Capítulo 11: Caras vemos...

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Actualidad...

***Oliver***

—¿Qué haces aquí? —cuestiona disgustado Joseph, el enfermero de antes—. Es casi hora de almuerzo, si no haces fila te quedarán los sobros.

—¿Los sobros? Se supone que hay comida para todos —contesto con sequedad.

—¿Cómo me hablaste? —En un instante está junto a mí. Me toma del brazo y me aplica una llave, dejándome inmóvil. Está por romperme un hueso.

—Suficiente, tenemos un asunto por aquí. —Raúl, el otro enfermero, interrumpe a su igual.

—¿Qué asunto? —cuestiona con desprecio—. ¿No ves que juego con mi nueva adquisición?

—Deja los juegos. Vamos ya. —Él levanta unas esposas de metal, las cuales causan un sonidillo metálico. Joseph se ría al escucharlo.

—Así que esto va a estar bueno... ¿Es sobre Jephrey? —pregunta levantando las cejas, me empuja.

—Sí. Andando. —Ambos se mueven rápidamente, hacia el edificio en el que tuve la terapia con la Doctora Ophelia.

—Jephrey... —digo en voz baja, mientras me toco el brazo. ¡Me ha lastimado! Y duele mucho.

—¿Estás bien? —consulta un señor, lo había visto antes... apenas había llegado al hospital. Él ve hacia todos lados antes de acercarse a mí.

—Estoy bien, gracias... —respondo—. ¿Aalbert?

—Así es, mi nombre es Aalbert. Apúrate, que llegaremos tarde a comer. —Él ve hacia los techos de los edificios. Una campanilla empieza a sonar, y de los dormitorios, los pacientes empiezan a bajar.

Hay algunos realmente activos, mientras que otros caminan lentamente y se ven desgastados. ¿Cómo me vería yo en el futuro? ¿Cómo me veo en este momento? Me posiciono en fila, luego de Aalbert, quien sigue viendo hacia todas las esquinas del comedor, como si buscara algo... intensamente.

—¿Sucede algo? —pregunto, intentando ver qué está mal.

—Sí. Estaba esperando a que preguntaras. —Él se me acerca, puedo oler su aliento... no se ha lavado la boca en años—. Acaso... ¿no has sentido que alguien... te observa en este lugar?

—¿Tú también lo sientes? —cuestiono—. Es como... una chica ¿no?

—¡¿En serio?! ¿En serio sientes que te observa? ¿Dices que es una chica? —Él se está acercando cada vez más a mí, mientras retrocedo. Sus arrugas y sonrisa se ven monstruosas de cerca.

—Sí... una chica, pero no entiendo muy bien. ¿También la ves? ¿O, qué ves? —cuestiono con incomodidad.

—Tengo que decir que he esperado este momento por mucho tiempo, sé que hay un impostor en este lugar... alguien que dice ser esa persona, pero es otra diferente, con malas intenciones. —Me está apuntando con el dedo en la mejilla, tocándola agresivamente. Luego me apunta al pecho—. ¡Siempre lo he sabido!

Retrocedo aún más, él se está emocionando mucho con lo que dice, y no se da cuenta de sus movimientos agresivos. Me empuja.

—¡Pero claro! Nadie puede saberlo, porque esa persona está esperando a asesinarme, está planeando matarme en la noche, o en el día, incluso mientras como el desayuno. Pude descubrir que no es Lucrecia, ella está siempre en la cocina y me hubiera envenenado desde la primera mañana... pero... —Sus ojos se abren rápidamente—. ¡¿Qué pasa si eres tú?!

•—Empezar Música—•

—¿Qué dices? —Las personas de los alrededores nos observan, riendo, gritando, se ha hecho un círculo a nuestro alrededor—. Creo que mejor me voy.

—¡Te descubrí! ¡Todos estos años, te hiciste pasar por mis familiares! ¡Te hiciste pasar por mi esposa y te maté! ¡Ahora has regresado por venganza! ¡Enseña tu verdadera cara! —Me golpea en la cara, haciendo que caiga al suelo. Luego agarra una bandeja de plástico y la revienta contra mi cabeza, repetidas veces.

