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CHARLIE

El arte es una de tantas formas que hay para expresar los sentimientos que no podemos gritar. El arte se goza y se ama, se respeta sobre todo, porque casi nunca se sabe qué es lo que realmente hay detrás de una obra de arte, puede que en el lienzo haya miles de colores vivos relacionados con la felicidad, pero en realidad el artista esté sumido en un sinfín de problemas. El arte no es una simple pintura, un simple baile o una simple canción.

El arte es el grito silencioso de alguien.

Entro a la clase de Arte, un gran espacio designado para todo lo creativo. Tiene mucho color, que según la maestra es para que nuestra creatividad no muera. Hay todo tipo de materiales: pinceles, pinturas, maniquíes de nieve seca, plumas, telas, todo con lo que se puede hacer arte. Es un paraíso.

—Hola, Charlie —me saluda la maestra de Arte. La señorita Rose Mary es una mujer de cabello rubio afro, que siempre lleva una pañoleta de varios colores, unas gafas de círculo verde y un despampanante labial rojo. Su forma de ser es tan peculiar que te alegra el día. Obviamente, solo si la logras comprender.

—Hola, señorita Rose Mary.

—¿Lista para seguir explotando ese don en la pintura?

—Muy lista—respondo.—Así se habla. Muy bien, artistas, pueden desahogar su felicidad, tristeza o enojo de la forma que gusten y que sea legal, son libres de contar la historia que quieran.

Tomo las pinturas que necesito del estante de madera en el que se guardan, un vaso de pinceles de todos los tamaños y formas y, finalmente, un vaso con agua. Camino hasta un caballete y lo acomodo todo cerca para que me sea más fácil utilizarlo. Me siento en un banco alto amarillo y del primer tubo de pintura exprimo una buena cantidad en la parte que sobresale del caballete, luego tomo un pincel. En poco tiempo me siento inspirada y comienzo.un cuadro más estructurado.

Me es muy fácil inspirarme, tengo muchas ideas que plasmar en un lienzo

—Hola, Charlie, ¿con qué sentimiento pintas hoy?

—Con el mismo que siempre, señorita.

—¿De nuevo? ¿Está todo bien?

—Sí, más o menos.

—Sabes, a la señorita Ámbar no le molestaría una visita tuya.

—No creo que pueda ayudarme mucho.

—Yo estoy segura de que sí, no tengas miedo, te ayudará mucho.

—No es nada, solo es el tiempo.

—¿Segura?

—Muy segura.

Asiente y me regala una sonrisa cálida. Se da la media vuelta y continúa pasando por las estaciones de mis otros compañeros.

Un psicólogo puede ser una persona aterradora, sobre todo los escolares; esos son los peores, porque al instante de verte quieren llamar a tus padres. Cuando estaba en mi primer año, visité a la psicóloga escolar que había por entonces, que no me ayudó en nada; solo asumió que mi tristeza era fruto de la etapa adolescente por la que estaba pasando. Durante meses pensé que realmente un día despertaría y ya no estaría triste ni tendría ganas de llorar a cada hora. Obviamente ese día aún no ha llegado.

Mientras pasan las horas, mi pintura avanza y comienza a tomar forma. Sin embargo, el tiempo dedicado a las extracurriculares no es suficiente para terminarlo. Así que me toca llevarlo a casa y esperar al siguiente día, ya que Rose Mary quiere seguir al detalle nuestro proceso.

—De acuerdo, artistas, tomen o guarden sus creaciones, nos vemos mañana para seguir explotando en emociones. —Alza los brazos y luego los baja lentamente a los lados, como en aquel episodio en el que Bob Esponja crea un arcoíris con las manos.

Hasta el último de mis días. [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now