La cita

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El día de la cita la Luna se esmeró  buscando en el armario una fase, preguntándose si no era muy atrevido vestirse ese escotado cuarto menguante, si maquillarse o dejarse ver los cráteres, si darle una oportunidad a una chica después de haber saltado para la humanidad  y dado pasitos en falso para los hombres. También pensaba en aclarar el tema de su hermano Sol y también le comentaría de la belleza que posee.
Y mientras tanto la Tierra no paraba de preguntarse qué iba a contarle. Quería que lo escogiera a él en lugar de a Sol.
Tal vez le contaría de que después de los Dinosaurios  de mayor quería ser controlador aéreo de estrellas fugaces, que en la tierra todos éramos ciudadanos de un lugar llamado Primer Mundo  porque el segundo nos sabía a poco y el tercero estaba en vías de desarrollo.
Que en la Tierra éramos unos extremistas religiosos un poco absurdos, y nos llenábamos la boca de orgullo gritando “mi Dios es mejor que el tuyo”.
Que en la Tierra no importa el color de la piel, que nadie te detiene para que justifiques tu existencia con un trozo de papel, que no es fácil ser mujer, que dos si se pelean aunque uno quiera  y al revés,  que uno no tiene suficiente con dos y busca a tres  para inventar que son felices  los cuatro hasta que se multiplica el problema y cuatro acaba llamándose dieciséis.
Que los refugiados están hechos de opiniones en internet, que en la Tierra no  nos rompemos el corazón para recordar al pasado, que no somos tan simples que después de una relación “fuimos” no se conjuga con el pretérito perfecto complicado.
¿Cómo iba a impresionar a la lunática que afectaba su gravedad? A la que le dijeron que era imposible tapar el Sol con un solo eclipse y demostró que no era verdad. ¿Y si el Sol ya le había contado todo esto y más?  .
Podía decirle que lo único genuino era que en la Tierra somos unos rebeldes a la hora de amar, que toda la Vía Láctea ya puede declararse en huelga y que ese día iremos a trabajar, que no somos más que un instante en este lugar, pero vivimos como si la eternidad no fuese más que una hora que todavía no ha cumplido la mayoría de edad.
La Tierra podía olvidarse del sol y contarle todo eso a la Luna, con algún con que otro engaño, o simplemente empezar la cita diciéndole que era su cumpleaños.

Fin.

Hola es la 1era historia que hago para aqui, espero que les haya gustado. No tengo nada mas que decir y muchas gracias por leerlo😊. Saludos. 🥰🥰

La luna y la TierraWhere stories live. Discover now