Venganza

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Que lo disfruten...

"Preferiría desgastarme a oxidarme"

Konoha, la aldea oculta del país del fuego. La aldea oculta entre las hojas... como adoraban los Senju las metáforas. Podría pensarse que esas hojas eran las de los árboles que rodeaban la villa... pero no. Se trataba de sus shinobi, de sus soldados. Ellos eran las hojas, la parte visible de konoha; y la propia aldea era el tronco, con su torre hokage siguiendo el juego de las metáforas debido a su forma cilíndrica. Y, si konoha era el árbol y sus shinobi las hojas, faltaba un último elemento... las raíces. Konoha, como ese árbol que era, se extendía también bajo el subsuelo, tanto literal como metafóricamente. Cientos de túneles oscuros conducían a cada rincón de la ciudad, y la gran mayoría se conectaban con el tronco central... la torre hokage. Y, en la raíz más grande, Sasuke uchiha, rokudaime hokage de konoha, príncipe del rinnegan y supremo vengador, completaba sus preparativos para su plan de dominación mundial. Las aldeas estaban destrozadas, débiles. Sus fuerzas intactas, preparadas para destruir. Óbito uchiha fue un imbécil al declararlas la guerra conjuntamente... habría perdido por desgaste. En cambio, al hacerlas enfrentarse unas a otras, ellas eran las desgastadas ahora. No se puede destruir un imperio sin que éste se destruya a sí mismo primero, y el mundo shinobi era un imperio de una forma de vida, la forma de vida ninja.

Pero había más motivaciones en el actuar de Sasuke. No sirve de nada llegar a la cúspide del poder si no puedes mantenerte después. Si, podría conquistar cada nación ahora mismo, solo tenía que dar la orden... pero luego tendría que conservar lo conquistado. Y no tenía suficiente poder por sí solo para dominar cada aldea con su sharingan, ni usando a sus zetsu... nadie podría, ningún hombre. No, solo un Dios podría hacerlo. Un Dios oscuro, vengativo, uno que generase tal temor que no hiciese falta el sharingan para controlar cada mente. El poder del miedo. Una nueva religión para un nuevo imperio surgido de su revolución. Y ese Dios sería el mismo... con el poder de cada biju. Si, por sí solo no podía controlar el mundo... pero, con el poder de cada bestia con cola, si. Su rinnegan y su sharingan funcionarían al máximo rendimiento con el chakra de los nueve biju alimentándolos, y le otorgarían poderes nunca vistos: transmutación de la materia, control mental, de la gravedad, del aire, fuego, agua... Si, Sasuke uchiha no podía controlar lo conquistado... pero el Dios uchiha en quien se convertiría si.

De ahí su último movimiento. Una parte de él hubiese deseado estar plenamente atento a la isla del remolino, incluso presentarse allí para visitar a su mejor amigo. Pero no tenía tiempo... tras su invocación del difunto yondaime hokage, le quedaba una pieza por recolectar. La octava pieza. Curioso, ya lo intentó recolectar hace tiempo, sin esa nueva motivación eso sí. Y sin el poder suficiente... se salvó por sus escoltas y un golpe de suerte. Pero ahora todo era diferente. Tan diferente que incluso se permitió el lujo de atacar en solitario, y de frente. Valientes estúpidos los shinobi que intentaron enfrentarlo. A de Kumo había aprendido del último ataque de akatsuki, y había rodeado al jinchuriki del hachibi, su hermano, de miles de shinobi. Una medida que juzgó suficiente... pero que no fue nada para el rinnegan. El uchiha tuvo que admitir que fue un gran entrenamiento: primero de taijutsu. El sharingan era una auténtica garantía combatiendo contra masas... pero le fue mucho más útil su entrenamiento contra Naruto. Sasuke uchiha debía de ser el shinobi más preparado para enfrentarse a cientos de enemigos a la vez.

Luego vino el ninjutsu. Los shinobi de Kumo eran expertos en usar el rayo, algunos incluso el viento, y se coordinaban bien. Pero el rinnegan le daba un control de chakra perfecto, incluso le permitía absorber los ataques rivales. Su fuego fue abrasador, su rayo imparable. Los shinobi de Kumo murieron a centenares, nunca destrozó tanto con su kirin como cuando lo lanzó en medio de las líneas enemigas. Y, si algún rival se escabullía y conseguía superar su defensa, poseía genjutsu. Con una simple mirada vencía a los pocos desgraciados que llegaron a atacarle entre tanta devastación. No era un Dios... pero con esos ojos, estaba muy cerca. Llegó hasta el hachibi, acabando con la vida de sus escoltas sin miramientos. Una chica pelirroja particularmente beligerante, otra rubia con los pechos más grandes que había visto, un chico de pelo blanco con una paleta en la boca... hormigas. Killer bee fue su único rival digno esa tarde. El jinchuriki de ocho colas había aprendido también de su anterior duelo: no invocó la forma completa de su biju para no darle un ataque fácil al amateratsu de Sasuke, simplemente desarrolló su manto hasta las ocho colas y luchó. Fue una batalla difícil, intensa hasta el punto de obligarle a convocar su susanoo... pero Sasuke se impuso. Joder, podía hasta convocar meteoritos y lanzarlos sobre el enemigo, no había forma de ganar a eso...

Naruto: La oscuridad en ti Onde histórias criam vida. Descubra agora