Capítulo 13.

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Angélica miró a Harper con cariño, mientras la empresaria le sonreía al pequeño Ben. No podía evitar sentir su corazón palpitar con fuerza ante la decisión que acababa de tomar la pelinegra.

La odontóloga se acercó a Harper y levantó la barbilla de la empresaria obligando a que su mirada se clavara en la castaña, la pelinegra la vió con una intensidad que sentía su alma desnuda ante aquella mirada.

Era raro.

Muy raro.

Jamás había sentido una mirada tan fuerte como la que acababa de darle la pelinegra, obligó sus pensamientos desvanecer y besar los labios de aquella mujer, que de alguna manera u otra la estaba volviendo loca.

Ben miró a las dos mujeres besarse y tapó su rostro con sus manitas y una risita se le escapó, obligando a las dos jóvenes separarse.

Angélica soltó una risita al ver al pequeño cubriendo su rostro, le parecía tan adorable aquel niño, era tan maravilloso.

—¿Podrías llamar a Margaret? Quiero hacer ahora mismo los papeles de adopción.— Dijo la pelinegra mientras se levantaba de la silla de ruedas.

Angélica se acercó a ella rápidamente y la ayudó.

—¿Estás segura de caminar? Podrías lastimarte.— Dijo la odontóloga preocupada.

—Sí, quiero tener movimientos en las piernas, me molesta estar sentada todo el tiempo, me frustra.— Dijo la empresaria caminando poco y adaptándose al pequeño dolor, pero no era algo tam grave, podía lidiar con eso.

Ben miraba a la empresaria con curiosidad y le causaba un poco de pánico verla caminar con dificultad.

Angélica llamó a Margaret, quien enseguida estuvo en la habitación y habló con Harper sobre los papeles de adopción.

...

5 horas más tarde.

Adam llegó al hotel, y la recepcionista lo recibió con una amable sonrisa y el chico rápidamente subió a la habitación de su hermana.

Llevaba su maleta, y su cabello despeinado, su fachada era de un hombre cansado pero aquel rostro de cansancio lo hacía ver guapo. Al llegar tocó la puerta, y espero unos segundos donde la castaña abrió y Adam le sonrió.

—Buenas tardes señorita.— Dijo Adam con una sonrisa cansada.

Angélica sabía que el hermano de Harper vendría, así que se hizo a un lado y dejó pasarlo a la habitación. Era un hombre muy guapo, y tenía un parecido increíble a su hermana Harper, aunque cabía destacar que la empresaria era mucho más guapa.

—Disculpe, ¿Su nombre es..?— Preguntó Adam con interés dejando su maleta en la sala.

—Angélica, Harper se encuentra dormida ahora, un gusto.— Dijo la odontóloga sonriéndole y el chico extendió su mano hacia ella, quien la tomó con amabilidad.

—Soy Adam Barker, pasaré a la habitación, ¿Trabajas para Har?— Preguntó el arquitecto quien se dirigió al mueble y se sentó sacando algo de su maleta.

Harper apareció en la sala, su cabello estaba revuelto, y sus mejillas rojas, era demasiado interesante ver a la empresaria despertar.

—Es mi novia.— Dijo la empresaria.

Adam levantó la vista y se levantó para abrazar a su hermana, el chico soltó un suspiro de alivio al tenerla en sus brazos.

—Diablos Har, si no me dices que es tú novia te juro que hubiera coqueteado con ella.— Dijo el chico guiñándole el ojo a su hermana quien le dió un golpe en el hombro de manera juguetona.

"Mi novia."

Aquellas palabras no dejaban retumbar la mente de la odontóloga, quien seguía parada ahí como si estuviera en otro mundo. Pero volvió a su realidad al ver a la empresaria que acababa de sentarse junto a su hermano.

La pelinegra se encargó de contarle lo que había pasado últimamente en su vida y lo de su nuevo hijo. Adam al recibir la noticia de que es tío hizo que su sonrisa no abandonara su cara, y ahora pedía conocer al pequeño.

Pero Ben se encontraba con Margaret dando un paseo, que seguramente vendría dentro de unos minutos.

Angélica terminaba de darse una ducha y se dirigió al armario para sacar su ropa, que sólo se vistió con una ropa deportiva y dejó su cabello suelto, buscó su celular y revisó si tenía alguna notificación, pero sólo tenía un mensaje.

"¿Aveces no te gustaría saber cómo trabaja su mente?" Número desconocido.

Su rostro fue de confusión, pero no respondió, seguramente se habrían equivocado de número.

Harper entró a la habitación y se sentó en la cama soltando un gran aire.

—Adam ya se fue a su habitación a darse una ducha, y Ben acaba de llegar, ¿Te gustaría bajar a cenar al restaurante? Así conoces a mi hermano y Adam a ti y a Ben.— Dijo la empresaria quitándose su camisa.

—Me encantaría.— Dijo Angélica colocando su celular en la mesita de noche.

Harper asintió y se levantó terminando de quitarse su ropa y dejándola en la cama, la castaña se sentó en el mueble mirando por el gran ventanal y apreciando la hermosa vista, Ámsterdam de noche era una maravilla.

—Te ves muy linda cuando te vistes así.— Susurró Harper en el oído de la castaña.

Su cuerpo se erizó por completo y en ningún momento había sentido la presencia de la empresaria llegar a ella.

—¿Somos novias?— Preguntó Angélica en un susurro sin despegar su vista de el gran ventanal.

Harper seguía tan cerca de ella, y ahora podía sentir la respiración de la empresaria en su nuca.

—¿Te gustaría serlo?— Preguntó la empresaria suavemente.

Angélica volteó a verla, y Harper estaba a sólo unos 4 centímetros de sus labios.

—Sí quiero serlo.— Murmuro la odontóloga.

La empresaria elevó la comisura de sus labios mostrando una pequeña sonrisa, y poco a poco se acercó a ella para besarla con una suavidad extrema, sus labios podían hacerte llevar al cielo como también llevarte al mismísimo infierno.

Harper se separó lentamente de la castaña y envolvió su cuerpo desnudo en una toalla, la excitación de Angélica había aparecido apenas la empresaria tocó sus labios.

—Me daré una ducha y luego bajamos para cenar.— Dijo la pelinegra caminando hacía el baño, pero antes de entrar se detuvo y se giró a ver la castaña quien estaba intacta en aquel mueble calmando su excitación.

Angélica volteó a ver a su ahora novia quien la veía con una sonrisa de malicia.

—Y cuando terminemos la cena te voy a devorar justo en esa cama, ¿Entendido?— Dijo con autoridad la empresaria, pero con una maldita autoridad que sólo hizo mojar aún más a la odontóloga.

Maldita Harper y su aura de autoritaria que podía intimidar a cualquier persona con su mirada de malicia.

Angélica se levantó de su asiento y caminó hasta ella quedando a sólo unos centímetros de la pelinegra.

—Es una lástima que no puedas devorarme ahora señorita Barker.— Susurró la odontóloga acercando sus labios a la empresaria y besándolos dejando un mordisco suave en su labio inferior.—Te espero en la sala, cielo.— Dijo con sensualidad la castaña y se retiró.

"La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella."

Te quiero a ti (#1)Where stories live. Discover now