27.

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Saki realmente no sabía porque ayudó a Sasuke.

Ella nunca rompía las reglas, ¡Nunca!, podía ser algo despistada y torpe en su vida, pero nunca hizo algo que no debería. Después de todo fue criada desde los seis años por Hiashi Hyuga, ese hombre no le exigía perfección como a sus hijas, pero Saki se sentía en deuda por todo lo que hizo por ella y siempre aspiraba a lo mejor.

Esa era la razón del porque siempre había sido bastante obediente en general, no sumisa, si no obediente y disfrutaba mucho recibir halagos cuándo hacía las cosas bien. Por ello nunca rompió las reglas de manera tan grande.

Hasta que su querido primo le pidió que lo haga con esos ojos que le recordaban mucho a su padre y simplemente no podía negarse a él.

Habían pasado exactamente dos semanas desde que ayudó al más alto a escapar del hospital y desde ese día no lo volvió a ver. Parecía que el Uchiha se había desvanecido para poder entrenar tranquilo sin que nadie lo moleste.

Por un lado lo entendía, ella también tenía un gran orgullo y quería ascender a toda costa, pero por el otro le preocupaba el tema el sello maldito. Agradecía que Kakashi fuera quién estaba entrenandolo, quizá sólo no podría contener el poder del sello.

Suspiró mientras miraba el cielo. Estaba perdida entre sus pensamientos desde que terminó el entrenamiento con Kurenai y se lanzó en el suelo, exhausta. El cielo sobre ella estaba en tonos anaranjados, lo cuál significaba que estuvo tirada allí por horas.

Había perfeccionado el jutsu de invocación ese mismo día y estaba bastante entusiasmada por ello, pero también tenía algo de miedo por la proximidad de su batalla. Tan sólo tenía un día para recomponerse del arduo entrenamiento que había sufrido.

Todavía no veía a Hinata, mucho menos pisaba el recinto Hyuga, sabía que si iba a ese lugar no podría evitar ver a su mejor amiga y aunque era consciente que Kiba iba a visitarla de vez en cuando se hacía la tonta para no demostrar lo mucho que necesitaba a la de cabellos cortos.

Negó varias veces, intentando quitarse todo pensamiento deprimente. No podía dejarse vencer, no después de todo lo que había avanzado para mejorar como kunoichi, no podía simplemente dejarse estar y llorar como una niñita que no puede estar sin su mejor amiga.

Se levantó de un salto, decidida. Mañana ella haría historia, se convertiría en Chunin y cumpliría la promesa que le hizo a la heredera del clan Hyuga.

Con ese pensamiento se encaminó a su hogar, segura de si misma y su valía.

————

Fue su nuevo compañero quién la recibió en su hogar apenas llegó. El minino había comenzado a maullar queriendo atención y Saki no pudo negarsela tomándolo en brazos. El gatito era bastante manso y adoraba estar en los brazos de su nueva dueña.

Saki sonrió mientras se encaminó hacia su habitación, justo allí dejó al gatito en la cama y abrió un armario enorme que estaba posicionado junto a su cama.

—Yumi, mañana es un día muy importante, tendré una batalla importante. -Le explicó al pequeño animal que lamia su patita con flojera, pero de alguna manera parecía escuchar todo lo que decía la pelirroja.

Sabía que no recibiría respuesta alguna, pero le gustaba hablar con el minino mientras estaba en el departamento, era relajante.

—¡Aquí está!.-Exclamó luego de lanzar la mayoría de su ropa, después de todo lo que buscaba estaba al final del gigantesco armario.

Sky eyes; Neji Hyūga. [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora