que dan hacia el exterior, observo a Thomas, sentado en el suelo a la orilla del primer piso del jardín. Medito por un minuto si me devuelvo a la cama o me acerco a él, y decido que prefiero conversar un rato. Thomas es agradable y siempre me saca una sonrisa. Salgo por las grandes puertas, y noto por las nubes que pronto se pondrá a llover. Thomas se voltea a verme, se levanta de su improvisado asiento y me sonríe.
-¿Qué haces aquí a esta hora, Leah?-pregunta. Me encojo de hombros y esbozo una pequeña sonrisa.
-Nadie me ha dicho que las actividades se reiniciaban a mediodía, por lo que me desperté a la misma hora de siempre-le explico.
-Oh, lo lamento. Debí haberte avisado-me dice disculpándose.
-Está bien-le digo, me sonríe y me ofrece sentarme junto a él. Me siento y él se coloca más cerca de mí, casi rozando nuestros brazos.
-Anoche no te he visto, ¿no quisiste ir?-me pregunta educadamente. Niego con la cabeza.
-No me siento lista-le digo. El me mira.
-Lo entiendo. Puede ser abrumador.
Me quedo mirando el cielo. Las nubes, la brisa fría y la humedad en el ambiente me hacen recordar a mi antiguo hogar. Por extraño que parezca, necesito que la lluvia caiga y necesito sentirla en mi piel. Recuerdo esas tardes en que salía a correr bajo la lluvia, con Alice insistiendo en que lo dejáramos, y yo sin hacerle caso.
-¿Te gustaría que te pasara algunas canciones?-me pregunta. Desvío mi mirada del cielo a él.
-¿Canciones?-pregunto.
-Sí. Hay millones, y estoy seguro de que hubieron más en su momento-dice Thomas.- Creo que deberías ir acostumbrándote, algún día iras a una celebración ¿no?
Asiento con la cabeza. Thomas me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.
-Tu ropa está muy bonita-me dice. Me sonrojo un poco y le sonrío agradecida.
-Gracias, Joy me obligo a comprarme ropa ayer-le digo, encogiéndome de hombros.
-Joy es muy cercana a ti-me dice Thomas. Sonrío levemente.
-Creo... que es mi amiga-le digo.
-Me alegra-dice Thomas, y coloca su mano sobre la mía.
Algo extraño pasa cuando coloca su mano sobre la mía, me sonrojo y desvío la mirada hacia el jardín. Una gota cae sobre el dorso de mi mano libre, y miro al cielo. Las gotas comienzan a caer en mi rostro, y sonrío abiertamente. Me levanto del suelo y comienzo a girar, sin dejar de mirar al cielo. Una luz cruza el cielo y luego se escucha un trueno. Me rio. La lluvia comienza a caer fuertemente, pero yo abro los brazos y dejo que me empape.
-Leah ¿Qué estás haciendo?-me pregunta Thomas, entre risas.
Me quedo allí y cierro los ojos. Joy probablemente se enojaría si supiese lo que le estoy haciendo a mi ropa nueva, pero no me importa.
-Leah, vamos-dice Thomas, abro los ojos, se encuentra de pie junto a mí.
-¿Por qué?-pregunto. Thomas me sonríe.
-¿Quieres enfermarte?-me pregunta. Suspiro, porque tiene razón. Me ofrece su mano, la tomo y corremos de vuelta al vestíbulo.
-Anda a cambiarte antes de que Agnes te vea, porque te regañara-me advierte Thomas. Asiento con la cabeza y me alejo.
Corro hasta el ascensor, mientras que él se va a los baños junto a las salas de entrenamiento. Una sonrisa de oreja a oreja se extiende por mi rostro, y no me molesto en ocultarla. No sé por qué me alegra tanto la lluvia, pero no me importa, en este momento me siento feliz.
