Desde mi Ventana

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Es un día soleado y resplandeciente, maravilloso como para desaprovecharlo y permanecer dentro de casa. Con algunos amigos nos ponemos de acuerdo a salir a caminar en los alrededores de mi vecindad, platicamos, reímos, lo normal cada vez que nos vemos. Ya de regreso nos percatamos que en la calle contiguo a la mía un camión de mudanzas ha llegado, nuevos vecinos se están mudando al vecindario, pero no le prestamos mucha importancia más que por curiosidad.

Desviamos nuestro andar hacia la casa, y logro notar a una muchacha dirigiendo el proceso de descargue, ella está sola, no veo a nadie más, solo la acompaña su mascota, un perro pequeño y afelpado. Es una muchacha joven, tal vez unos años menor que yo, atractiva, se nota con energía y con una sonrisa animada. Pero solo fue una pequeña mirada al momento de pasar cerca, tratando de disimular. Seguimos nuestros caminos y cada quien se dirigió a su propio hogar.

Yo ya en mi casa, un par de horas después, en la parte final de la tarde cuando el sol empieza a bajar, estoy sentado a la par de la ventana para leer un poco, cuando la muchacha nueva pasa frente a mi casa, caminando por la acera, paseando a su perro, lleva ropa deportiva y se ve mucho más encantadora que antes, no puedo dejar de mirarla.

Un nuevo día, hay que ir a clases en la universidad, la mañana transcurre rápidamente y me toca regresar a casa, veo un poco de televisión y estudio algo, hasta que, al finalizar la tarde, a la misma hora de ayer, veo a lo lejos venir nuevamente a la muchacha paseando a su mascota, la veo desde adentro y decido salir para verla mejor desde la silla que está en el porche viendo afuera. Me siento con el libro en mano y ella me ve, sonríe y me saluda de lejos con la mano muy amenamente.

Así pasan un par de días, se ha vuelto un hábito para mí, sentarme a la ventana de la casa, salir a la misma hora solo para verla pasar y saludar de lejos, aparentando que leo, ya ni se en que página debo ir. Debo decir que es muy bonita y me está llamando mucho la atención, he decidido que el próximo día le hablaré, para poder conocerla.

Hoy espero impaciente que ella pase para acercarme y presentarme formalmente. La veo venir y me levanto del asiento. Cuando está cerca me mira y cuando levanta la mano como ya era costumbre, camino hacia ella y la saludo, le digo mi nombre y pregunto el de ella. Trato de ser cordial pero el perrito empieza a impacientarse y me dice que mejor continúa su camino, "Ha sido un gusto".

Cada día a la misma hora la veo, platico unos minutos y se va. Me gustaría poder acompañarla, pero a esta hora no puedo irme, porque espero que mis padres regresen. Esto se ha vuelto una rutina, que día a día se ha vuelto una ilusión para mí. Con un poco de timidez por no poder decir mucho, pero esa es la vida de los adolescentes como yo.

Pero, de pronto ha dejado de suceder, a veces pasa a veces no. Lo entiendo, estará ocupada es algo normal. Pero me desespero y me desanimo, me doy cuenta que la ansiedad de no saber si la veré me mata cada vez más, también si podré hablar con ella, decirle algo más, decirle que me gusta.

Cada día espero a la misma hora para poder verla y no hacerlo me vuelve loco. Hay días mejores que otros, platicamos mucho y nos reímos, hay días no tan buenos que ella no anda de humor o yo me porto incómodo hablando mucho. Ella me gusta y quisiera poder decírselo, pero siento que no es apropiado. Cada vez más ella deja de pasar, las ausencias son más prolongadas ahora, pero aún sigo con la esperanza de verla cada día. A la misma hora día tras día espero sentado en el porche de mi casa viendo en la misma dirección.

Hay días que soy yo quien camino frente a su casa a ver si está y poder verla un poco. A veces lo he logrado, a veces no. Quisiera que fuese diferente, quisiera irme con ella, quisiera que me lo pidiera, pero las cosas son diferentes, con el pasar del tiempo siento que es ella la que no quiere pasar por acá, lo hace solo por costumbre y yo solo soy uno más del camino habitual.

Mientras ella siga viniendo, una sonrisa adornará mi rostro, queriendo ir con ella, queriendo poder decir un poco más y seguiré esperándola hasta el día que sepa que dejará de pasar, porque alguien más le dijo lo que yo no he podido.

Mi padre está de vacaciones por dos semanas, es una oportunidad para mí, poder acompañarla en su camino, hablarle un poco más, decirle como mis ojos la ven tan bella, pero me da pavor. No sé si vendrá hoy, solo quedará esperar y tratar de mantenerme lo menos nervioso posible. Tomo mi libro y me siento a esperar, viendo el reloj constantemente esperando que ella aparezca al doblar la esquina de la cuadra.

Primer día y la suerte me acompaña, ahí viene, siempre muy bonita, siempre linda. Dejo el libro en el asiento y me le acerco para hablarle y le pregunto que si hoy puedo acompañarla en su caminar. Me alegro muchísimo al aceptar mi propuesta.

Platicamos de mucho que en realidad es irrelevante, lo que nos gusta de los aspectos populares de nuestra sociedad, queriendo encontrar la oportunidad para preguntar alguna cosa más personal y saber si puedo decirle lo que llevo dentro, decirle que quisiera verla más seguido, estar con ella, platicar de todo y poder besarla.

El paseo ha terminado y llegamos a la puerta de su casa, me pregunta si me quiero quedar un poco, lo cual me gusta mucho. La noche está llegando y sé que debo regresar pronto a casa, pero antes quiero agarrar valor y le hago la pregunta si tiene novio. Responde que no, pero que hay alguien que le gusta mucho. Sus palabras me quitan el aliento y no sé qué decir. Enmudezco y me dice:

"Si a veces no paso por tu casa es porque he empezado a verte diferente, y me ha empezado a dar pena, pero siempre quisiera verte, eres muy agradable y por eso me gustas"

Él queda sorprendido ante una mirada profunda de ella que le sonríe y le dice "Hasta Mañana".

Desde mi VentanaWhere stories live. Discover now