9. Resplandor

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Dicen que cuando una persona tiene una vida feliz hay un pequeño resplandor en su frente que no todos son capaces de ver, yo fui uno de los bendecidos al poder notar su diminuta existencia.

A pesar de todas las circunstancias posibles aquí las personas son muy alegres, vidas difíciles y caras sonrientes, tal vez sea porque nos criaron y educaron para mantener esa lucecita encendida.

Algo que he aprendido con los años es que la vida está llena de cambios para todos, sin distinción alguna.

Para mi mala suerte, mi cambio de vida no fue ganarme la lotería, más bien, fue el divorcio de mi matrimonio. A pesar de ello, no me amargué ni nada por el estilo, solo me importaba tener a mi hija conmigo. Al ganar el juicio y tener su custodia todo aumentó su grado de dificultad, comencé a trabajar más horas y tenía que hacerme cargo en su totalidad de mi niña, íbamos a jugar juntos, la ayudaba con sus estudios, éramos felices, eso creía.

Comenzó a llamar mi atención cuando miraba su frente y no estaba su resplandor igual que siempre, ¿Qué era lo que estaba haciendo mal? , me sentía preocupado, debía ser un mejor padre. Le compré cosas, la mimaba, hacíamos todo lo que a ella le encantaba, pero nada funcionaba.

– ¿Extrañas a mamá? –pregunté un día al no ver ningún tipo de progreso.

– La extraño mucho. –su voz se quebró un poco y aquello me rompió a mí, debía recuperar la felicidad de mi hija.

La llame una, dos, diez veces, no tenía respuestas de ningún lado, no la venía a ver, no volvió a aparecer. Me sentía colapsado, abrumado, estresado y todas las palabras malas imaginables.

Mi preocupación se desbordó al notar a mi hija sin resplandor, la había perdido... tomé en brazos su pequeño cuerpo y la senté en mis piernas, acariciando su largo cabello que tanto me encantaba.

– ¿Eres feliz? –tenía miedo de su respuesta, pero aun así intentaba mostrarme lo más calmado posible.

– Sí, porque estoy contigo y yo te amo, papi. –su voz era sumamente adorable y su expresión tranquila, la cual cambió repentinamente al ver mi rostro. – papá... ¿Por qué ya no tienes esa lucecita en la frente?

Quedé en blanco, ella siempre estuvo bien...

El único que estaba perdiendo su felicidad...

Era yo.

Para una noche estrelladaWhere stories live. Discover now