Llego a mi piso, y camino sin apuro por el pasillo para llegar a mi habitación. Sin embargo, me detengo en seco cuando veo a Aiden, en el pasillo, junto a la cortina de mi habitación. Se voltea cuando escucha mis pasos, y su expresión de sorpresa dura unos segundos, para después mirarme de arriba abajo con una sonrisa divertida. Me sonrojo y observo como voy botando pequeñas gotitas de agua al suelo. Me armo de valor y camino los pocos pasos que me faltan para llegar a mi habitación. Lo miro e intento mostrarme inexpresiva, pero algo pasa en mí que me impide borrar mi sonrisa del todo. Sus ojos brillan de una manera que nunca antes había visto, pero creo que es por la luz.
-¿Qué haces aquí?-pregunto en tono monótono. Estira el cuello y chasquea la lengua.
-Vine a decirte que las clases comenzaban a mediodía, pero veo que llegue tarde-dice. Ríe por lo bajo y sacude la cabeza.- Veo que no bromeabas cuando decías que te gustaba la lluvia.
Sus ojos atrapan los míos, y vuelvo a sentir como unos cables me obligan a mirarlo, impidiéndome moverme. Una parte de mí se sorprende de que aun recuerde que me gusta la lluvia, se lo dije hace semanas, y otra parte se remueve, sintiendo un cosquilleo en mis manos y en mi estómago.
Aiden estira su mano lentamente, y mi corazón comienza a latir frenéticamente. Toma un mechón de mi cabello mojado que cubre mi mejilla y lo coloca detrás de mi oreja. Luego, como si no se hubiese dado cuenta de lo que ha hecho, baja su mano y la empuña. La sonrisa se esfuma de su cara y endereza su espalda.
-Deberías ir a cambiarte, podrías enfermarte-dice en un tono plano, como el que uso yo.
Los cables imaginarios desaparecen, y logro mirar hacia mi cortina. Coloco mi tarjeta en el sensor y abro la cortina. Doy un paso dentro, y entonces su mano se coloca sobre mi antebrazo, sintiéndose como fuego, a pesar de que estoy empapada y con frio. Volteo lentamente y lo veo. Su semblante nuevamente a cambiado, ahora es suave, y creo que ¿nervioso? No estoy del todo segura. Sus cambios de humor, el cómo un momento esta con el ceño fruncido y al siguiente me toca con delicadeza y su mirada se vuelve suave me tienen al borde de la locura. ¿Por qué tiene que ser tan voluble?
-¿Has desayunado?-pregunta.
-Si-respondo. Frunce el ceño durante un segundo y vuelve a mirarme, intensamente. Aun no suelta mi antebrazo, y ese fuego se expande por mi brazo.
-¿Te importaría comer conmigo algo? Si no tienes nada que hacer, claro-dice apresuradamente. Lo miro sin entender del todo su tono de voz. Es casi como si le diera vergüenza. Parpadeo un par de veces antes de contestar.
-Claro-susurro, ya que siento como si tuviese algo en mi garganta que me impidiese hablar normal.
Sonríe de lado, haciendo que mi corazón se acelere aún más y me sonroje. Suelta mi mano y se voltea para ir a la cocina. Me quedo unos segundos mirándolo, y luego recobro el movimiento en mi cuerpo. Cierro la cortina y rebusco en los cajones la ropa nueva. Me coloco unos pantalones negros que Joy eligió para mí y una polera naranja, con cuello en V, de manga corta. Me coloco unos zapatos, ya que mis botas también se han empapado. Cuando estoy por salir, recuerdo que hace frio, así que saco un chaleco tejido gris, sin botones. Me dirijo al baño para secar mi cabello rápidamente, y mis rizos se forman de manera automática, aun mas esponjosos que antes. Salgo de mi habitación y camino con prisa a la cocina, ansiosa. Me detengo cuando estoy por entrar a la cocina, sintiéndome una tonta por llegar casi corriendo.
Aiden se gira y me mira. Sonríe y se voltea para seguir cocinando. Está en la tostadora, haciendo unos sándwich. Me acerco a él lentamente. El olor a queso y especias me hace salivar. Mi escuálido desayuno no fue suficiente. Miro alrededor, algo nerviosa de que no es encuentren aquí solos, pero el lugar esta vacío. Frunzo el ceño, no entiendo por qué me preocupa que nos vean solos. Me muerdo el labio mientras observo, a un par de metros de distancia, a Aiden cocinando. Está concentrado, lo puedo notar. La luz de la máquina de café llama mi atención. Me acerco a esta y saco la taza verde que ahora está llena de una humeante bebida color café, pero que no huele a café, sino a algo más dulce.
