Un duelo de amor ( Homero y Morticia)

Te encontraré

Merlina quien quería hablar con su padre.

- padre... - dijo Merlina llendo a abrazar a su padre (algo poco habitual en ella) -

- ¿que tienes querida? - pregunto Homero preocupado - ¿Que pasa? ¿todo en orden?

- estoy muy angustiada por mi madre, estará bien? - pregunto Merlina con ojos cristalizados -

Merlina jamás se había mostrado así de vulnerable ni frente a su familia ni frente a nadie, el verla así hizo que a su padre le doliera el pecho.

- tranquila hija - respondió intentando calmarla - tu madre es una mujer fuerte, inteligente...

- creo que Danna tiene que ver en esto...- dijo de repente -

- ¿por qué lo dices hija? - pregunto Homero curioso -

- nos quiere separar, supongo que solo quiere dinero... es que acaso nuestra familia está destinada a solo tener problemas?

- tranquila pequeña, tu madre pronto estará con nosotros - dijo intentando calmar a Merlina -

- todo esto es mi culpa - dijo Merlina de repente -

- no, no, no Merlina no pienses así, no seas tan dura contigo. ¿Por que esto sería tu culpa? - pregunto Homero mirándola -

- me empeñe tanto en querer saber que planeaba que no les avise a ustedes, si no hubiera sido tan estúpida las cosas serían diferentes...

- Homero volvió a abrazar a su hija - nada de esto es culpa de nadie, ya verás que tú madre volverá más pronto de lo que imaginas. Ella nunca nos abandonará...

Los días eran lentos cada uno más lento que el anterior, Homero tenía que ser fuerte por su familia, pero, quien puede ser fuerte cuándo la mitad de su vida no está con él?.

Homero a veces se encerraba en su habitación para llorar en silencio ya que creía que la preocupación en la casa era suficiente como para más aún.

O solo vagaba por la casa recordando momentos al lado de Morticia.

Homero jamás había sentido una tortura tan cruel y despiadada, pero tenía fe en que ella estaba con vida y el deseo de volver a tener sus cuerpos juntos era lo que hacía que no se rindiera.

Aunque la tristeza era tan profunda incluso más que el océano.

Hasta ver a la mujer que amaba ser feliz de nuevo el no descansaría jamás. Y si debía morir por ella lo haría.