El Secuestro.

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Ese jueves, Anya había quedado con las chicas para comer después de las clases, ya que tendrían que planear la salida de ese día.

Anya como siempre se dirigió hacia el coche cuando a través de los arboles del bosque que rodeaba el campus vio una silueta extraña, creía que era un animal un ciervo o algo así, se adentró un poco más, solo estaba rodeada de árboles cuando un ruido extraño la paralizo.

Corre, corre, corre, le decía su subconsciente.

Pero no podía moverse, miro hacia todos los lados, pero no vio nada, asustada su cuerpo empezó a reaccionar y se apresuró a llegar al coche, pero en los pocos metros que le quedaban para salir del bosque, sintió que alguien la agarraba por detrás con fuerza tapándole la boca, intento resistirse, pero era imposible, tenía muchísima fuerza.

Era un brazo rudo y fuerte, la piel blanca como el nácar, solo consiguió visualizar eso, porque de repente sintió una gran punzada en el cuello y poco a poco fue perdiendo el control de su cuerpo cayendo al suelo de golpe, estaba muy mareada pero aún estaba consciente solo que inmovilizada. Anya veía borroso, sintió que alguien la elevaba y la llevaban como si fuera un saco de patatas, intentaba gritar, moverse, pero su cuerpo estaba totalmente muerto.

Mierda, mierda y más mierda pensaba una y otra vez.

Vio como la dejaban en un lugar oscuro, escuchaba voces, murmullos, intentaba hablar pedir ayuda, pero no lo conseguía, solo sentía la ansiedad y las lágrimas caer de sus ojos sentía que se iba a desvanecer en cualquier momento, hasta que un golpe en la cabeza la dejo inconsciente del todo.

Pasaron horas y las chicas ya estaban nerviosas no sabían dónde estaba Anya porque no contestaba al móvil, fueron a buscarla a casa por si ella se había adelantado y no estaba ni ella ni su mochila.

Decidieron esperar hasta antes de la fiesta para llamar a la policía por si hubiera ido a pasear o quedado con alguien. Preocupadas dejaron que pasara el tiempo cancelaron el ir a la fiesta y esperarían en casa a ver si llegaba, rezaban para que no le estuviera pasando nada, cosa que se equivocaban.

Anya empezó a despertar, tenía frío, se sentía entumecida y cansada le dolía la cabeza y recordaba el pinchazo, intento moverse, pero no podía algo la detenía.

Pestañeo un par de veces hasta que analizo aquel lugar, la estancia era grande y antigua, hasta se podía decir lúgubre y a la vez lujosa, las paredes de un color blanco roto y antiguo con grandes pilares de mármol rodeando toda la habitación circular, había un gran ventanal justo frente a ella, Anya se dio cuenta que estaba atada de pies y manos en una gran roca de mármol situada en el centro de la estancia.

Estaba rodeada de instrumentos médicos y un gran espejo recubierto de oro al final de la estancia. Siguió analizando la habitación, grandes cuadros extraños decoraban la habitación, gente asesinada, demonios absorbiendo almas.

Estaba aterrorizada, empezó a temblar, no sabía que estaba haciendo allí, iba a morir ¡Joder! - pensó. Se miro a sí misma y vio que no llevaba la misma ropa con la que salió del estudio, ahora llevaba un vestido de terciopelo lila con un pequeño lazo negro alrededor de la cintura y ahora estaba descalza. ¡Quien coño la había tocado! no se acordaba de nada, quien la había visto desnuda y si le habrían hecho algo en su inconsciencia.

De pronto la puerta se abrió con un gran chillido, su corazón latió a mil por hora, le retumbaba en sus oídos y rompió sus pensamientos. Un hombre alto, rudo, con la piel como la nieve y trajeado, lo observo bien y se dio cuenta que ese hombre tenía los ojos inyectados en negro, no había diferencia entre pupilas, iris y la esclerotice, ¿¡pero que cojones le pasaba a esta gente, eran extraterrestres o que!?

Entro en la sala, ni siquiera la miró, llevaba algo en las manos una especie de caja tapada con un trozo de terciopelo rojo, Anya tenía miedo, Voy a morir se repetía una y otra vez -pensó casi llorando. El hombre la destapo, la dejo sobre una mesa de cristal junto a los instrumentos de médico y salió por la puerta que había entrado, Anya observo, era una urna de cristal, la observo detenidamente y cuando se dio cuenta de lo que era en realidad.... Abriendo la boca de par en par con los ojos fuera de las orbitas, no sabía que pensar... pestañeo una y mil veces, pensaba que lo había visto mal... no se lo podía creer, miro la urna para asegurar lo que había visto pero no salía de su asombro.

¿¡Para qué demonios usarían eso!?


La Transformación.Where stories live. Discover now