El Pacto

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Nunca creí en el amor a primera vista, pero nuestros corazones imploraban unirse desde que se conocieron. No tardamos en hacer química, luego de un par de risas, ella ya podía predecir mis palabras. Nos enamoramos. Recorrimos muchos lugares en la ciudad, los que ya conocía se sentían como una nueva experiencia, siempre aprendía algo a su lado.

Los primeros meses juntos fueron los mejores de toda mi vida, luego de un largo periodo sin tener motivos para escribir, sus ojos me hicieron tomar mi pluma y mi guitarra. Asistió a cada concierto que di, estuvo ahí cuando grabé mi primer EP, los dos nos embriagamos cuando me llamaron para decirme que había sido un éxito.

Sin embargo, no todo era luz y diversión. Algo que mantiene unidas a las relaciones fuertes es que, luego de un tiempo, ambos son conscientes de que pueden terminar, hacen a un lado las imperfecciones, se aceptan y continúan. Peleamos varias veces, pero nada que una tarde viendo películas y comiendo pizza no pudiera resolver.

Una mañana, me habló para decirme que sus padres iban a salir y que llegarían ya entrada la noche. Pensé que era una insinuación para subir al siguiente nivel, nunca, en nuestros cuatro meses, habíamos tenido esta oportunidad. Llegué a su casa, guardé en mi chamarra una caja de condones, la verdad, estaba ansioso de tener una tarde haciendo el amor con ella. Nos sentamos en la sala, puse una película en Netflix, ella se puso el camisón con el que duerme, preparamos algo de comer juntos, fue una tarde perfecta. Le pregunté si podíamos subir a su cuarto, ella asintió con nerviosismo. Una vez arriba, listos para empezar, nos fuimos a la cama, ella se colocó arriba de mí, ambos queríamos comenzar. Nos desvestimos y nos colocamos nuevamente, entonces, cuando saqué el condón de la caja, me pidió que parara.

Me confesó que era virgen y que no se sentía preparada para hacerlo, yo lo entendí y lo respeté. El resto de la tarde estuvo callada, cortante, parecía triste. Más tarde me dijo la verdadera razón. Pasa que ella era portadora del virus del VIH desde que nació y tenía miedo de contagiar a alguien, sobre todo, a alguien que ama. Sugerí que visitáramos al médico para que nos diera indicaciones, hoy en día ya es muy común que las personas portadoras tengan relaciones con quienes no lo son y no pasa nada. Ella siguió negándose, al final, me estaba protegiendo. Sus padres le enviaron un mensaje, estaban por llegar, así que me pidió que me fuera, pues si se enteraban de que estuve ahí... ya sabes lo que iba a pasar.

A la mañana siguiente me llamaron sus papás. Tuvieron que internarla de emergencia en la madrugada. Rápido, me cambié, subí al coche y me dirigí hacia el hospital. Ese día, el trayecto que, en otras circunstancias, habría sido de veinte minutos, lo sentí como si manejara horas. Finalmente, llegué, su papá estaba afuera, subimos hasta el piso donde estaba internada, ahí estaba su madre dormida. El doctor salió, dijo que, aunque lograron estabilizarla, estuvo a punto de perder la vida, algo que nos inquietó bastante. Tuvieron que usar desfibrilador para reanimar el corazón y oxígeno para la falta de aire, ahora necesitaba descansar, y que estuviéramos al pendiente por si despertaba. Ese día, me invitaron a desayunar, sirvió para despejarnos un poco y relajarnos. Cuando regresamos escuchamos un sonido que venía de su habitación, era como un quejido, entramos corriendo, había despertado.

El doctor le hizo un par de pruebas de sensibilidad a la luz y pulso, dijo que estaba todo en orden. Estuvimos los tres platicando hasta que le subieron el desayuno, su papá dijo que tenía que ir al trabajo y su madre quiso recuperar algo de sueño, así que nos dejaron a los dos a solas por un rato. Entonces me dijo la verdad.

Me contó que, antes de conocerme, mucho antes, recalcó, tenía una vida atormentada. Sus padres discutían a diario y siempre la acosaban en la escuela. Una mañana, ella y su hermano regresaron a casa después de una pelea en la escuela, y sorprendieron a su madre teniendo relaciones con un tipo que había metido. Su hermano atacó al sujeto pero este escapó con graves heridas. El resto de la semana fue muy tenso, nadie en la casa se dirigía la palabra. Era sábado en la noche, el chico trataba estar lejos de su casa el mayor tiempo posible, su mamá la amenazó innumerables veces, cosa que la hizo entrar en conflicto, entonces recibió una llamada por parte de un amigo de su hermano: el muchacho fue asesinado por una pandilla. Sabían que no valía la pena encontrar culpables, todos lo fueron de una manera. Ellos por salirse de la escuela, su padre por ser mal esposo y su madre por haber sido infiel.

El PactoWhere stories live. Discover now