Una platica de adulterio y una visita al banco

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Es curioso como se dan las cosas, tal vez tu no lo veas de la misma manera que yo, pues estas en medio de la tormenta y yo solo soy un espectador.

Tiempo después de ese idílico día me volviste a llamar, querías que te hiciera un favor y además platicar conmigo, yo como siempre no me negué, te dije que estaba bien, me indicaste que querías verme el jueves, era martes, acepté pero te dije que por favor fuera después de las 12 pues yo tenía clase y a esa hora salía, quedamos de vernos donde siempre, el jueves tuve clase de filología y salí apresurado para verte, por fortuna la universidad no es muy lejos y llegué antes, te compré un chocolate caliente y te esperé unos minutos. Llegaste puntual. Me abrasaste y me diste un beso en la mejilla.

—Oscar, me tranquiliza mucho que aceptaras verme, tengo muchos problemas y tu eres mi confidente, mi diario, pero antes de platicarte ¿me acompañas al banco?

—¿Al banco? Claro no hay problema.

—Si es que necesito crear una cuenta para que me depositen mi ayuda de madre soltera, pero en el que fui no me aceptan mi firma, dicen que no es igual a la de mi identificación.

—A ver déjame ver como haces tu firma y compararla con tu identificación -te respondí extrañado —sabes he tomado algunos cursos de grafología, cuándo me titule haré mi examen para ser perito.

—Si me ayudarías demasiado —dijiste mientras me dabas tu credencial y sacabas un cuaderno y pluma.

En efecto Ana, tu firma era completamente diferente una con otra, miré la estructura y tomé de tus cálidas manos la pluma y acerqué el cuaderno a mí.

—Mira Anita así se hace, ves, no es mi firma y ya se parece —dije riendo.

—No te burles Oscar, esto es serio, necesito esa cuenta —dijiste fingiendo un puchero, de esos que sabes que me deshacen.

—A ver, veamos dijo un ciego -dije mientras te acercaba a mi y sentía tu aroma y tu calidez —mira el primer trazo viene de abajo y continúa hasta el borde haciendo una curva —te explicaba mientras tomaba tu mano, finalmente después de explicarte varias veces y hacer varios ensayos consideré que estabas lista y así te lo dije.

—No Oscar, seguro me devuelven, mejor firmas tú —dijiste riendo inocentemente

—No Ana, ¿cómo vas a creer? Hay que darnos prisa o nos cerraran el banco —te dije con una sonrisa. Sabes solo cuando pienso en ti o cuando contigo estoy sonrió.

Fuimos al banco y nos pasaron rápidamente con una ejecutiva a la cual saludamos, te sentaste y arrimé tu silla, luego me senté yo, nos preguntó que trámite queríamos hacer y dijiste que querías abrir una cuenta para una beca, ella nos pidió a cada uno nuestra identificación y fue por los papeles.

—Hay Oscar estoy nerviosa, ¿qué tal que no me sale la firma? ¿Para qué te habrá pedido tu credencial a ti también? —dijiste nerviosa mientras me tomabas de la mano

—Seguro por si no pagas un crédito que pidas me busquen a mí —dije bromeando, tu abriste los ojos y me apretaste la mano.

—Como crees Ana, es que soy tu testigo y necesitan mi credencial para que firme que te están abriendo una cuenta por tu voluntad —dije riendo, de nuevo hiciste puchero, pero no llegaste a decir nada pues justo entró la ejecutivo y te pidió que llenaras esos papeles. Me preguntabas algunas cosas y te decía.

Finalmente me tocó a mí, me pregunto la ejecutiva que era de ti y yo me quedé en blanco.

—Su cómplice —dije en tono de broma y ella solo se me quedó mirando.

—Es mi novio señorita, no le haga caso, así es el —dijiste sonriendo y tomándome de la mano de nuevo.

La señorita te devolvió la sonrisa anotó el parentesco y me pidió que firmara, seguramente pensó que era un imbécil. Finalmente te dio tu tarjeta y salimos, te indiqué como activarla y fuimos a sentarnos a una banca cerca de la pista de hielo.

—Sabes Oscar, este lugar me gusta mucho, su arquitectura, tiene muchos lugares abiertos y sus pilares se ven resistentes —decías mientras mirabas a todos lados, realmente me encanta la pasión que pones en tu carrera y la emoción en tu voz cuando me explicas algo, que realmente no entiendo muy bien.

—Si es un bonito lugar, vengo seguido a pasear y desafanarme un poco

—Oscar, tengo que contarte algo muy fuerte que pasó —me estremecí, pensé mil cosas pero ninguna se formó con cualidades en mi cabeza

—¿Qué pasa Ana? ¿Te sucedió algo? ¿A tu nena? —respondí asustado

—No ella y yo estamos bien dentro de lo que cabe —respondiste mientras me mirabas a los ojos —lo que pasa Oscar, es que mi papá tuvo una aventura y mi mamá lo descubrió y las cosas no están bien en casa.

—¿Tu papá? ¿tu como te sientes?

—Si con una señora de la colonia, duraron un año, mi mamá los descubrió y han cambiado muchas cosas, ella consiguió un trabajo y mi papá se fue un tiempo de la casa, y ahora mi mamá esta siempre enojada y no he podido hablar con mi papá —me contaste sin quitarme la mirada de encima

—Bueno Ana, es comprensible que tu mamá esté así, su mundo se derrumbó y tiene que buscarle un nuevo sentido a las cosas —trataba de explicarte

—Es que mi familia se esta desmoronando, mi hermana no le habla a mi papá, ya de por si es difícil y yo quedé en medio porque no quiero juzgarlo, pero mi mamá quiere que la apoye. —dijiste mientras te recostabas en mi pecho

—Entiendo Ana, finalmente es algo que tendrá que suceder, pero si tomas partido por alguno de los dos si se reconcilian, la relación con la otra parte será difícil —te dije mientras acariciaba tu cabello.

—Lo se Oscar, sabes, necesitaba decírselo a alguien, tú eres mi confidente y mi diario. Te quiero Oscar

—Yo más Ana, dale tiempo al tiempo, si las cosas se van a solucionar así será, pero es cosa entre tu mamá y tu papá, tu nada debes hacer

—Si tienes razón, es cosa de dos.

Finalmente me diste un beso y me diste las gracias por escucharte, te llevé a tu transporte y te miré como te ibas.

Ana II: ConfesionesWhere stories live. Discover now