»Uno

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Lorelay se observaba de un lado a otro frente al espejo como si quisiera encontrar algo nuevo. De manera frontal, de perfil, hasta inclino un poco más sus caderas esperando mostrar algo más atrevido, pero se sentía insatisfecha y detestaba eso.

La pubertad ya se había pronunciado en su cuerpo y no era posible que sus senos no puedan reventar un escote y su trasero no sea lo suficientemente regordete para alzar su falda hasta los muslos. Bufó molesta por la insatisfecha apariencia que veía y se resignó a aceptarlo, lo peor era que nunca hubiera tomado tanto interés por su vestimenta sino fuera las constantes quejas que tenía de su madre y el hecho de que asista por primera vez a una fiesta. Todo eso la estaba llenando de inseguridades.

— Aunque te mires toda la noche en el espejo tu culo no crecerá, Lore.

La voz madura de una mujer le hizo dar un pequeño salto espantando también sus pensamientos y cuando su mirada se conectó con la de ella supo que esta vez no tendría una pequeña charla con su mamá sobre su atuendo, pero tampoco escaparía de su opinión.

— Yo solo... No sé qué ponerme.

Lissie, por el contrario, sabía exactamente lo que debía buscar para su hija. Ellas eran Reeve, y Lorelay tenía que deslumbrar en una fiesta tal y como su madre siempre lo hacía. Sacó unas medias negras del ultimo cajón del armario y pasó su dedo índice por los labios pensando si era buena idea maquillarla o no, pero lo dejó pasar al ver las dos grandes plataformas que llevaba puesto su hija en los pies.

— Con esos zapatos no podrás ni cruzar la entrada de la casa — Protestó reincorporándose — Ponte zapatos más cómodos y también utiliza estas medias, hará que tus piernas luzcan más largas. Y la falda nunca se abrocha en la cadera, siempre en la cintura.

Miró con aprobación la oscura blusa sin mangas, que cubría el pecho y cuello de Lorelay dejando descubierto una ligera parte del abdomen, y hasta tuvo que contener una pequeña sonrisa al ver que su hija le estaba gustando jugar con la apariencia. Lorelay meses atrás era demasiado descuidada con la ropa y parecía niña de preescolar, o al menos eso era lo que siempre le recalcaba cada vez que la veía.

— Una mujer debe saber cuál es el arma secreta de su cuerpo, Lo.

Pero para Lorelay, tener que escuchar las repetidas frases que su madre acostumbraba decirle era agobiante, hasta incluso martirizante. Sobre las mujeres y la moda, las dietas, el ejercicio y... las estrictas restricciones. De tan solo pensar en lo último, su cuerpo se estremeció.

La adolescente había seguido al pie de la letra cada una de las restricciones que su madre le había impuesto y quizás era por eso, que nunca se dio cuenta en la pequeña burbuja que vivía y que su mamá, irónicamente, tanto se quejaba.

— Lore, te quiero aquí a las doce — Su mamá sentenció con los brazos cruzados — No quiero que tomes bebidas que te ofrezcan, nada de fumar, quédate con los chicos de tu edad y aléjate de e-

El sonido de un insistente timbre las interrumpió y Lorelay aprovechó ese momento para salir de su habitación escapando de ella. A decir verdad, la chiquilla estaba tan entusiasmada sobre su primera fiesta que ni recordaba con exactitud las advertencias.

Nada de beber, no fumar con chicos de su edad, quedarse con lo que le ofrezcan y alejarse de... Bah. Nada malo podía pasarle esta noche.

Bajó las escaleras tan rápido como pudo y evitó mirar a la persona que se encontraba sentado en el sofá de su sala. Lorelay se había acostumbrado a las concurridas visitas de diferentes amigos de su madre. Sin embargo, la presencia del fornido hombre calvo, con aliento a cigarro y gafas negras que se encontraba en su sala, la perturbaba. Hasta sintió escalofríos y nauseas cuando lo descubrió mirándola mientras se mordía el labio grotescamente.

Daddy's doll | Harry StylesKde žijí příběhy. Začni objevovat