-Gracias-escucho a mi lado. Me volteo y le entrego la taza a Aiden. Esta tan cerca que me hace sonrojar.
-De nada-digo mirando el suelo.
-¿Quieres uno?-me pregunta, señalando su taza. Lo miro y me encojo de hombros.
-Ya he tomado café-le digo. Se ríe, con esa característica burla.
-Es chocolate caliente-me dice arqueando las cejas. Niego con la cabeza.
-Me serviré un jugo-le digo. Doy un paso, pero él me bloquea el camino.
-Te lo sirvo yo. Anda a sentarte y come tu pan antes de que se enfríe-me dice. Su amabilidad me confunde. Gira sobre sí mismo y se acerca al refrigerador.
Camino hasta donde ha dejado los platos con los sándwich, y también veo que hay pedazos rectangulares de queque. Me siento y espero a que llegue Aiden. Pocos segundos después, me coloca un vaso con jugo de frambuesa (una fruta roja un tanto acida, pero que me ha gustado mucho) y se sienta con su taza de chocolate caliente. Toma un sorbo de su taza y la deja en la encimera. Voltea su silla para mirarme y sonríe. Lo miro de reojo. ¿Es normal que cambie de humor cada cinco segundos? Creo que debo preguntarle a Joy, porque si sigue así, me va a dar dolor de cabeza.
-¿Qué hiciste anoche?-me pregunta. Me encojo de hombros y cojo mi vaso. Le doy un sorbo antes de responder.
-Nada, me dormí-le digo. Me sonrojo al recordar que soñé con él nuevamente.
-Debiste haber ido, fue... agradable-dice. le da una mascada a su sándwich.
-Fue agradable dormir-le digo. Se ríe, y luego mi silla se gira para quedar mirándolo cara a cara. Me afirmo a la encimera y veo que él me ha hecho girar. Frunzo el ceño.
-Perdón, pero cuando hablo con alguien quiero que me mire a la cara-dice con su voz burlona. Lo ha hecho para molestarme, estoy segura. No oculta su sonrisa divertida.
-¿Y qué hacen en esas... cosas?-pregunto luego de unos minutos en silencio. Me llevo un pedazo de queque a la boca mientras lo observo. Sus ojos me miran, creo que algo sorprendido por la pregunta.
-A veces se me olvida lo poco que llevas acá-dice, entrecerrando los ojos. Frunzo el ceño.
-¿Eso es bueno o malo?-pregunto. Se inclina un poco, es casi imperceptible, pero el solo hecho de tenerlo un centímetro más cerca hace que me comiencen a sudar las manos.
-Creo que es bueno-dice. Vuelve a sonreír.- Hay algo de música, algunos bailan, también hay comida y bebidas. En lo personal, me gusta conversar. Bailar no me llama la atención.
-¿Por qué no?-pregunto. Aiden sacude un poco la cabeza y voltea la cabeza para beber otro sorbo de su taza.
-Si supieras lo que es bailar, no me lo preguntarías-me dice. Frunzo el ceño. Se lo que es bailar, me lo ha mostrado Joy y Brent en las películas. Nuevamente me trata como si fuese una niña, y me hace enfadar de sobremanera.
-Se lo que es bailar-le digo en tono brusco. Aiden voltea a verme, sorprendido. Al ver mi rostro sonríe y luego suelta una risa por lo bajo.
-No te enojes, perdóname. No tenía idea de que lo sabias-me dice. Sonríe de lado, e ignoro el aleteo frenético de mi corazón. Aún sigo enfadada.
-Se más de lo que crees-le suelto. Arquea una ceja y ríe por lo bajo.
-Al parecer si-dice, sin borrar de su cara esa sonrisa burlona. Estira el cuello y se inclina otro poco.- Si sabes lo que es bailar ¿Por qué me lo preguntas? Pensé que a ti tampoco te iba a gustar.
-No me gusta. Creo. Pero mis razones no tienen por qué ser tus razones-le digo, entrecerrando los ojos.
-¿Y cuáles son tus razones?-me pregunta, inclinándose otro poco. Comienzo a respirar más agitadamente, me pone nerviosa tenerlo tan cerca.
-Demasiado... contacto-susurro.- Están siempre muy cerca.
Aiden sonríe. Me observa unos segundos y se aleja, volviendo a su postura original. Lo observo detenidamente, y me causa terror cuando siento que me agradaba cuando estaba cerca.
-Lo sabía-me dice. Frunzo el ceño, si no le gusta la cercanía ¿Por qué siempre se coloca cerca de mí? ¿Por qué deja que Sunny lo abrace? Sacudo la cabeza y me dedico a comer.
Cuando terminamos de comer, comenzamos a ordenar, llevamos los platos y tazas sucias al lavavajillas en silencio y cuando acabamos, me apoyo en la encimera y me cruzo de brazos, mirando el suelo. Aiden me mira y se acerca. Soy más pequeña que él, pero de la forma en que me mira, siento como si me hubiese encogido. Se rasca la nuca, y mira hacia la sala de estar.
-¿Quieres ver una película?-me pregunta. Su propuesta me toma por sorpresa. Parpadeo, con la boca entreabierta. Trago saliva y miro el suelo, su mirada me intimida.
-Bueno-digo. Aiden se gira y comienza a caminar hacia la sala. Le sigo de cerca. No me imagino a Aiden sentado viendo una película.
-¿Cuál quieres ver?-me pregunta, mientras se agacha cerca de la pila con películas. Me siento en el sillón.
-Me da igual-le digo.
Observo como coloca una película y luego se sienta junto a mí, dejando medio metro de distancia entre nosotros. Parte de mi quiere que esté más cerca, y otra, agradece que este lejos. Mis manos cosquillean. Observo la pantalla plana y comienza una película en blanco y negro.
-¿Has leído de la segunda guerra mundial?-me pregunta Aiden. Lo miro. Tiene sus brazos cruzados sobre su pecho, y me mira detenidamente.
-Si-le digo. Asiente con la cabeza.
-Esta película está relacionada con eso-me dice. Asiento, sin saber que responder.
-¿No la has visto?-me pregunta.
-Creo que no, no he visto una película en blanco y negro hasta ahora-le digo.
-Se llama "La lista de Schindler"-dice.
-No, no la he visto-le digo. Sonríe y voltea su cabeza para mirar la pantalla.
Me concentro en la película. Me cruzo el chaleco, ya que me da un poco de frio. Levanto mis piernas y me las abrazo. Miro de reojo cada cierto tiempo a Aiden, y en más de una ocasión cruzamos miradas. Aiden pausa la película después de una hora.
-¿Quieres un vaso de agua? Me dio algo de sed-me dice.
-Sí, gracias-le digo. Se levanta del sillón y vuelve en menos de un minuto con dos vasos de agua.
-Ten-me dice entregándome un vaso. Se vuelve a sentar, y esta vez está a unos diez centímetros de distancia. El mismo cosquilleo que sentía en mis manos aparece en mi estómago.
-Gracias-le digo. Bebo un sorbo, mientras Aiden vuelve a colocar la película.
Dejo el vaso en la mesita y me reclino en el respaldo del sillón. Aiden deja el vaso junto al mío y me imita. Un escalofrío recorre mi espalda, estoy demasiado consciente de la distancia corta que nos separa, y parte de mi piensa que sería agradable que me abrazara. Reprimo ese pensamiento y me concentro en la película.
-¿Estas bien?-me pregunta Aiden. Lo miro. Noto que tengo mis manos empuñadas.
-Si-le digo, y vuelvo a mirar la película, relajando mis manos.
Aiden coloca su brazo derecho sobre el respaldo. Su mano roza mi cabello, y siento como comienzan a aflorar los nervios en mí. Cuando comienza la escena de los niños escapando y ocultándose me concentro aún más. Observo a la niña del abrigo rojo, el único color en la película. Noto que en la republica querían que todos fuésemos así: blanco y negro, o más bien gris.
-¿Realmente fue así?-pregunto a Aiden, volteándome a mirarlo. El me mira y asiente.
-Por lo que he leído, si-me dice.
Continúo mirando la película. Empiezan a quemar cuerpos, y vuelve a aparecer el abrigo rojo de la niña, ahora muerta. Me pregunto si habrán echo eso con Olive. Sin poder controlarlo, comienzo a llorar en silencio. La muerte siempre ha estado en la historia de la humanidad, la muerte de inocentes, la muerte injustificada. La mano de Aiden se posa en mi mejilla, limpiando la lágrima que escurre por ella. Lo miro. Me sorprende que su toque no me haya echo arrancar, y al contrario, me gusta.
-¿Te recuerda a tu amiga?-me pregunta. Asiento con la cabeza, incapaz de emitir palabras.
Aiden acorta los centímetros que nos separan. Con delicadeza, coloca su brazo derecho sobre mis hombros. Su mano izquierda toma mi mano y entrelaza nuestros dedos. Lo miro indecisa, y algo aterrorizada de la cercanía. Sin embargo, su calor me tranquiliza. Me mira atentamente, como cerciorándose de que lo que está haciendo no me incomoda.
-¿Estas bien?-pregunta en voz baja.
-Si-susurro. Aiden sonríe y vuelve su vista a la película.
Me concentro lo más que puedo en la pantalla. Sin querer, apoyo mi cabeza en su hombro, pero él no se inmuta, así que me armo de valor y la dejo ahí. Su pulgar acaricia el dorso de mi mano. Mi corazón late desbocado, y el fuego que produce su contacto llega a mi columna vertebral, haciendo que me recorra un cosquilleo por esta. Nos quedamos así hasta que la película termina. Creo que ha sido la película más larga que he visto hasta ahora. Levanto mi cabeza y me muerdo el labio, avergonzada de haber estado así con él. De haber estado tan juntos, tanto tiempo.
-¿Te ha gustado la película?-me pregunta. Sonrío.
-Sí. Es triste, pero... me gusta, mucho-le digo. Aiden sonríe ampliamente.
Aiden se endereza, su brazo suelta mis hombros, pero no mi mano. Se voltea para quedar frente a mí, e instintivamente le copio. Miro nuestras manos entrelazadas. Se siente... bien. Eso me recuerda lo que Joy decía de los besos. Me sonrojo de solo pensarlo.
-¿Entrenamos hoy?-pregunta Aiden. Levanto la cabeza y lo miro.
-Sí.
-Creo que empezaremos a mejorar tus golpes-me dice. Asiento con la cabeza.
Su mano sigue sin soltar la mía, y por un momento pienso que quizás se ha olvidado que me la ha cogido, pero entonces sus ojos dejan los míos y miran nuestras manos. Esta es una faceta completamente nueva de Aiden. No ha sido irónico ni se ha burlado de mí en todo este tiempo, algo que me impresiona. Lo miro detenidamente. Levanta su mirada y sus ojos se clavan en los míos. Los cables invisibles aparecen. Mi respiración se agita y mi corazón comienza a latir desenfrenado. Por más que quiera, no puedo despegar mis ojos de los suyos. Un hormigueo recorre mi espalda, estamos cerca, demasiado cerca. ¿Estaré imaginándome lo que está pasando o realmente se está inclinando? Su mano derecha toma uno de mis rizos y lo peina. El sonido de una cortina cerrándose nos hace saltar y Aiden me suelta. Joy aparece por el pasillo, con el cabello despeinado y en pijama. Camina con desgana, pero cuando nos ve, abre sus ojos como platos y parpadea repetidamente.
-Hola-dice, mirando a Aiden y a mí, sorprendida.
-Hola Joy-dice Aiden, con su tono brusco de siempre. Se voltea y me mira.- Nos vemos en la tarde.
Aiden se levanta del sillón de un salto y sale caminando rápidamente por el pasillo. Joy se sienta cerca de mí, mientras yo sigo mirando el pasillo por donde se fue Aiden.
-¿Está todo bien?-pregunta Joy, la miro.
-Si-digo.- Todo bien.

Prohibido enamorarseWhere stories live. Discover now