III • ⟨Cosas⟩

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Sin mentir, habrá dormido al rededor de tres días. Que si, que esperaban que durmiera mucho, pero Vegetta ya comenzaba a asustarse pese a que Merlon le explicó varias veces que dicho comportamiento no era tan extraño en algunos animales. Menos estando cerca del invierno.
Bueno, él no diría "cerca". Aún faltaban por lo menos dos meses, tal vez un poco menos.

Se estaba cumpliendo la tercer noche de Rubius. Setenta y dos horas donde todo lo que hizo fue dormir. Estuvo atento incluso por si se levantaba para ir al baño, pero nada.

Más encima, esa noche su cuerpo decidió llenarle la cabeza de pensamientos extraños, por ende no podía dormir. Dió varias vueltas en la cama, puso varios vídeos tipo asmr intentando conciliar el sueño, música relajante e incluso limpió su habitación con romero en caso de que fuera culpa de alguna mala energía. Pero nada. Puramente psicológico.
Rendido, se levantó y en puntas de pie fue hasta la puerta de la habitación de su cuidador, para poder cerrarla. Si iba a estar despierto, al menos optimizaria su tiempo. De algo debía servir.

¿Reloj? Las tres y media. Plena madrugada. Aún le quedaban unas cuantas horas para que saliera el sol. Había tiempo. Por suerte la lluvia había parado, solos quedaba esa garúa tan leve que apenas se sentía. Más tarde dejaría un tarro de cristal afuera, el agua de lluvia no le vendría mal.

Se apresuró a entrar a su habitación nuevamente, abriendo su armario y sacando toda la ropa que le iba más o menos chica o que ya no usaba y estaba en buen estado y más o menos a la moda. Algunos pantalones de trabajo, buzos, y poco más. Lo suficiente como para que tuviera ropa decente que utilizar.

Algo que Alex siempre resaltó de él, eran sus pasos. Pasos de sombra llegó a decirle en algún momento. Si se lo proponía era capaz de no hacer ruido alguno al caminar, ni siquiera en aquel viejo parqué de roble oscuro que parecía tener más años que el mismo mago, y eso ya es mucho decir. Por eso mismo, entrar y salir varias veces de la habitación no le costó. Así como tampoco le fue difícil ocultarse en la mañana, cuando Merlon se puso a juntar sus cosas para irse a vaya uno a saber dónde. Siempre estaba ahí para ver al viejo partir, poder despedirse y también saludarlo cuando se fuera. Pocas veces hacia excepción con ello, pero si salía de la nada delataría que estuvo toda la noche despierto.

Así, cuando la casa quedó en silencio nuevamente, se dispuso a preparar el desayuno. Tenía antojo de algo dulce, y un menú rápido se le vino a la mente.

Manos a la obra.



Un olor dulzón similar a duraznos y fresas invadió la habitación de Rubius. Dicho aroma comenzó a despertarlo, logrando que se removiera en la cama y su estómago hiciera sonidos extraños que denotaban hambre.
Primero abrió un ojo, las cortinas estaban levemente corridas de sitio, cosa que un rayito de sol lograba colarse por cada punta; uno directo a su rostro y otro dando contra una mesita tipo escritorio que se encontraba del otro lado.
Perezoso, se sentó en la cama esperando a acostumbrarse a la iluminación, recordando con el paso de los minutos dónde estaba y la forma de acabar allí. Se sorprendió de que realmente lo hubieran dejado dormir, sentía que estaba con la misma energía de siempre gracias al sueño reparador. Su estómago haciendo divertidos sonidos llamó su atención nuevamente, avisándole de que el olor a fruta fresca lo llamaba. Se levantó lentamente, algo desorientado aunque no no entendía el por qué.

"¿Tanto he dormido?" Pregunta en voz baja para sí mismo mientras tomaba una fresa y la metía en su boca, sospechando que el mareo era debido a la falta de nutrientes.

Bajó con cuidado, comiendo su segundo durazno luego de haberse duchado nuevamente y llevando ropa limpia que encontró en el baño. Se sentía algo estúpido por no haber despertado pese a que claramente habían entrado a la habitación. Culparia a su cansancio mental y físico, pese a todo su lado humano seguia siendo tan débil como el de cualquiera.
Al bajar, se encontró a Vegetta con un delantal, pantalón y camiseta negra terminando de lavar algo. Estaba de espaldas, no sabía cómo llamar su atención sin asustarlo.

Nacidos para encontrarse ; Karmaland4Where stories live. Discover now