Capítulo Nueve

119 15 2
                                    

Marco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Marco


—¡Te dije, te dije!—

—Por el amor De Dios Diego, me dejas sordo, te recuerdo que uso audífonos— Y era verdad, estaba cocinando cuando le llegó una llamada entrate de el, apenas contestó se arrepintió en seguida, unos gritos de pura emoción saltaron de la línea.

—¡Vamos, vamos, ganando como siempre chavales!—

—Que no grites—Una sonrisa vacilona se asomaba de su rostro, desde el dia que ellos cinco salieron a tomar café Diego se había vuelto loco cuando Blue había aceptado darle el numero a este y más cuando le devolvió el follow en insta acompañado con un dm.

—Sabes, a mi también me siguió—

—CALLATÉ, no arruines mi felicidad—Se oyó un reproche, el cual solo lo hizo reír más.

—Lastima que Niko no nos pudo acompañar, se escucha buen chico—

—También pienso eso, Manuel se quedó con las ganas de tener a su amigo en bromas—

—Amigo en bromas?—Ahora que habían inventado estos dos.

—Ya sabes, me quedé con Manuel hasta tarde tratando de averiguar el nombre perfecto—Se escuchó una risa.

—Ustedes cada vez me sorprenden más con sus salidas raras—

—SABES QUE IGUAL NOS AMAAAS—Antes de que este reprochara el otro cortó la linea, dejando a Marco con las palabras en la boca, pero solo se limitó en reír. No podia perder más tiempo, había quedado con Bruno en el parque, este había dicho que le tenia una sorpresa, quería llevarlo a un lugar.

Poniéndose guapo, como diría Diego, se fue casi corriendo al lugar, solo quedaban minutos antes de que llegara la hora dada, como se le complicaban las horas, cuando quería llegar puntual sentía como si el tiempo fuera más rapido de lo normal.


[...]


—Ahí estas— Fue lo que le dijo Bruno al llegar al parque casi sin aliento.

—Puntual como te había prometido—Sonrió rápidamente y más cuando esta fue correspondida.

—Bueno niño, no perdamos más tiempo—

—Ya me vas a decir dónde nos dirigimos?—Siguiéndole el paso, lo único que recibió del otro fue un no rotundo, y tuvo que guardarse las ansias para después.


[...]


—Y bueno, ya llegamos—Volví mi vista y pude ver un centro grande, tenia las paredes un poco despintadas pero se veía bien montado, Bruno me explico que el suele venir a este centro, era un centro de caridad y cada dia a dia buscaban voluntarios, era triste saber que muy poca gente se apuntara, porque parecía una idea muy linda, hoy se cocinaba y servia a la gente pobre, la mayoría niños huérfanos.

—Entonces, te apuntas?—Le dijo tímidamente, con temor que rechazara a una idea tan tonta.

-Pero que esperas cocinero? Mano a la obra!—Dijo Marco alzando las manos exageradamente dando una gran sonrisa, rápidamente el otro sonrío también.


Primero comenzaron viendo quien iba a cocinar que, habían otras seis personas, dos adolescentes que parecían ser hermanos y el resto era edad mayor, después de unos minutos no asignaros la sopa a nosotros, a Bruno le pareció genial, pero a mi no mucho, nunca había cocinado sopa.

—Todo bien?—dijo Bruno sacándome de mis preocupaciones.

—El problema acá es que nunca he cocinado sopa- solté una risa nerviosa, pero el solo me regalo una mirada dulce.

—Entonces es hora de aprender, te guiaré para que sepas que ingrediente poner, vale?—rápidamente asentí y esperé para que me diera señales.

El rato pasaba bien, aunque no era bueno descubrí que la sopa era muy fácil, le fui agarrando el toque, al principio me costaba ubicarme en los ingredientes correctos, lo que le hacia gracia a Bruno, yo sonreía tímidamente, pensando en lo graciosa que se debería ver la situación, un novato confundido entre un tomate y un chile.

Al pasar el rato la sopa estaba ya casi terminada.

—Solo falt..- Bruno, que iba poner el ultimo ingrediente vio como rapidamente metí una cuchara a dicha sopa y me lo metía directamente a la boca, el no pudo evitar riendo lo más alto que pudo.

—Pero que crees que estas haciendo!- Sin dejar de reír me quitó de un solo la cuchara de mis manos.

—Bueno bueno, esto es lo más delicioso que he probado, quien lo diría, me convertiré en matee chef- rápidamente hice una pose de programa.

—No me cambies el tema!—Bruno tratando de ser serio salió mal, ya que otra vez fue inevitable reír.

Poco después comenzamos a servir a la gente, cada sonrisa que la gente daba cuando le daba un plato era incomparable, Bruno tenía toda la razón, ese sentimiento era hermoso, me hacia pensar en mis tiempos de antes, donde pensaba que era la persona más miserable del mundo, ahora viendo como todas estas personas luchaban por su salud, se me encogía el corazón.

Ya había oscurecido cuando salimos de aquel centro, decidí acompañar a Bruno hacia su casa, habíamos pasado un gran rato, otro que se sumaba a momentos inolvidables.


—Y que dices, listo para ya hacer sopa por tu cuenta?—preguntó Bruno rompiendo el silencio que se había formado.

—Ya te digo, cuando me veas en la tele por mi famosa sopa, ahí entenderas—el solo rió.

—Es sorprendente como ya solo van unas semanas donde pasó todo esto, y siento que te conozco de años- comentó, aun con una sonrisa lejana.

—Lo que me pasa a mi, por todos estos pequeños momentos que hemos tenido, me hacen querer pasar años contigo, y te lo vuelvo a agradecer, me cambiaste, para bien- Y le di una de las más dulces sonrisas que tenia.

—Tu también, gracias por todo- me sonrió.





Esa era nuestra promesa, compartir momentos memorables el resto de nuestras vidas, junto a nuestros fieles amigos, claro, una promesa nunca se rompe.

Symphony  [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora