Te di mi corazón aun sabiendo que existe el olvido

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Querido Rober 

No sé cómo estás así que no sé por qué camino guiar mis palabras. No sé si tus ojos serán los de mirada cálida y suave, aquellos en los que alguna vez encontré tranquilidad, o si estarán diferentes a como los veía. Supongo que sí, pero en esencia, sigues siendo el mismo. Mantengo las palabras suspendidas esperando respuestas sin dar por sentado que así no funciona el tiempo, apaciguando tu ausencia con la vida que lleva sueños impredecibles sin hacer de ellos menos reales y respirando la imposibilidad de la tierna oscuridad que nos cubre de vez en cuando, aunque me resulte difícil liberar la luz de su escondite, y que al irse deja un imperecedero vacío. Ese vacío consciente, pero llevadero.

Puede que sea un poco tarde para preguntar sobre ti, aunque siempre esperé que encontrarás o al menos sintieras libertad y añoranza por lo que quisieras para ti. Es tarde. Solo sé que hubo días que sentiste enojo, alegría, tristeza, esperanza, cansancio, preocupación, gratitud, frustración y tranquilidad, que hubo días que recurriste al recuerdo y otros, a tus sueños. A la vez, no sé. Son ambigüedades necesarias para evitar la confusión que se me escapa de entre las manos generándome nostalgia. No quisiera saber que estas mal, no lo soportaría. Me precipitaría a preguntar tristemente si puedo ayudar. Pero no es tarde para desearte un rumbo único desde donde me encuentro, a muchos kilómetros de ti, y a exigir siempre el esfuerzo diario sobre ti mismo. Imponiéndote y sobreponiéndote a todo. Claro, sin dejar de lado aquellos libritos, que, aunque tienen un lugar en mi mesa, ya son tuyos. Cuídalos. y si en algún momento crees que alguien los necesita, siente curiosidad o los leería, dáselos. No se puede negar otros mundos a quienes quieren conocerlos.

Y mientras pasa la vida entre tanta incertidumbre observo la leve lluvia de abril desde mi mesa, entre paredes que solo escuchan el sonido de las teclas y de mis vehementes pensamientos. Quizá he de acompañarme con una taza de café o quizá un poema, pero prefiero de momento unas palabras: "Si las nubes lloraran, serian mis besos. Aquellos que no fueron. Pero las nubes no lloran, solo recitan con agua aquellos momentos que fueron. Aunque siempre prefiero tu compañía mirando al cielo".

Alana, la engreída que evita tomar su leche. 

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⏰ Last updated: Apr 11, 2020 ⏰

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