[f] Uso de la fuerza para conseguir un fin

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Wang Yibo podía ser demasiado infantil a veces, pero esa era la manera en la que Xiao Zhan lo amaba. Siendo una masita de ternura que exigía mimos a cada segundo y que llenaran su rostro de besitos mientras le susurraban palabras cariñosas al oído. Un complejo mocoso mimado, pero su mocoso mimado. 

Xiao Zhan era, por otra parte, algo más maduro, pero igual de consentido. Él también adoraba recibir un montón de besos pequeños por toda su cara a la vez que era abrazado por Yibo como si fuera un koala. Le gustaba sentir el calor corporal del más joven rodeándolo. Era placentero y lo hacía sentir repleto de amor. 

La atención de Yibo siempre estaba puesta sobre su novio, difícilmente se perdía en sus pensamientos teniéndolo frente a él. No podía divagar si sus ojos estaban concentrados en la hermosa figura de quien amaba, no había nada a lo que quisiera prestarle más atención que a él. 

Era así desde diez años antes, cuando comenzaron su relación tras una declaración mutua y sencilla, nada fuera de lo que podría considerarse común. Solo un "me gustas" por parte de Wang Yibo que fue respondido con un "me gustas también" de Xiao Zhan, seguido de abrazos, miradas brillantes y un largo, largo beso que acabó con un suspiro de cada uno y sonrisas enormes que nada iba a borrar.

La atención de Yibo siempre estaba puesta sobre su novio, difícilmente se perdía en sus pensamientos teniéndolo frente a él. Sin embargo, de vez en cuando sucedía; se perdía en el interior de sus recuerdos y pensamientos sin poder evitarlo. Habían cosas que simplemente traían a su cabeza imágenes que no podía sacarse de encima tan solo parpadeando. 

En esta ocasión, Zhan y él estaban cenando en un restaurante amplio y elegante a las afueras de la ciudad para conmemorar su aniversario. No era nada extraño, habitualmente lo hacían si tenían tiempo y dinero, pero esta vez se quedarían a dormir en un hotel del lugar por lo que ninguno de los dos debía conducir y, por ende, podían darse el lujo de beber un poco. 

Al terminar el postre, el mesero les sirvió un poco de vino a cada uno. Estando bajo la luz tenue de los faroles interiores, al lado de un gran ventanal que dejaba a la vista la ciudad nocturna y la inmensa luna decorando el cielo, se sentía una atmósfera extrañamente romántica y especial.

Xiao Zhan le enseñó una gran sonrisa a Yibo antes de balancear su copa con delicadeza de un lado al otro. En ese momento Wang Yibo se perdió en sus recuerdos como rara vez hacía. 

El líquido rojo se deslizaba por el vidrio hipnóticamente, dejando —lo que su novio llamaría— lágrimas en él. Éstas no eran borgoña como el vino, más bien eran transparentes y lucían como aceite. No sabía nada sobre aquella bebida alcohólica. En realidad, para él, ella solo lucía como sangre; no de la que brota apenas se abre la piel, sino la que lleva tiempo afuera y comienza a secar. O también la que escurría desde la boca luego de obtener una herida interna. 

Lucía como sangre, así como la que alguna vez vio brotar de su madre agonizante en el piso de la cocina. 

Parpadeó una vez sin dejar de mirar la copa. Zhan decía algo sobre la comida, pero él no lo escuchaba. En el interior de su mente, Yibo acababa de volver a tener once años y a vivir con sus padres. Para ese entonces, el orfanato en el que conoció a Xiao Zhan todavía no formaba parte de sus recuerdos, todavía se trataba de su futuro. Uno muy próximo. Por el momento, él aún contaba con sus padres. (Un segundo después, ya solo contaba con uno de ellos.) 

El cuchillo entró una vez en el abdomen de su madre seguido de un grito que Yibo estaba seguro de que le había desgarrado la garganta a la mujer. Un instante después, el cuchillo salió bañado en rojo carmesí y una pizca de la tinta saltó a la mejilla de su padre. Lo mismo se repitió una, dos, cuatro, seis veces más. Cada vez más rápido. 

VIOLENCIA 暴力 YIZHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora