Siempre había querido tener amigos hombres y una mejor amiga. No conocía a Ramona pero creía que nos llevaríamos bien. Si me llegaba a agradar sin tener mis gustos la podría tolerar, pero si era una sifrina, de verdad, que no podría. Por ahora Jake, Edward y Gabriel son mis únicos amigos sin contar a Ramona. Ramona es un lindo nombre, mi abuela se llama Ramonita, es lindo; es interesante el hecho de que si le pones ''ito'' o ''ita'' a una palabra al final suena más cuchi. 

Al día siguiente por fin habían comenzado las clases extracurriculares, las dictaban en la tarde, después de clase; así que tuve tiempo para arreglarme y llevarme una maleta con ropa y otros varios para la escuela y meterla en mi casillero. Me hice una desordenada cola de caballo, dejando mi flequillo suelto, me puse la chaqueta de cuero de Ana, mi franela holgada de mangas cortadas con el logo de Petra, una licra negra y unas botas marrones de cuero. Bajé las escaleras rápido y agarré mi bicicleta de la escalera.

– ¡Ma’, ya me voy! –grité mientras me reía de mí misma en mi intento inútil de imitar acento sureño. De inmediato salí por la puerta y me encontré ni más ni menos que con la única persona que realmente menosprecio, no odio, menosprecio.

Elizabeth Asnicar.

Elizabeth y yo, no nos llevamos muy bien desde que me volví ''independiente de ella''. Éramos amigas inseparables desde pequeñas pero me volví una piedra en el zapato para ella, por así decirlo; la mencioné anteriormente. Ella es... perfecta en todo lo que hace; a mi ciertamente me da igual, pero al parecer ella quiere avergonzarme en cada una de las cosas que trato de lograr y humillarme con cualquier tipo de rumor o hecho cometido.

Solo espero que no esté en ninguna de mis clases.

– Hola Beth –saludé secamente. No tenía el aspecto arrogante de siempre; eso es raro.

Esplendida como siempre, vestida como si fuese a una pasarela con sus lentes y ropa cara, se acomodó su cabello castaño bañado en laca, quitó los lentes de su rostro dejando ver esos suspicaces ojos azules y respondió:

– Hola Hannah –saludó mientras se cruzaba de brazos examinándome de pies a cabeza disimuladamente, mientras alzaba su ceja derecha y hacía una mueca con su boca. Para evitar malas compañías inmediatamente seguí mi camino hacia el colegio chocándola, no lo hice a propósito. Aunque hubiese querido hacerlo. Con un puñetazo.

Ok, hay que ser mansa Hannah, sé  mansa, me repetía mentalmente a mí misma.

– Mi madre está ocupada, si es lo que te preguntas.

– No lo dudo –murmuró– iba a buscarte a ti.

– ¿A mí? ¿Para qué? –pregunté con curiosidad.

Se acercó un poco bajando algunos escalones de la entrada diciendo decididamente:

– Quiero que te alejes de Jake Love, ¿OK? – ¿está loca?

– No sé de quién estás hablando, e indiferentemente, ya no puedes decirme que hacer y que pensar, ya no– esta chica ya me está colmando la paciencia.

– ¡Ay sí! como que si durante estos últimos 2 años hubieses hecho amigos reales –respondió mirándome suspicazmente con los brazos cruzados, le iba a responder algo pero fue más inteligente a la hora de responder– y no me vengas a decir que sí, porque yo sé que no. Y los libros y la música no se cuentan, experimento fallido de la soledad –Ok, ya se pasó de la raya. ¡Nadie me llama así!

– Quítate de enfrente de mí antes de que mi bota accidentalmente toque tu escuálido cuerpo – amenacé.

– Aun no me has respondido –lloriqueó.

Hannah's DiaryWhere stories live. Discover now