Mi tesoro.

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"Han pasado 11 años desde que mamá me contó esa historia, desde que floreció ese mundo de fantasía. Entre muchas otras historias también conocí; relatos asombrosos sobre los cuatro soles, las peleas de Tezcatlipoca, la creación y nacimiento de los demás dioses, sobre las culturas que adoraban a estos y muchos otros dioses; mayas, aztecas, toltecas entre otras culturas. Todo era maravilloso, estaba enamorado de esas historias, pues para mí más que dioses eran como superhéroes. Tenía muchos libros, enciclopedias, revistas de ciencia inclusive algún que otro cómic sobre ellos, sin darme cuenta poco a poco me fui enamorando de la cultura de mi mamá. 

Vivía en México, era originaria del estado de jalisco, su infancia fue difícil, su padre la abandono cuando ella apenas tenía 3 años, por esta situación la mayoría del tiempo lo pasaba con su abuela, pues ella la cuidaba mientras su madre trabajaba. 

Las historias que mi madre me contó cuando era pequeño las escuchó de su abuela, tristemente ella falleció cuando mi madre apenas cumplía 17 años complicando aún más las cosas. 

Con mucho esfuerzo y dedicación lograron salir adelante. Mi mamá logro estudiar y tener una vida académica normal, se convirtió en licenciada y consiguió un buen trabajo. Cuando llego el momento de regresar el favor la vida no le dio oportunidad. Debido al pesado estilo de vida que llevaba su madre falleció un mes después de la graduación. 

A pesar de que su madre no estuvo presente en su niñez ella siempre tuvo en mente gran esfuerzo que hizo para que ella pudiera llegar tan lejos.

Triste y decidida decidió viajar al extranjero a estudiar, pues en México ya no había nada para ella. 

Cuando mi madre era pequeña no poseía nada de valor económico, para ella los cuentos de su abuela eran su mayor tesoro. Tesoro que fue mi herencia. 

Ahora, las lágrimas y la lluvia oxidaron mi tesoro. Con pesadez decidí enterrarlo en una isla lejana donde no pudiera dañarse más. Al final no quedó más que un recuerdo sordo y doloroso. No he vuelto a tocar mis libros ni a imaginar más historias. 

Es curioso, nunca entendí el miedo a la muerte, veía muy normal el ciclo de la vida desde pequeño debido a la crudeza de mi mundo de fantasía, sabía que en algún momento iba a morir, no tarde y quizá no temprano. Pero nunca pensé que vendrían por ella. Quería seguir creyendo que sería eterna."

 - ¡Dante! ¡Dante! ¡Hey! – La voz de mi padre me saco completamente de mis pensamientos. No conteste, me limite a observar la situación.

Unos segundos después me percate de la joven que asomaba medio cuerpo por la puerta, me miraba expectante, eso hizo que me pusiera nervioso, el motivo por el que estábamos ahí claramente era yo. Intente calmarme desviando la vista, pero aquella sala de espera era demasiado infantil, mi incomodidad giro un poco hacia ofensa. Comencé a frotar mis manos mientras los observaba. Mi padre se acercó hacia mí. 

-Hijo, ven por favor. 

Me levanté pesadamente de mi asiento y lo seguí a través de la sala de espera. 

-Hola Dante. – la señorita alargo su mano para saludarme y continuo mientras sonreía amplia pero naturalmente. - Soy Eva. 

Solté una de mis sudorosas manos y la saludé cordialmente.

- Mucho gusto. 

No es que ella pareciera mala persona, ni que yo fuera especialmente una persona de pocas palabras, desconfiado; sí. Pero eso nunca me detenía para contar mis cosas. Sin embargo, eso llevaba tiempo de haber cambiado, además, era mi primera vez en un lugar así y para ser sincero no confiaba en los psicólogos; todos los días escuchan los problemas de mucha gente, me resulta imposible que nada los perturbe ni los sensibilice, siempre dejan los problemas de una persona fuera cuando otra entra, todo la empatía y atención la encuentro falsa. Por otro lado, siguen siendo humanos que fallan y cometen errores, ¿Dónde está la coherencia de lo que predican? 

SUPERIORES.Where stories live. Discover now