Un gato callejero

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Recuerdo a tan pequeña y frágil
criatura, rondando entre mil
lunas, con un ojo semicerrado,
producto de una riña del pasado.

Amanecía, la vida aún invicta; el, cojo
de una pata, sucio y acabado, pero su ojo
herido y semicerrado, me miraba fijo,
aún con brío, buen talante y brillo.

"El mundo es cruel, -le dije al pequeño
gato- más para los de tu tamaño,
yo, un humano ¡cuánto te envido!
tus ojos... ¡no son como los míos!"

Le di abrigo, comida y agua,
pero no esperé que se quedara
bajo una vida vacua acomodada.
"Vete... y surca la incierta madrugada,

que poco le importa a tu alma de león
que te robe la noche el neón,
o la piedra y el acero reclamen tus sueños
si sabes que tú eres su verdadero dueño,

y aunque te odien aquellos que la cuna
de sus ensueños, fueron el sol y no la luna,
ni el firmamento; su alba, gato ¿quién
o qué te ata? nada... si a tu espíritu le eres fiel."

He pasado tantos días,
has pasado tantas lunas,
han pasado tantos años,
y hoy, pequeño y frágil gato,

a mi puerta de nuevo has venido
viejo, pero igual de frágil y herido,
pero no buscabas agua, comida o cobijo,
quizá sólo despedirte de tu viejo amigo.

Y mientras el vulgo venía a ver como
la vida de tu cuerpo escapaba, con tu ojo
herido y semicerrado, aún rebosante
de ese soberbio brillo, vida y buen talante,

nos mirabas con profunda lástima,
al ver que las ventanas de nuestra ánima
no estaban tan resquebrajadas,
y sin embargo, eran turbias, apagadas...

Y a sabiendas que esta sería la última
luna que vería el último suspiro de tu alma,
pequeño y viejo amigo... ¡cuánto te admiro!

Ojalá y un día brillasen... ojos míos,
tanto como los tuyos.

Ojalá y un día muera con el orgullo
y la gloria de un gato invicto.

Reflexiones NocturnasWhere stories live. Discover now