Día 24: San Valentín

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13 de Febrero.

La isla flotante podía ser divisada por cualquier persona que estuviera despierta a esas altas horas de la noche, sin importar la distancia, puesto que se apreciaban fuegos artificiales siendo lanzados desde ella y la música a tope se oía más allá de las tierras de Karmaland.

Rubius cumplía treinta años, y había decidido que celebraría su "Bienvenida a los Boomers" de la manera más explosiva posible; Willy se lo había tomado literal, y ahora mismo el osito estaba ahogándose de la risa luego de que Alexby se hubiera caído hasta abajo por una explosión detonada por el albino de ojos rasgados. A tomar por culo la casa pero qué más daba. Hoy era su cumpleaños y lo disfrutaría hasta el último segundo.

O al menos, esa era su intención. Su ánimo se fue de su cuerpo apenas hubo notado que su querido novio de maravillosos ojos violetas y voz chillona y atrapante no estaba en su casa. Vegetta se había ido sin despedirse. Y no lo culpaba, Doblas estaba borracho y causando estragos a diestra y siniestra; había puesto las bombas con Willy, empujado a Lolito con el basón de Jason para mandarlo al agua, matado a flechazos a Auron, Mandado a volar a Alexby y encerrado a Mangel en un jaula para animales. La estaba liando en grande en su casa y poco y nada le importaba... y es que no estaba midiendo lo que hacía por tanto alcohole en su cuerpo, ya mañana se arrepentitía de todo eso.

Su teléfono vibró en su bolsillo del pantalón, y con torpeza logró sacarlo y leer el mensaje que Vegetta le había mandado: "Me voy ya, aparte de que ya no tomé mi pastilla para dormir, tengo algo importante que hacer. Nos vemos mañana, ponte guapo <3."

Rubius guardó su teléfono y siguió con la fiesta. Ya luego no recordó nada más.

Un conocido grito lo despertó, a tropezanes bajó hasta la puerta y abrió, encontrándose a Vegetta sonriéndole con las manos en la espalda.

-¡Hola!... Te he despertado, ¿no es así?

Rubén se estiró un poco, bostezó y luego contestó. -Pues sí macho, me he dormido muy tarde anoche. Me duele la cabeza y todo.

-¿Resaca?

-Pues esta vez sí. Joder, me duele muchísimo...

-La boca...

-Oh, vamos, me dijiste que hoy no me molestaría con eso.

-Eso fue ayer, por tu cumpleaños.

-Ah, cierto.

-Hoy, ya es catorce de Febrero, eh...

-Pues claro, macho, el día después de mi cumpleaños.

-Sí, y también...- Vegetta sacó sus manos de detrás de su espalda, mostrando un bellísimo ramo de rosas moradas y azules. -Esto es para ti, mi amor. Que sepas que estas flores no son fáciles de encontrar.

Rubius recibió el ramo, mirándolo con curiosidad.

-Ya me diste un regalo de cumpleaños.

-Pero-.

-Y lo traigo puesto, -le interrumpió Doblas- esta sudadera de colores me ha encantado y es mi nuevo pijama favorito.

-¡PERO SERÁS CABEZÓN! -gritó exasperado Vegetta.

-¡EH EH EH! Respeta.

De Luque se llevó dos dedos al puente de su nariz, suspirando. -Lo has olvidado, macho.- Finalizó. mirando a Rubius, que le volteó y le dió la espalda.

-Claro que no me olvidé.

Dicho eso, Rubius subió rápidamente al segundo piso de su casa, dejando a Vegetta parado en la entrada de su casa, exasperado, confundida y... dolido.

-Que es nuestro primero como novios, Rubén... -Susurraba un sentido Samuel, sentándose en uno de los sofás de la habitación, apoyando sus brazos a los costados del largo mueble y mirando al techo; su novio era realmente un caso irritante.

-¡VEGETTA!

Samuel abrió los ojos, somnoliento. Aparentemente se había quedado dormido mientras esperaba a su osito, quién lo miraba burlón desde arriba, ya vestido y arreglado.

-Ya-ya estoy despierto.

Rubius simplemente sonrió negando con la cabeza y le ordenó al moreno que cerrara los ojos, y así lo hizo. Sintió una calidez en sus labios y a Rubén abrazarlo por le cuello. Se dejó llevar en el beso, tomando por la cintura a su amado híbrido. Compartieron un dulce y suave beso, y luego se separaron.

-Feliz San Valentín, Vegettita.

Samuel no comprendía nada.

-¿Me estás diciendo que me estás regalando un beso y ya? ¡Pero si me das uno todos los días!

Rubius solo se rió, y le sonrió con inocencia.

-Anda a verte al espejo, mi rey.

Vegetta, sin aún comprender, extrajo se su inventario un cristal, lo puso en la pared y lo usó para reflejarse; una capa violeta lo estaba rodeando, con una "V" de plata como broche. Le sonrió a su reflejo y se volteó encontrando a Rubén con una corona de oro en sus manos.

-Por esta vez, sí puedes decir que eres el rey de Karmaland. Aunque todo esto significa otra cosa. -El híbrido le colocó la corona a un sonriente Vegetta.

-Ahora, eres el rey y único dueño de mi corazón.

Rubegetta MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora