Uno: Hunter

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Tense tan solo un poco más la cuerda de mi arco, esperando.

Solo esperando.

Mis orbes verdes se mantenían pegados a mi objetivo. Mi respiración era calma y algo lenta para que mi presa no pudiera escuchar el palpitar de mi corazón.

Estaba lista, pero debía esperar.

Escuché entonces el silbido de un ruiseñor, esa era la señal de Robin.

Disparé.

La flecha rozó mis dedos, o al menos el cuero de mis guantes, con su dureza y rapidez antes de llegar a su objetivo, su chillido no hizo más que provocarme una sonrisa al saber que había atinado.

—¡Por él! —gritó mi hermano bajando de un salto de un pino al lado del mío, del cual descendí de la misma forma.

Mis primas aparecieron con sus dagas y pistolas de plata en ristre, mientras yo ponía otra flecha en mi arco apuntando a la bestia que era acorralada por nosotros, que a pesar de tener una flecha escociendo le el lomo seguía gruñendo y protegiendo a un lobo más pequeño que él.

Mi hermano recargo su escopeta en su hombro con una sonrisa de oreja a oreja, mirando burlonamente al animal.

—Red. —lo miré de reojo aún en posición por cualquier movimiento brusco.— revisalo.

Solamente asentí dejando mi arma a Raven, quien era la más cercana, antes de acercarme al Lobo cobrizo que iba de a poco perdiendo las fuerzas debido al veneno que residía en mi flecha. Mis pasos eran firmes hasta colocarme a su lado y posar mi pie con fuerza en su cabeza haciéndolo quejarse del dolor. Ignoré su sufrimiento para revisar su oreja izquierda y ver el símbolo en está.

La huella de un lobo en tinta negra con tan solo tres garras. Sonreí al reconocerlo.

—Es un Beta.

Mis primas profirieron un chillido de emoción, al igual que Robin, quien soltó un grito de alegría.

—Mierda, sí. La abuela estará feliz. —rió parándose a mi lado para observar al licántropo a mis pies, literalmente.— Roxy.

Solo se escuchó un disparo limpio al momento en que la pelirosa tiró del gatillo de su arma para acabar con el sufrimiento de la bestia. Saqué la bala de la frente del Licántropo, sin ningún cuidado, para que no disolviera con sus propiedades el resto del cuerpo.

 Pero nos volteamos al escuchar un chillido lastimero, el cual provenía del lobo pequeño al que anteriormente el Beta protegía.

Robin negó divertido al ver la expresión y actitud sumisa del lobo.

—Es solo un omega, dejémosle ir.

El lobo más pequeño empezó a alejarse al escuchar tal cosa, a pasos temerosos. Nosotros también estábamos a punto de retirarnos cuando mis ojos captaron algo en ese animal que de apoco se iba haciendo una mancha a lo lejos.

Una media luna dorada con una estrella en el medio en su pata trasera derecha.

—Robin, no es solo un omega. —al instante todos detuvieron su avance y voltearon a verme con curiosidad.

Luego de pensar en todos los símbolos que mi madre me enseñó, todos los que distinguen a un lobo pude reconocer ese. El cual era uno de los más importantes de todos.

El licántropo de pelaje blanco cual nieve también se giró a verme, con el temor desbordando sus ojos azules y luego empezó a correr por su vida.

—¡Es una Luna, atrapenla! —ordenó el pelirrojo a mi derecha disparando en dirección de nuestra presa al reconocerle también, pero era muy ágil.

Cacería LunarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora