12 | Más que primas, hermanas

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—¿Estás muy, pero muy segura de que no quieres que te acompañe a casa? —Preguntó Xander—. Porque se está haciendo de noche.

Observé por la ventana de la cocina y comprobé que sí, tenía todita la razón. Estábamos en esa temporada del año donde anochece más rápido de lo que mi abuela saca su chancla para pegarme cuando digo una grosería en frente de ella, por lo que parecían las diez de la noche cuando en realidad eran las ocho.

¿Y Jace? Pues él no apareció en todo el día, ni tampoco había llamado... Si decía que no me afectaba, era falso. Estaba comenzando a preocuparme y molestarme al mismo tiempo. Quería llamarle, pero todavía quedaba un poco de orgullo en mi ser que me lo impedía. Esa vocecita que susurra en mí oído diciendo: si le llamas parecerá que le estás dando la razón, y él de razón no tiene nada de nada. Aunque, por otro lado, me preocupaba saber si estaba bien, ¿okay? Es que salió muy rápido de la habitación y ni siquiera sé si Isabela logró alcanzarlo. ¿Qué pasa si no? ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿Qué pasa si lo violó un violador del bosque y yo no estuve ahí para ayudarlo?

—¿Qué te pasa? —Xander me sacó de mi ensoñación paranoica—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, maldición. Sí estoy bien, la vaina es que Jace no ha dado señales de vida en todo el bendito día y eso...

—Está bien, _____, sólo está molesto —trató de calmarme—. Cuando se enoja con alguien es así, se va de la casa a dormir donde un amigo y no regresa hasta el día siguiente. Por lo general siempre le deja un mensaje a mi madre, para que ella no se preocupe. Si quieres puedo llamarle a ella y pregun...

—No, que va. No me importa dónde esté ese idiota, por mí que lo atropelle un auto o lo secuestren los de la mafia china y vendan sus órganos al mercado negro y... —paré de hablar cuando me di cuenta que todo eso podría pasar, sea muy de película o no—. ¡Ay, virgen bendita! ¡Olvídalo! ¡Llámala, llámala, llámala!

Xander sacó su celular para marcarle a su madre mientras se reía en silencio de mí por la cara de preocupación que tenía ahora mismo.

—Dice que está bien —informó él luego de un rato—. Que está en la casa de Mateo y pasará la noche allá.

—¿Mateo? —Fruncí el entrecejo—. ¿Quién coño es Mateo?

—¡¿No sabes quién es Mateo?!

—Por algo te estoy preguntando quién es Mateo, Xander, porque no sé. ¡Ahora responde!

Xander suspiró, regresó el celular a su bolsillo y cogió las llaves de la casa al tiempo en que me arrastraba hacia la puerta principal.

—Te lo explicaré en el camino, pero ahora vamos, que se hace más tarde y no quiero que tu abuela te regañe.

—Ay, mi niño, qué considerado eres —reí, intentando apretar sus mejillas, pero Xander de un manotazo me lo impidió—. ¡Hey, no me pegues! —le regresé el manotazo más fuerte en el hombro.

Jace, eres un idiota [Jace Norman y Tú]Where stories live. Discover now