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Era una tarde ventosa. La gente iba y venía por las veredas de aquella ruidosa ciudad, algunas hacia algún lugar específico y otras sin rumbo alguno. Chaeyoung era una de las primeras.

Con sus jeans gastados, chaqueta negra y unas zapatillas descoloridas caminaba por aquella senda entre tantas personas sin llamar la mínima atención de nadie a su paso. Su mano derecha sujetaba una maleta con firmeza, estaba tan sumida en lo que tenía en mente hacer que por un segundo casi tropezó con alguien pero no le dió importancia.

Al llegar a su destino, un hotel, ingresó sin pensarlo. Estaba lista para lo que se venía.

—Muy bien, eso es todo —dijo el mozo de equipaje tras dejar la pesada maleta sobre una silla dentro de la habitación.

Chaeyoung entró después de aquel hombre y su vista distraidamente curioseó el interior del cuarto, sus paredes y los pequeños muebles.

—¿Señorita Chaeyeon? —La llamó el botones pero no obtuvo respuesta— ¿Señorita Chaeyeon se escuentra bien?

—Eh, sí —dijo Chae girándose en seguida. El hombre la miraba con la mano abierta— Oh, claro —La menor supo de inmediato lo que esperaba, así que buscó en los bolsillos de su chamarra y le dió unas monedas que halló como propina— Es todo lo que tengo. Realmente lo siento.

El mozo solo le dedicó una sonrisa falsa y se despidió dejándola al fin sola. Pero mientras caminaba por el pasillo recordó que las llaves del cuarto aún seguían en su poder. Regresó y golpeó tres veces la puerta pero no obtuvo respuesta, por lo que decidió entrar.

—Señorita Chaeyeon, olvidé entregarle sus llaves. ¿Señorita Chaeyeon, está usted aquí?

No había nadie en la habitación y todo estaba intacto. Bueno, no todo. La ventana estaba abierta y la brisa movía las cortinas blancas.
El mozo supo de inmediato lo que pasaba. Una persona ausente y una ventana abierta, no había mucha ciencia en lo que estaba pasando, por eso mismo no tardó en llamar a su jefe para informarle que había una "jumper".

Diez minutos más tarde el encargado y el jefe del hotel salían a la calle para entender mejor la situación entre quejas y murmullos. No habían demorado en dar aviso a la policía para que actuara cuanto antes y así evitar un gran escándalo.

Por supuesto que tampoco faltó mucho para que la gente chismosa y sin vida propia se amontonara frente al edificio a fisgonear.

Sus ojos estaban cansados y su mirada no reflejaba más que nostalgia y vacío. En ese momento nada pasaba por su mente, nada más que recuerdos.







—No fue nada. Estoy bien de verdad, Chaeyoung —aseguró la joven castaña mientras alimentaba a su canario.

—¿Cómo puedes decir eso? Te desmayaste en medio de la calle —Chaeyoung estaba muy preocupada por su esposa.

—No me desmayé, fue un pequeño mareo.

—Tú dijiste que te caíste.

—Sí, pero no fue nada —Le restó importancia dejando su asiento para ir por su abrigo—. Un hombre que pasaba por ahí me sostuvo. Era una clase de doctor. Me chequeó la vista.

—¿Qué te dijo?

—Que debo alimentarme un poco mejor —Sonrió levemente.
Chaeyoung, en cambio, hervía por dentro de la impotencia—. Yo le dije que era algo difícil, que no podemos permitirnos... algunas cosas.

—¡Esto apesta! Todo el dinero que ganamos se va en pagar cuentas. Nos esforzamos el doble que el resto y no obtenemos nada. Trabajo todo el día y estudio, Mina, me la paso leyendo libros toda la noche y lo sabes. Y aun así no podemos tener una vida mejor.

—Escucha —Se acercó a Chaeyoung—. Está bien. Lo que sucede es que estás agobiada, Dong dijo...

—¿Quién rayos es Dong?

—Es el hombre que me ayudó con mi mareo —Retrocedió—. El caso es que él cree esto te resulta difícil porque te sientes agobiada, porque estás perdiendo tu trabajo.

—¿Hablaste de nosotras con un extraño? —Indagó Chae sin poder creerlo— ¿Cuándo? ¿Mientras te ayudaba a levantarte?

—No. Él me llevó a almorzar —respondió de espaldas—. Como te dije antes, dijo que no me veía bien y... Él fue muy lindo.

—Sí y seguro te llevó a un lugar más lindo, elegante y caro, ¿no? —Soltó a punto de perder los estribos.

—¡No Chaeyoung! —Volvió a mirarla— Sé que las cosas no han salido como lo planeamos y tal vez el error no sea de ninguna de las dos pero al menos finge que me escuchas y no te enfades por haber aceptado almorzar con la persona que me ayudó y evitó que me desmayara en plena calle!!! —No aguantó más y estalló en lágrimas.

—¡Mina! —La llamó inútilmente. Ya había dejado de la cocina. Sabía que estaba mal y ahora enojada así que se abstuvo de seguirla. Solamente se recargó en el marco de la puerta maldiciéndose mentalmente.




—Lo siento... —Susurró.

 —Susurró

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𝐎𝐧 𝐓𝐡𝐞 𝐄𝐝𝐠𝐞 (𝐌𝐢𝐂𝐡𝐚𝐞𝐧𝐠)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt