Conviviendo en un caos

❁Capítulo veintiseis.❁

Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos (Hermann Hesse)

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—¿Porque Jughead ha salido?—preguntó FP confundido.

Margot miró a los trillizos—Él la ha ido a ayudar—se limpió las lágrimas—Él va a ayudar a reparar lo que tú has roto, mamá—Dijo negando.—Lo que tiene Betty es un gran dolor, tú no eres capaz de curarlo, solo lo alimentas.—esta negó.

—Yo no quise—dijo Alice mintras se le crsitalizaban sus ojos.

—Pero si lo hiciste—contestó Max levantándose de la mesa.

Jughead no sabía donde se había ido Betty, ni siquiera sabía porque había salido corriendo tras ella. Creyó ver una figura correr a lo lejos, parecía a Betty, y prefirió comprobarlo. Corrió tras ella,  y pudo ver como la figura se sentaba en un banco, en una plaza. Cada vez que se acercaba le quedaba más claro que era ella, podía escuchar su llanto.

Se sentó a su lado y la rubia giró su cabeza y lo miró confundida, tenía su pecho agitado—¿Qué ... qué diablos haces aquí?—preguntó —No puedes estar aquí —dijo negando con lágrimas.

Jughead la miró a los ojos—Observa como lo hago—soltó para tomarla de las mejillas y besarla lentamente. Pero solamente la rubia se separó.—Lo siento—confesó el chico.—Por lo que yo te he hecho, por alimentar esa parte de ti.

La rubia negó—Yo... yo no puedo controlar mi cuerpo.—dijo desesperada con lágrimas, sin embargo, Jughead la abrazó y la apegó a él. La rubia se quebró mientras lloraba en su hombro.

—¿Recuerdas cuando te dije que primero iba tu salud mental antes que tu cuerpo?

Esta se separó—Tú lo notaste del principio y todos... creí que no se notaba.

—Yo si lo noté—aseguró.—Betty, yo...

La rubia negó—No, no hables—pidió—solo, no quiero escucharte decir nada—aseguró mientras se apoyaba en su hombro

—¿Sabes que no podemos estar así?—preguntó mientras acariciaba su pelo.

—Te he dicho que no quería escucharte—dijo la rubia separándose—esa es la palabra que no quiero escuchar—dijo negando con lágrimas— Me gustas, y estas semanas nos ignoramos y...—esta negó con lágrimas.

—Betty, nos conocimos hace un mes, posiblemente sea solo eso. Nos gustamos.

La rubia se levantó—Claro, tal vez pronto te olvide mientras te sigo viendo cada día de mi vida—dijo sarcástica—¿Porque has venido?. ¿Para hacerme sentir peor?

Jughead negó—Para llevarte a casa segura. Porque necesitaba venir contigo. Necesitas alguien con quien hablar.

Esta asintió—Tal vez tengas razón, pero ya no creo que tú me puedas ayudar—dijo negando.

—Podemos ser amigos.

La rubia hizo una mueca—No quiero ser tu amiga,Jughead. No quiero ser tu hermanastra—confesó y suspiró.—Me iré a casa a buscar ropa, no dormiré en casa—aseguró para comenzar a caminar.

Jughead suspiró mientras se levantaba para caminar a su lado—Betty.

—Pero si el mundo se acabara, vendrías a mi, ¿verdad?—Betty se paró y con lágrimas lo miró.