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-¿Conduces?- Me pregunta Emilio una vez sobre su auto.

Niego.

-Una mala experiencia. ¿Me llevas de una vez a mi casa?

-¿Estás seguro que no quieres venir a la mía?

-Dije que no- suspiro pesado por lo insistente que es- ¿Cuando vuelves?

-Pasado mañana, por la noche. Yo quería que conocieras Nueva York...

-¿No vas a dejar de insistir?

Gira su cara para verme unos segundos y luego volver a la carretera.

-El punto es convencerte.

-Lo tienes complicado.

Es tentador pero imposible. Por más que desee irme con él, yo tengo una realidad de la que no puedo escapar.

El resto del camino lo recorremos en silencio. Cuando llegamos al edificio lo primero que hago es ver que no haya nadie en la terraza de Ethan.

-Nos vemos cuando vuelvas- Es mi forma de despedirme. Aunque en lugar de bajarme e irme, me quedo inmóvil esperando una respuesta.

-La propuesta es en serio. Ven conmigo. Corro el riesgo de volverme loco estos dos días.

-No es para tanto.

-¿Por qué te resistes? ¿Dime que te detiene?

-Que tú tampoco te abres del todo... y se que el único que las lleva de perder soy yo. Mira lo del restaurante, esa es tu tipo de vida, y no creo que sea de mi agrado o mi vida del tuyo.

-¿No que no estabas celoso?

-¡No son celos! Es solo que siento que como yo, hay muchos más en tu vida. Que no tengo nada que me haga especial- Me mira serio pero tierno, como si intentara comprenderme poniéndose en mi lugar- Cuando estoy contigo no soy yo.

-Quizá necesitabas a alguien como yo para ser quien eres realmente.

-¿No te das cuenta que no es sano?- necesito hacerle entender mi punto- No es normal excitarse cuando me das órdenes- curva sus labios en una sonrisa lasciva- Nunca he sentido que deba ser una propiedad de alguien. Al contrario, siempre he amado sentirme libre y tu no lo comprenderás, eres posesivo y querrás cortar todo eso.

-Yo solo quiero estar contigo. Tampoco jamás sentí esa necesidad de querer ser de alguien, es nuevo para mi. Pero no es malo.

Ambos miramos hacia el frente, la calle oscura y vacía.

-No digas eso- digo bajito- Eres joven y guapo, puedes estar con quien quieras.

-Tú haces que olvide un poco de las tinieblas- Sé está abriendo, es poco pero es un avance- Cuando regrese te llamaré- dice a modo de cortar la conversación.

Abre las puertas a la espera de que me baje. No me voltea a ver ni se despide, así que solo salgo y enseguida camino mientras busco las llaves para entrar lo más rápido posible. Meto las llaves al edificio y estoy por empujar la puerta pero alguien más la empuja a mis espaldas. Me arrastra al interior y me apoya contra una pared.

-No pienso irme así- dice arrojándose a mis labios, no puedo evitar que un par de lágrimas caían por mis mejillas- ¿Por qué lloras?

-Nos vamos a hacer daño.

Toma mis mejillas entres sus manos y empiezan un sin fin de besos desenfrenados entre suspiros y jadeos.

Provócame- EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora