Capítulo Quince

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Amber llevaba cinco días intentando comprender sus dones y practicándolos. Jaden y Lizet se habían ofrecido a ayudarla a entrenar—aunque las veces en las que había practicado con Lizet eran menores a las prácticas que había tenido con Jaden—, y le habían advertido que al no haberlos usado desde una temprana edad, podría costarle un poco dominarlos ahora que sabía que los tenía. Si bien había recurrido a ellos en los últimos días, los dos le mencionaron que lo que normalmente sucedía al tratar de entrenarlos era que su mente los bloqueaba un poco, pues iba a esforzarse más por usarlos correctamente. Había personas que al aprender a usar sus dones a una edad cercana a los diecinueve los dominaban más fácilmente. Pero los dos hermanos creían que a Amber se le complicaría aprender a controlar sus dones de una manera más rápida por todo lo que había estado pasando últimamente en su vida.

Lizet ya le había mencionado que los dones eran controlados por la mente, y que al no tener práctica con ellos podían llegar a ser dominados por sus emociones. En sus entrenamientos Amber no estaba completamente concentrada. Quería más que otra cosa saber dominarlos, pero ella parecía no estar presente cada vez que practicaba. Se perdía pensando en su padre, en cómo su tía los había traicionado y en las pesadillas que había estado teniendo últimamente.

Desde que encontró a Lizet tirada en el suelo del cuarto de Sarah, había estado teniendo sueños similares a los de su premonición. No podía conciliar el sueño más de cuatro horas seguidas y había ocasiones en las que se despertaba gritando.

Había ocasiones en las que la única diferencia que existía entre su sueño y la premonición de Lizet, era que ella estaba muerta.

También estaba preocupada por Alexia, había ido a verla algunas veces, pero la chica seguía dormida. Y no se quedaba mucho tiempo con ella, ya que desde el día en el que Gabriel llegó, él no se movía de la habitación más que para comer, y Amber sabía que su presencia le incomodaba. El chico aún no terminaba de confiar en ella y no lo culpaba, comprendía que estaba molesto y preocupado por lo que había pasado con Sarah, además de que ella misma le había disparado a Alexia.

Todo lo que pasaba por su cabeza era lo que no le permitía controlar bien sus dones, los que tenía en fase delta y theta ni siquiera había logrado hacerlos salir. Jaden le había dicho que era bastante normal y que incluso algunos de los que tenía podría jamás llegar a usarlos, además de que al estar en esas fases era más difícil lograr que salieran, pues eran los dones sobre los que menos control tenía y los más débiles. También le había hecho saber que el desarrollar sus dones hasta la fase beta podía llegar a tomarle algunos años. A todos les tomaba bastante tiempo dominarlos por completo.

Amber sabía que lo que menos tenía era tiempo.

«Amber. Tierra llamando a Amber». La voz de Jaden retumbó en su cabeza.

—No hagas eso. —Una sonrisa burlona se asomó por la cara de Jaden—. Aún es extraño, y ni siquiera puedo regresártelo.

—Pronto podrás hacerlo —soltó rápidamente, a manera de consuelo—. Simplemente tienes que dejar de distraerte.

—No puedo concentrarme —dijo Amber en un tono más bajo.

«Tienes que dejar de pensar tanto las cosas».

Amber estaba sentada al lado de Jaden, ambos habían decidido tomar un descanso del enterramiento y se sentaron en la mesa más cercana a ellos. Aprovechó que él tenía los brazos sobre la mesa para poner su mano izquierda en el antebrazo del chico y le dio una pequeña descarga eléctrica. Hasta el momento la elecroquinesis era el don que mejor manejaba.

—Te lo dije. —El rostro de Jaden dibujó otra sonrisa rápida—. ¿Te detuviste a pensar cómo hacerlo? No. Debes de liberar tu mente para que sea más fácil.

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