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—¿Usted es Tomioka Giyū? —preguntó una joven de cabellos oscuros.
Él joven solo asintió sin mostrar algún interés especial en la chica.
—Urokodaki-san me dijo que usted puede ayudarme a hacerme más fuerte ¿Puede aceptarme como su Aprendiz? —habló entusiasmada apretando sus puños frente a su pecho.
El ojiazul negó con la cabeza, para luego seguir su camino un poco más apresurado que antes. Ella solo se quedó de piedra al ver como había sido brutalmente rechazada. Pero no se rindió y siguió atrás de él.
—Tomioka, bueno... ¿Cómo debería llamarlo? san, kun, sensei... —la joven cazadora de demonios iba pensando esperando la respuesta de su compañero.
Mientras tanto él solo caminaba, hace unos días se había encontrado con ciertos hermanos extravagantes, ya que uno de estos era un demonio, y se encontraba pensando sobre el posible estado de ambos.
—Tu silencio me dice que solo Tomioka esta bien. —añadió con una pequeña sonrisa.
Continuaron caminando en completo silencio hasta llegar al lugar de la misión de paso que tenía el Pilar de Agua.
—¿Por qué sigues aquí? —fueron las primeras palabras que salieron de la boca del pelinegro.
—Oh~ hablaste, empezaba a creer que eras mudo o algo así.
—Tengo una misión ahora, deberías irte a casa ya.
—Ya no tengo casa... ¿Y sabes? Pudiste decirme que estabas en una misión antes. —respondió la menor alzando los hombros.
Nuevamente solo se quedó en silencio, sin saber sobre que más opinar.
—No creo que te cause muchos problemas, aunque no lo parezca también soy cazadora de demonios Tomioka. —agarró el puñal de su espada que se encontraba en su cintura cubierto por el haori celeste suave que llevaba puesto.
—Si insistes supongo que esta bien, mientras no me estorbes.
Nuevamente de piedra por la agresividad que expresaba Tomioka con cada palabra que decía.
Ambos llegaron rápidamente a un pequeño pueblo, las oscuras calles daban una sensación pesada a cada paso que daban, pero aún así ambos se veían despreocupados.
Algo detrás de ellos empezaba a arrastrarse y desplazarse por debajo del suelo. Este demonio intentaba capturar a una pareja que se encontraba paseando por ahí.
Entonces otro demonio apareció frente ambos cazadores.
—Al fin saliste. —dijo la joven pelinegra con cierto odio en sus palabras mientras tenía en su rostro una sonrisa de relajo.
—Quédate atrás, yo me haré cargo de este. —comentó ahora Tomioka, comenzando a desenvainar su espada.
Ella solo soltó un bufido, se cruzó de brazos mientras pensaba que el Pilar era algo complicado de entender.
