La Partida

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Hace mucho tiempo, en el reino Agreste, un joven y apuesto príncipe estaba destinado a casarse, como era de esperarse, su padre le escogería una esposa. El joven monarca, por su parte, aun no quería, el solo deseaba ser libre, pero sabía que nada lo desligaría de sus obligaciones como futuro gobernante y tenía un deber con su pueblo, quienes los estimaban mucho por su noble corazón, por lo que pidió permiso a su padre que antes de encontrar esposa, podría permitirle navegar para disfrutar sus últimos días de libertad antes de retomar sus responsabilidad, al mismo tiempo conocería más allá del reino.

La respuesta de su padre al principio fue negativa, siendo su único heredero, temeroso de que algo le pasara pero después de replantearlo, accedió. Escogió cuidadosamente a la tripulación que lo acompañaría, todos de alta confianza. Después de todo, su hijo disfrutaba mucho de navegar. El príncipe por su parte, no podía estar más que agradecido y espero con ansias el día de la partida.

Subía al gran y majestuoso barco, digno de un rey, con una bella sirena de madera tallada delicadamente en la proa, enormes velas blancas , casi como nubes.

-Buenos días su majestad.- Saludo la tripulación.

-Buenos días.- Respondió este alegremente, odiaba que lo trataran con tanta formalidad, pero sabía que los marineros no se atreverían a llamarlo por su nombre de pila: Adrien.

Solo su fiel amigo de infancia, Nino, hijo del Primer General, era quien lo trataba como un igual.

-Vamos Nino, quien sabe que nos espera ahí fuera.- Dijo Adrien emocionado.

-Espero que algo interesante, muero por salir de los muros del palacio.- Respondió su amigo.

Adrien dio las ordenes de zarpar, mientras todos los tripulantes se dirigían a sus puestos. Cuando comenzaron a adentrarse a mar abierto, la tripulación comenzó a entonar una canción:


Te voy a contar una historia de mar
Que te va a servir de verdad
Si una sirena escuchas cantar
Te pondrá un hechizo especial


Adrien por su parte se deleitaba del delicioso olor a agua salada de la fresca brisa marina. Las aguas parecían estar mas claras que de costumbre y el sol brillaba en la punta el cielo.

-¿Nos agradable Nino? El viento salado soplándote a la cara. Sin duda serán unos grandes días de libertad.- Comentaba Adrien mientras disfrutaba el viendo desde la proa.

-Bastante, ¿Cuanto hace que no navegábamos?- Respondió Nino.

-El viento es fuerte y la marea tranquila, el Rey Tritón debe estar de muy buen humor hoy.- Comentó uno de los marinos.

-¿El Rey Tritón?- Preguntó Adrien.

-Si, es el soberano del reino de las sirenas. Los verdaderos marineros saben quien es el.-

-¡Oh por favor Adrien! ¿No creerás en esos mitos náuticos?- Dijo Nino un tanto divertido.

-Disculpe, señor, pero varios marinos han afirmado, escuchar sus dulces e inigualables voces, ademas de que varios las han visto y que son sumamente hermosas.- Replico cortésmente el marino.

-¡Eso es una Mentira!- Replicó otro marino.- Las sirenas podrán ser hermosas, pero así como es su belleza, es letal y peligrosa, sus hermosos cantos enloquecen a los hombres, atraiéndolos a una muerte segura.- Comentaba el marino. Ambos marineros continuaron discutiendo sobre las sirenas, mientras Adrien, miraba la escena divertido.

-Adrien ¿Enserio crees que existan las sirenas? Por favor, son solo cuentos que se inventan los marineros y como todo llega a tal punto que lo creen en verdad.- Comentaba Nino a Adrien, mientras en la lejanía se escuchaban aun los dos hombres discutiendo.

-Jejeje, no lo se Nino, hay muchas cosas que aún desconocemos, bueno, eso es lo que mi madre solía decir.- Respondió Adrien.

-Vamos amigo mio, tenemos años navegando y nunca hemos visto u oído nada como tal.- Decía Nino.

-Bueno, si no has visto algo, no signifique que no sea real, pero, supongo que tienes razón, algo como las sirenas seria algo muy bello, como para ser cierto.- Contesto Adrien para luego ir a poner rumbo fijo hacia su destino.

Océano de Amor [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora