Voces en el horizonte

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Lo que creía cierto ahora no era nada más que una efímera sensación de calidez. No podía esperar para ver qué era lo que había sucedido. El cuerpo me temblaba de los nervios. Sabia que no era la manera correcta de volver. Pero sabía que era lo mejor. Baje al primer piso, los muebles negros ya no estaban y a cambio estaban unos cremas muy bonitos, como de diseñador. La mesa estás reluciente y todo muy fino. No parecía mi casa, no me sentía así. Mi madre me miro y me pregunto:
-¿qué pasa? Parece que has visto un muerto...-
Sus palabras retumbaron en mi mente por un largo rato, hasta que la miré, una señora esbelta, con un traje de seda con encajes en los hombros. Todo su atuendo era distinto. Hasta que vi su sonrisa, definitivamente esa era la sonrisa de mi madre, fui a abrazarla a lo que ella extrañada me pregunta si me encuentro bien... tocan el timbre nuevamente y la veo, era Effy, su mirada caída y con sueños enterrados la mire de lejos. Mi madre la hizo pasar mientras que yo estaba en el sofá más alejado. Cuando ella me vio, sentí un escalofríos recorriendo por mi espalda. En definitiva es ella, la chica que me terminará rompiendo el maldito corazón y causándome un trauma emocional y psicológico; me lo decía mientras me reía silenciosamente.
Se acercó hasta mi y me intentó hablar, a lo que yo me levante y me fui.
Ese era yo, la persona más fría de todas. Mi mirada seca y cortante hablaban por sí solas.
Yo ya no quería saber nada de ella, todo lo que conlleva mi vida antes de mi intento de suicido está borrado. No podrá convencerme de nada... o eso creía.
Sentí su mano sujetándome de mi polo y los sueños que tenía se acabaron. Voltee en seco y con una sola palabra lo dije todo, -véte, no quiero volver a verte-. Mi madre me miró fijamente preguntándome qué me pasaba. Yo solo la miré y dije, -no pienso volver a caer en todo esto, sé que no me amas, sé que aún cambiarás y algún día me terminarás dejando.- yo sin nada más que decir, la sujete de la espalda y la abracé, diciéndole -No soy yo, eres tú. Tú y tu falta de madurar y aceptar que no todo es bueno siempre. Lo lamento, pero cuando más te necesite tú no estuviste, cuando más solo me sentí, tú solo te fuiste y buscaste a otro para ser feliz.- Con lagrimas corriendo por mis ojos la besé en la frente y le pedí que saliera. La acompañé hasta su casa y le expliqué todo a su familia, tal vez no me entendieron o tal vez si, la cuestión era que ahora era "libre".
Volví a casa con la mirada caída, como si hubiera cometido una equivocación, abrí la puerta y vi a mi madre. No sabia que decirle, solo la miré y dije -A veces las personas no son lo que parecen- y comencé a llorar. Mi madre me abrazo fuerte y me preguntó. Yo solo lloré y lloré.
Subí a mi recámara, cogí mi celular y vi nuestra foto, al parecer en esta historia tú y yo éramos muy felices, pero ahora no... cambiaré el haberte conocido. Volveré a cuando todo andaba "bien".

Juntos por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora