Capítulo 10

1.8K 170 7
                                    

La luz dentro de la limusina era escasa, aunque la luz exterior de las farolas iluminaba lo suficiente para ver los destellantes ojos de Tom que me miraban sonrientes.

- ¿Te apetece una copa de champan mientras llegamos? – pregunta Tom descorchando ya la botella.

- Seguro. – le contesto asintiendo con ganas.

Tom vierte el líquido dorado y burbujeante en cada una de las copas y me tiende la mía. Pego un fino sorbo de ese néctar que chispea en mi boca, a la misma vez que lo hace en la de Tom.

- ¿Qué es lo que hablabas con mi tía?

- Nada, sobre las pinturas.

Supe que no era del todo verdad lo que me decía, pero no tenía ganas de concentrarme en algo como eso dadas las circunstancias y en la situación que nos encentrábamos.

- Bueno, ¿y qué te han parecido las dos?

- Tu tía es una mujer muy inteligente y Nina, bueno sinceramente ha sido como revivir el momento en que te conocí.  Su forma de hablar, de moverse e incluso de expresarse.

- Si, nos parecemos mucho.  ¿Y tú y tus hermanas?

- Bueno, físicamente no mucho pero en cuanto a gustos o personalidad tenemos mucho en común.

Volvimos a pegar un sorbo de nuestras copas de forma sincronizada y nos regalamos una sonrisa.

- Por cierto. – dijo Tom levantando las cejas dándole importancia a lo que iba a decir. - ¿Cómo avanza lo de la tienda?

- Mañana iré a comer a casa de mi tía y se lo comentare.  Supongo que ella me ayudara a llevar a cabo todo el trabajo al tener tiempo libre.

- ¿Me dijiste que ella no trabajaba verdad?

- Si, lo dejo cuando yo me mude a su casa.  Claro que, que de golpe te envíen a tu sobrina medio loca tras la muerte de tu hermana y tu cuñado te quita bastante parte de tiempo.

- He escuchado antes cuando hablabais las tres sobre tus padres. 

- Eso siempre hace que el clima adquiera un toque fúnebre…  Mejor cambiemos de tema.

- Antes de eso, quiero que sepas que se que no te gusta hablar de ello, pero si lo necesitas aquí tienes dos orejas dispuestas a escucharte.

Es un hecho mi negativa a hablar de eso, aun tras diecinueve años de su muerte siga tan taciturna a hablar de ello y me esconda tras mentiras.

- Gracias. – digo con una sonrisa sincera antes de animarme de nuevo. – Y bueno, quiero saber ya a donde vamos.  No aguanto más la espera.

- Solo te desvelare que vamos a ir a tres sitios diferentes.

- ¡Eso solo hace que me ponga más nerviosa! – exclamé levantando las manos en suplica. – Vamos, dime algo.

- Míralo tu misma. – inclino la cabeza hacia el lado de su ventana.

Un gran edificio de color ocre, con algún detalle en terracota y piedra rojiza, que hacia esquina en la séptima Avenida se mostraba exuberante ante mis ojos.   La boca se me abrió de la impresión y mis ojos parecían que fueran a salir de sus cuencas.

- Parece que ya sabes lo que es. – dijo Tom con una brillante sonrisa.

- Claro que lo sé.   Es la sala de conciertos Carnegie Hall.  No me lo puedo creer que me vayas a traer aquí.

- Me dijiste una vez que te gustaba la música clásica y en especial Beethoven… - lo mire imaginándome las posibles palabras que seguirían. -  Me informe y vi que hoy había una sinfonía sobre él.

Luna de óxidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora