Capítulo 02

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|Regreso|

El viento ondeaba de manera constante, generando que los diminutos y a la vez infinitos granos de arena se elevaran con el. 

El sol poco a poco se acercaba al horizonte, evidenciando el pronto atardecer. 

Sus pisadas cada vez se sentían más y más pesadas.
A diferencia de su largo camino para la llegada del vertedero, esta vez sí que se hundían sus pies en la profundidad de la arena. 

La arena chocaba constantemente en contra su rostro, que tenía pequeñas perlas de sudor bajando de su sien hasta sus mejillas enrojecidas por el calor abrasante que sentía en aquellos instantes. 

Era por esa maldita arena que solía rascarse su nariz de vez en vez. 

De pronto le dieron ganas de estornudar y frunció el ceño. 

Observó hacia el horizonte y sintió como lentamente la temperatura bajaba. 

Debía prepararse y por sobre todo apresurarse, o de lo contrario la oleada de frío llegaría y no tendría piedad con él. 

Entonces giró su rostro hacia su lado derecho, específicamente sobre su hombro. 

Le dedicó una mirada llena de fastidio hacia aquel cuerpo que permanecía sobre él. 

Lo había acabado cargando desde que lo encontró, y como un costal de papas lo lanzó sobre su hombro y caminó incesante, con su mano izquierda con su cantimplora y la otra sobre la espalda baja de aquel androide, sujetándolo con firmeza para que éste no cayera. 

Bebió un poco de agua y lanzó un chasquido de lengua. 
—Tch. —soltó con molestia, observando como aquel androide yacía inconsciente y chocaba continuamente su propia cabeza peliverde en contra su propia espalda y mochila debido a su caminata. 

Sus manos estiradas y totalmente lacias golpeaban sus glúteos y parte de sus piernas. 

Evidentemente le había hartado. 

—Menuda mierda, no sé por qué demonios me moleste en traerte. —gruñó observando hacia el horizonte. 

Calculaba que para llegar a su hogar aún faltaban como mínimo tres horas. 

Tres largas horas en las que sin duda alguna pasaría bastante frío. 

Negó con su cabellera rubia ceniza cubierta por su capucha negra, y acomodó su mochila por sobre su espalda con decisión. 

Dio el siguiente paso para continuar con su caminata hasta que con el impulso, el cuerpo del androide resbaló y cayó como peso muerto sobre la arena. 

Giró sus escarlatas hacia atrás y le miró con cansancio y enojo. 

Katsuki rodó sus ojos. —Ahh… —soltó con molestia, rascándose la nariz una vez más. La maldita arena interferia bastante. 

Le miró detenidamente, observando el cómo parte de su piel nívea con evidentes hematomas se volvía anaranjada debido al atardecer que aparecía frente a ambos. 

Sus escarlatas observaron de manera rápida su vestimenta de manera inconsciente. 

Una playera bastante holgada verde musgo y un pantalón de buzo negro roto y rasgado de su muslo. 

Le faltaban pedazos de tela a ambos, como si aquel androide hubiese estado huyendo de algo, quedándose enganchado en algún lugar, rasgando su ropa e incluso parte de su propia piel, como se veía en su cadera izquierda.

Bakugou se inclinó de hombros. 

¿A quién demonios le importaba? Era un Izkumierda. 

Le dedicó una mirada granate desinteresada y cruzó sus brazos aún detenido en su lugar. —Creo que he sido demasiado considerado contigo. —dijo observando aquellas pequeñas pecas y largas pestañas verdosas camufladas con polvo y arena. 

¡Izkumi, tu acompañante ideal! ¦Katsudeku¦Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang