Heridas que no cicatrizan

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Heridas que no cicatrizan


La miré, mantuvo su mirada y me erizó la piel.
Busqué la linea dónde su ansioso cuerpo ardía.
Quise ser parte de la cama para así poder tocarla.
Un sentimiento de deseo la habitación recorría.


Las paredes callaban a pesar de oír sus lamentos,
como la magia se oculta al no iniciado en su arte,
despierto ante el sueño encarnado de sus ojos castaños,
al tiempo que rozaba el corazón con mis manos.

Su efímera vida se unió a mí en el renacer del espacio.
Las horas se escapaban deprisa entre los dedos, huyendo,
llorando fluidos, monosílabos contenidos y escalofríos,
entregándose al cielo en un viaje de ida y vuelta.

La sequedad de sus pestañas a pesar de sus lágrimas
me tentaba a cubrirla de besos hasta el agotamiento.
Por duro que fuera, caminaría hasta el monte, pensaba.
acerté perdiéndome en los senderos que a él llevaban.

Encontrándome allí aletargado como en una nube,
su risa me guió de nuevo allá donde ella estaba,
hacia la luz, cegado salvajemente y embravecido,
conquistando la oscuridad con cada paso que daba.

¿De quién era la virtud que nos llamó, que nos atrajo?
Cantos de sirena que el destino ponía a nuestro alcance
me dieron la respuesta: del sucumbir, del no ser, de ella,
de las sensaciones confrontadas que me provocaba su presencia.

Quise retratar aquel momento en mi retina para siempre.
Las palabras susurradas se me clavaban como puñales.
Sangraba mi espalda a consecuencia de sus uñas pintadas.
Con sus sensuales caricias mi pulso se aceleraba.


El negro entorno nos cobijaba mientras yacíamos
y nuestros ávidos cuerpos jugaban a explorarse
de forma sutil y a la vez desesperada por liberarse.
de la exuberante excitación que nos embriagaba.

Sobre nosotros se cernió la luna en todo su esplendor,
explotaron los sentidos y después la nada, el vacío,
retornar al principio, recuperar el control, la respiración,
que por momentos se había tornado hasta insoportable.

La furia de nuestro amor consiguió fundirnos en un ser.
En aquel instante todo fue verdad, percepción de plenitud.
Sin embargo, puso final, se vistió y sin nombre marchó.
Un intenso dolor destruyó en mil pedazos mi interior.

***

Versos repartidos. Palabras regaladas.
Cuatro personas por estrofa.
-Antonio Caro Escobar
Autor de 'Desde mi mente para tu alma', 'La sirena serona', 'La taberna del búho', 'Brotes', 'Poemas con aroma a café' y quizá algún libro más que se me olvide.
-Óscar Bustamante Matías
Autor de '69 historias tras tu DNI' y '99 instantes'
-Chus Muñiz
Autor de su vida.
-Y la moi.

LETRAS A MEDIASWhere stories live. Discover now