el salón,
estruendoso
como el eco sordo de mi grito
que se escucha en todo el salón
donde sólo mis pensamientos
yacen aglomerados
y no quieren escapar
porque tienen miedo a ser rechazados
o juzgadosel salón cierra a la media noche,
donde mi mente descansa
hasta cuando la luz se refleja
en mi rostro
y su manifestación se asoma
una vez másel salón es quejumbroso y eterno;
puede hablar,
en las paredes
se quedan impregnados
los versos que escribía,
lograron plasmarse
cuál papel rebosante
de palabras infinitas
que intentaba expresara veces camino
por los pasillos del salón,
con una linterna entre mis manos,
con miedo
a lo que me pueda encontrar
en lo más profundo
de mis afligidos pensamientossiento que soy mi propio guía
y no lo quiero admitir
por el hecho de querer
encontrar un director
para la obra que he creado en el salónsu nombre es incierto
pero se trata de mi
en tiempos de melancolía