14. Calendario Lunar.

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—... y así, fue como se fundó el colegio...

El profesor Bins estaba recibiendo el absoluto desinterés por parte de los estudiantes, cuando la mayoría se encontraban dormidos, algún otro mirando a la ventana, yo estaba concentrada anotando cosas al final de mi libreta.

Hoy debería comenzar el fin de semana (si tenía suerte y sobrevivía a esta clase), ayer, cuando me encontraba releyendo el diario, vi que me había desviado mucho de mi misión principal. El hecho de que haya dejado de describir los susurros no significa que hubiesen desaparecido.

Había descartado mis dudas acerca de la ministra de magia, no vale la pena. Pero ahora pensaba más en mi padre, no sabía nada de él, lo cual era extraño. Siempre buscaba hablar conmigo.

—Camila —alguien pateó mi asiento llamándome la atención. Levanté el rostro de mi libreta y vi a mi lado, las gemelas me miraban inquietantes.

—¿Ya acabó la clase?

El par asintió, tomé mis cosas y las guardé en la mochila, al cerrar la libreta la flor bailó. Sin embargo, las mismas albinas volvieron a interrumpir mis pensamientos interesantísimos.

—¿Cómo sigue tu brazo?

—Bien —contesté centrada en mi labor.

—¿Sabes quién es la bruja? —asentí comenzando a caminar con ellas.

—Es una ascendiente mía.

Entonces, ocurrió algo genial. Cada una me tomó por un brazo y marchamos al unísono. Lo curioso era, que su paso solía ser diferente al mío, mientras yo buscaba ir apresurada, corriendo y saltando; ellas iban serenas, como si el mundo fuera suyo... pero de una manera diferente.

Logré adentrarme en esa vibra.

—¿Cómo hablarás con ella? —habló la de mi derecha.

Vacilé un poco antes de decirlo— Aún no lo sé —afirmé, "No lo sé" esas palabras cuestan la vida... algunas veces.

—Debe tener un motivo...

—Para apegarse a ti.

Cuando terminaron su oración en conjunto afirmé mi agarre. Si deseaba hablar con ella, tenía preguntas, entre más leía su historia menos entendía. Tenía miedo. Lo admitía, sentía que mi vida corría un terrible peligro cada día, sentía que en cualquier momento los libros se alzarían y me caerían encima, ahogándome, evitando la posibilidad de pedir ayuda mientras la tinta invadía mi cuerpo y susurrara de entre mis venas "no huiste a tiempo". O que el papel me rebanara en pequeños pedazos, dejándome lista para la parrilla ¿cómo hizo Harry? ¿cómo lo hizo todo? Luego de estar frente a una situación así, lo único que quiero es llorar... pero simplemente no lloro.

Tragué grueso y relamí mis labios, si mis manos no estuvieran ocupadas, juraría que estarían inquietas y entrelazadas.

—Si quieres, podemos ayudarte.

Sabía que aceptar la ayuda de las gemelas era comprometer mi alma y abrirle las puestas al mismísimo Lucifer (no el gato, quien también resulta curiosamente peligroso). Sin embargo, a pesar de que hubiese querido acudir a ellas como mi última carta... la situación exigía lo contrario.

Quería terminar el año tranquila y sobre todo, si algo salía mal (esperaba que no) al menos habría testigos... y se evitarían más catástrofes.

¿Recuerdan esa broma, casi al borde de las vacaciones? La de los papeles voladores. No fueron los merodeadores, me lo callé, intenté engañarme pero no fue así ¡Ya no lo soporto! Evité escribir cosas por si alguien usurpaba el diario ¡Pero es imposible!

Una latina en Hogwarts (ULEH #1)Kde žijí příběhy. Začni objevovat