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Los rayos del sol lograban colarse por la ventana de la habitación, lo que la iluminó lo suficiente como para llegar a despertar a cierto castaño, quien al intentar removerse y acomodarse en la cama, terminó por soltar un quejido del dolor por las molestias punzantes que sintió en su hombro y costado.

Los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente en cuestión de segundos, lo que le hizo suspirar, manteniéndose en esa ya dolorosa posición para su cuerpo; estar así por horas dormido y sin poder moverse estando ya despierto era una completa tortura para su espalda.

El castaño comenzó a moverse muy lentamente, girándose de a poco para luego poder sentarse en la cama, sus piernas dolían debido a las horas que paso corriendo por el bosque; sin embargo, podía lidiar con eso mejor que con las heridas. Una vez sentado en su propia cama, alzó su mirada hacia la cama de su compañero, sonriendo de inmediato y sin poder aguantar soltar una pequeña risa ante la situación.

Auron dormía en una posición un tanto incómoda, pero parecía no molestarle, como tampoco parecía importarle tener a Rodolfo durmiendo a su lado en una posición parecida, con la diferencia de que se encontraba al lado contrario y tenia una de sus piernas sobre el estómago del adulto, mientras tanto, Cieluzu era quien dormía plácidamente con la mayoría del espacio de la cama.

Ellos habían tenido una muy larga noche luego de tomarse sus respectivos vasos, o en el caso del bebé, biberón, con leche tibia; no pareció hacerles nada de efecto, lo único bueno que logró fue calmar a Cieluzu. Los tres terminaron jugando hasta aproximadamente las siete de la mañana, hora en que finalmente el sueño les invadió; sin embargo, Cieluzu continuaba llorando por no querer dormir solo y Rodolfo se sentía más seguro junto a su padre.

Auron no tuvo otra opción mas que tener que acomodarse en su cama con sus dos hijos, por lo que recientemente habían quedado dormidos, pero eso era algo que Luzu desconocía.

El de ojo carmesí borró su sonrisa de a poco al ver como los rayos del sol con los que despertó, desaparecieron lentamente, una gran nube cubrió el cielo, estaba acompañada de otras nubes y sin dar aviso, descargaron el agua que almacenan en todo el pueblo de Karmaland y sus alrededores.

Con lentitud se colocó de pie, saliendo de la habitación no sin antes echar una última mirada a quienes consideraba su familia. Bajó las escaleras lento, con una de sus manos rozando la pared, una vez llegó a la sala principal pudo distinguir por las ventanas como caía la lluvia, la cual comenzaba a intensificarse conforme pasaba el tiempo.

Se dirigió a la cocina en donde se preparo una buena y gran taza de café, no podía empezar las mañanas sin su cafécito.

Una vez con su taza en mano, se dirigió a una de las ventanas, mirando las gotas de lluvia mientras tomaba un sorbo del contenido de su humeante taza, estando algo pensativo e ignorando completamente la molestia de sus heridas, un dolor punzante no evitaría que tomara su café, en absoluto.

Miró su reflejo en el cristal, escuchando el primer trueno que anunciaba que la lluvia podría empeorar; apartó su flequillo para mostrar su ojo de un color azul tan brillante y puro, por lo que suspiró, alejándose de la ventana al instante.

Una vez te entregas al diablo, no puedes olvidarlo.

Todos conocen lo que es el karma en ese pueblo, creen en su existencia, pero parecen ignorarla, haciendo el mal sin miedo a las consecuencias, siendo siempre un capricho y un deseo el querer romper las reglas de ese pueblo. Luzu no conoce cual seria el castigo de los Dioses al haber roto múltiples reglas por su venganza, sin duda alguna, la más fuerte es el haber pedido a los Dioses oscuros unas pociones ilegales para cambiar la apariencia de quien le traicionó en aquellos tiempos.

Parents | Luzuplay [Karmaland]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu