[El joven de la ventana y la chica caramelo]

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Un sol color miel entra a través de la ventana del café.

Ventana tras la cual se sienta un joven.

Con mirada distraída lee el periódico mientras busca algo más allá del cristal.

Lo miro y un suspiro nostálgico se escapa de mi boca arrugada.

Ahí está otra vez, con esa mirada enamorada en sus ojos.

Ahh la juventud.

Aún recuerdo esos días...

Aquellos días donde el corazón grita algo que la mente no entiende.

Es un sentimiento tan cálido... y a la vez tan doloroso.

Y ahora que veo al joven de la ventana, me gustaría que no sintiera ese dolor...me gustaría decirle que la chica caramelo no volverá.

Esa chica de brillante sonrisa, dulce como el latte que siempre pedía.

Ella no volverá.

Lo sé porque la ví de la mano de otro.

Se veía tan feliz, riendo al lado de aquél chico peliblanco...

Por eso sé que no volverá.

Por eso quisiera decirle al joven de la ventana que deje de esperarla a las nueve en punto, porque ella no llegará ni aunque sea la una de la tarde.

Pero no me corresponde decírselo.

No me corresponde porque solo soy el propietario de este café poco concurrido.

Yo no soy quién para meterme en esta historia de amor rota.

La campanilla de la puerta tintinea y aparto estos pensamientos de mi mente para atender al nuevo cliente.

Pero al dirigir la mirada hacia la puerta me quedo de piedra.

No es posible...

¿Acaso mis ojos me engañan?

Al verla entrar, no puedo evitar voltear mi mirada hacia el joven pelinegro.

Sí, él también la ha visto.

La chica sigue mi mirada y sus ojos se encuentran con los de él.

Pienso con satisfacción que ahora la mesa de la ventana vuelve a estar completa.

Y como si esas dos semanas que estuvieron separados nunca hubieran ocurrido, vuelven a inundar el ambiente con risas y calidez.

Tal y como lo hacían antes.

No puedo evitar sonreír por lo bajo.

Ahh la juventud, tan impredecible...

¿En qué estarás pensando... chica caramelo?

¿En qué estarás pensando al sonreír de la misma forma para dos chicos diferentes?

O será que...

Ohh, ahora lo veo con claridad.

Con que eso es lo que pasa ...¿eh chica caramelo?

Al verte sonreír ahora, me doy cuenta de la falsedad en la sonrisa que ví al lado de aquél chico de cabello de nieve.

Pero supongo que aún no te has dado cuenta... ¿eh?

Me preguntó si el joven de la ventana se ha percatado del cambio que origina en tu sonrisa...

Pero no soy quién para decírselo.

No soy quién para meterme en esta historia de amor que apenas está por comenzar...

― Oye, Emma. Mejor vayamos a otro lado.

― ¿Ehhh? ¿por qué?

― El viejo nos está observando demasiado... es incómodo ― explicó Ray con una mueca de desagrado.

― ¿ Te refieres al dueño?

Ray afirmó con la cabeza.

― Pues a mí me parece lindo ― dijo Emma mientras saludaba al dueño con una mano.

― Sí, un lindo entrometido ― masculló Ray con sarcasmo.

― Está bien, está bien, vámonos

Y tras pagar la cuenta, salieron por la puerta caminando y riendo con tranquilidad.

Pero, de lo que Ray no se percató, es que alguien además del dueño los observaba...

Más bien, alguienes.

Específicamente, dos pares de ojos azules que los escrutaban desde una mesa en el restaurante al otro lado de la calle.

Ambos ojiazules los siguieron con la mirada hasta que doblaron la esquina y se perdieron de vista.

―¿ Ahora crees en lo que te digo... Anna?

― No creí que fuera posible...

― Bueno, ahora que lo has visto...¿me ayudarás en el plan que te comenté?

― Está bien, desde ahora tienes mi apoyo ― dijo Anna con la mirada apagada.

Norman asintió con la cabeza y procedió a explicarle a Anna los detalles del plan.

Tomó un sorbo de café mientras recordaba las palabras de la voz en su cabeza.

"Te engañas"

Sí. Todo este tiempo se había estado engañando a sí mismo.

Pero ahora veía las cosas con claridad.

Ohh Emma ...¿por qué te atreviste a traicionarme?

No te preocupes.

Gracias al plan que idee volverás a estar de nuevo a mi lado...

Gracias al plan que idee volverás a amarme como antaño...

Norman tomó un sorbo de café mientras esbozaba una sonrisa torcida.

Sí.

Ojalá el joven de la ventana se hubiera percatado de esto.

― I.S.

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