CRAPS HOOD

Capitulo 4

-Si...gracias- digo sacándome la tierra del traje y limpiando la sangre de mi cara con mi mano.

-¿Estas bien? Me pregunta Tobias desde su carretilla y susurrando, yo asiento con la cabeza y seguimos caminando directo a la madriguera, era de trayecto más o menos como unos 30 minutos, y la verdad si era bastante cansado, pero el terror hacia que nos olvidáramos del cansancio, para ser sincera, mis manos estaban llenas de heridas pero ya no lo sentía, ese dolor ya se había vuelto parte de mi día a día.

Habíamos llegado por fin a la madriguera, comenzamos a lanzar los cuerpos al profundo hueco que estaba escavado en la tierra, tiramos un poco de gasolina y le prendemos fuego a una hoja seca que encontramos en el bosque, el fuego comienza a intensificarse y nuestra mirada queda clavada en él, me era satisfactorio, bastante para ser exacta. Nos quedamos esperando como unos 20 minutos a que todo el fuego queme por completo el cuerpo, y es bastante fácil ya que la tierra estaba remojada no solo por gasolina, si no por un líquido inflamable, eso hacía que las llamas se intensifiquen cada vez más sin necesidad de gastar diario en mucha gasolina.

Ya habíamos esperado unos 20 minutos, ya era hora de regresar, Berét agarra una cubeta llena de arena mojada y la va tirando junto con Tobias y Fernando, era bastante grande y pesada, pero servía increíble para apagar el fuego de una manera instantánea y fácil. El fuego se apagó y la única luz que nos alumbraba era la que traíamos en nuestras cabezas, retomamos la caminata con nuestras carretillas, pero esta vez estaban vacías y regresar era un poco más rápido y fácil.

Al llegar al muro vimos a los demás soldados, ya estaban en su turno, casi no los veía, casi nunca nos revuelven, ellos son un poco más grandes pero aun así tenían el mismo entrenamiento de nosotros, las únicas veces que convivimos con ellos, han sido por la celebraciones, cumpleaños del comandante, y este cambio de turnos. Dejamos las carretillas en una clase de establo cerrado pegado justamente al muro y todos entran, yo me quedo cerrando con candado cada una de las puertas y asegurándome que todo esté bien puesto, al confirmarlo, me volteo y comienzo a caminar hacia la puerta principal del muro, podía ver a Piper caminando de un lado a otro encima del muro, viendo hacia el bosque, sus cuchillos estaban en las fundas de su pantalón, tenía un rifle entre sus manos junto con un silenciador. Entro al pueblo y cierro las puertas con la barra enorme de madera que asegura el portón, me doy la media vuelta hacia la casa de Timón, estaba muy cansada, tenía bastante hambre, a pesar de haber comido un estofado en el descanso de mi turno, la boca seca y los labios quebrados pedían a gritos un vaso de agua fría, pero la mayoría de esta agua sabía a tierra, sin embargo no podía pedir mucho, estaba viva y sana, y era lo único que necesitaba, al igual que a mi hermana.

-Hola Timón- él había dejado la puerta de su casa abierta así que me asomé.

-Hola querida, Zoe está en el cuarto de Amelia- me dice, yo le muestro una sonrisa y paso por su sala, mientras él estaba leyendo un libro titulado "Mi viejo molino" un nombre raro para un libro.

Toco la puerta de Amelia que estaba entre abierta y paso –Hola, vine por Zoe- le digo a la pequeña niña acostada en su cama con una vela a un lado y con un libro que como portada tiene a una liebre y una tortuga.

-Está abajo, en el bunker- me dice con una voz tierna, mirando hacia la argolla clavada en el piso de su habitación.

-¿En el bunker?, ¿Qué hace ahí?- pregunto.

-No sé, ella quiso entrar- yo alzo la puerta oculta y entro cuidadosamente junto con una vela que tomé de la habitación de Amelia.

-Zoe- comienzo a decir delicadamente, hasta que escucho su vocecita en un rincón, me acerco a ella y la veo sentada jugando con un par de cajas, pareciera que estaba haciendo un castillo -¿Qué haces aquí mi amor?

-Escuché un ruido afuera, y me dijiste que si escuchaba algún ruido me metiera al bunker- tenía razón, siempre le decía lo mismo, sabía que en algún momento algo malo podía pasar y los infectados entrar, aunque, ya ha pasado tanto tiempo y nunca se ha dado un suceso como ese, solo la vez que el alcalde cumplió años, pero no pudieron entrar, solo nos rodearon, aun así sabía perfectamente que no iba a poder ir por mi hermanita si algo así pasara, iba a tener que salir a ayudar y ella por obvias razones no iba a saber lo que estaba pasando, por eso todos los días y todas las noches antes de irme le decía lo mismo, ella tenía que empezar a valerse por sí misma, aunque sabía que iba a ser muy difícil.

-Siempre voy a estar para ti, y si escuchaste un ruido hiciste muy bien en meterte, solo que la próxima, no dejes a Amelia solita ¿De acuerdo?- digo para después darle un abrazo –Llévatela contigo- ella sonríe y me toma de la mano, se levanta del piso y comenzamos a salir del bunker.

-Adiós Amelia, descansa- le digo a la pequeña, y Zoe se despide de la misma manera. Salimos del cuarto de la niña y caminamos hacia la puerta- Adiós Timó, gracias por cuidar a Zoe, una vez más.

-No hay problema, sabes que es mi otra hija- él sonríe y yo igual, cierro su puerta y comienzo a caminar hacia nuestra casa con Zoe tomándome la mano, la agitaba mientras daba pequeños saltos.

-¿No tienes sueño?- Le pregunto al chapulín.

-No- me responde mientras salta, su cabello castaño estaba sujeto por unas colitas que saltaban cada vez que ella lo hacía, adornado con unos pequeños moños azul cielo que siempre le gustaba utilizar. Al llegar a la casa, la meto a bañar conmigo y le cambio su ropa, para después meterla a mi cama para que duerma, fue bastante difícil conseguir que cerrara los ojos, pero lo pude lograr, ya era muy tarde, y debía levantarme bastante temprano, así que fue al refrigerador, tomé una barra nutritiva, la combiné con unas pastillas para el sueño y me acosté en la cama, necesitaba un buen descanso, de esos que ya hace varios días no tenia, pero sobre todo, necesitaba el albuterol de Zoe, esa era mi prioridad antes de cualquier otra cosa.