A los alrededores la gente sigue gritando, empiezan a reír con una gran potencia, a cantar, a bailar, a lanzar comida y maldiciones. ¡Necesito levantarme!

—¡Ayuda! —exclamo con todas mis fuerzas. Me levanto, pero caigo con rastros de comida babosa de nuevo, lastimando mis rodillas. ¡Él está encima de mí nuevamente!

—¡Déjame ver tu verdadero rostro, impostora! ¡Impostora! —grita, mientras con sus largas y podridas uñas empieza a arañarme la cara agresivamente. ¡Está intentando quitarme la piel!

—¡Por favor! —clamo, mientras intento golpearle la cara, pero no surte efecto alguno.

Veo hacia la ventana. ¡Ella está ahí! ¡Ella me ve! Está llorando, mientras me señala, pero no hace nada al respecto. Aalbert me levanta la cabeza, y la empuja, haciendo que choque contra el concreto. La contusión hace que quede sin defensa alguna, ya no puedo luchar...

—¡Detente! —Mathew entra en escena, empujándolo con todas sus fuerzas. Natalia se lanza encima de mi atacante, asfixiándolo.

—¡No hay ningún impostor Aalbert, relájate! —Ella intenta hacerlo reaccionar. Aalbert se levanta y la toma con una de sus enormes manos, lanzándola hacia una mesa y quebrando todo lo que en ella se encuentra.

—¡No me van a detener! ¡Al fin cumpliré mi propósito en esta vida! —toma un vaso de plástico, lo dobla, creando un filo improvisado. Se acerca a mí, mientras sonríe.

—Por favor, Aalbert. Hemos trabajado mucho como para que hagas esto... —Mathew se interpone en nuestro camino—. Déjanos ayudarte... no tendrá que intervenir nadie más.

—¡¿Qué está pasando?! —grita Raúl—. ¡Todos a sus habitaciones, ahora!

Todos hacen silencio. Raúl tiene una enorme varilla metálica. Señala a Aalbert.

—Raúl, yo... —Él suelta el vaso. Se aleja lentamente.

Natalia recupera aire, sentándose en una mesa. Mathew no baja sus defensas por nada del mundo, está quieto, tenso y con sus brazos alzados.

Aalbert sale corriendo sin decir nada, a máxima velocidad. Sale del edificio y se encamina a las profundidades del bosque. Raúl saca un comunicador.

—Se dirige directo hacia ti, vaya... predecible —comenta con una sonrisa—. Ahora.

Aalbert es golpeado con un bate de béisbol en una pierna, rompiéndola en un segundo. Joseph lo señala con el bate.

—Aalbert, Aalbert... ¿acaso no entiendes las reglas de este lugar? Dejaste de tomar tus pastillas... ¿cierto? —Joseph está de cuclillas—. Tómalas ahora.

—¡Malditos! ¡Mil veces malditos! —grita el señor, tirado en el suelo—. ¡No tomaré ni mierda!

Joseph voltea a ver a Raúl, con una mirada pícara, mostrando una siniestra sonrisa. Raúl lo ve sin mostrar expresión alguna.

—Creo que ha tenido suficiente. Deja que vaya a su dormitorio por sus propios medios, eso le enseñará. —Raúl camina hacia Lucrecia, quien está riendo mientras ve la escena—. Limpia esa mesa, Natalia te ayudará.

—Hm. —Lucrecia camina lentamente hacia la mesa. Al voltearse veo algo terriblemente extraño... La mitad de su cabeza no tiene cabello alguno.

—Mathew, Natalia... solo porque han ayudado a que no asesinaran a nuestra nueva adquisición, no los mandaré al sótano. —Joseph camina cerca de ellos, sonríe de manera provocativa a Natalia, mirándola desde el suelo hasta su cabeza. Se retira del lugar.

—Se reanudará el almuerzo en media hora. Me encargaré de dar el mensaje... —Raúl camina, todavía sin mostrar expresiones—. El día tiene que seguir.

—Oliver... ¿Estás bien? —Mathew ayuda a levantarme, mientras Natalia limpia el suelo y la mesa junto a Lucrecia. La cabeza me duele terriblemente...

Nadie era normal en ese lugar... estaría confirmado desde ese momento.

Hospital psiquiátrico Lunezca (#2.5 ¡Ya disponible!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora